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A 30 años del Acuerdo Nacional

Por Patricio Walker, Presidente del Senado

28 de agosto de 2015

Imagen foto_00000015Esta semana, como Senado conmemoramos los  30 años del Acuerdo Nacional para la Transición a la Plena Democracia, actividad en la que tuvimos el privilegio de compartir con algunos de los protagonistas de este hito político democrático; el ex ministro Sergio Molina, Don Luis Maira, el senador Andrés Allamand y el ex Presidente Patricio Aylwin. 

 

Quizás los más jóvenes se preguntarán ¿porqué conmemoramos  un acuerdo que nunca llegó a cristalizarse entre la oposición y el régimen? A partir de esta interrogante y los múltiples argumentos para responderla,  quisiera compartir con ustedes tres reflexiones.

 

La primera dice relación con el rol de la Iglesia como un actor fundamental en el proceso de recuperación de la democracia en nuestro país, no solo por su permanente e inagotable capacidad de defender los derechos humanos, junto a  dar cobijo y protección a las víctimas, sino porque también, en el momento preciso, tuvo la capacidad de convocar a los más diversos actores políticos para generar un espacio de comunidad, ubicando como horizonte el bienestar  y la paz para Chile.

 

A pesar de lo adverso, la Iglesia mantuvo su empeño, pues con claridad apreció que el futuro sin diálogo traería a nuestro país solo más sufrimiento e injusticia. Después de la inmensa e invaluable labor del Cardenal Raúl Silva Henríquez, Monseñor Fresno continúa trabajando para el bien de Chile y abre una senda que tiene consecuencias muy importantes en los hechos políticos que finalmente permitirán la recuperación de la democracia. Por todo ello, vaya nuestro más sincero reconocimiento a un pastor que actuó con sentido de futuro, valentía y responsabilidad.

 

La segunda; tiene que ver con la voluntad política y el sentido patriótico de los actores políticos que entendieron que más allá de las diferencias que los distancian, la invitación del cardenal Fresno es un imperativo ético del que deben hacerse cargo ya que es el futuro del país el que está en juego.

 

En un clima de crispación política, las posiciones  se endurecen y habitualmente pierden ductibilidad. La voluntad de diálogo en plena dictadura fue un ejercicio notable que logró recuperar la esencia del hacer política más allá de las posiciones ideológicas y prácticas de los actores: trabajar por el Bien Común.

 

El acuerdo de estos heterogéneos actores se transforma en un punto de partida a la esperanza. Por una parte, su innegable representatividad en cuanto a lo que tradicionalmente entendemos como la derecha, el centro y la izquierda política.

 

Pero aún más; esta reunión expresa la posibilidad cierta de que la recuperación de la democracia es posible, es viable. La incertidumbre propia de estos procesos solo puede abordarse a través de actuaciones de común acuerdo que obliga a todos los actores a salir de sus posiciones originales, flexibilizar y así sumar voluntades.

 

Por último, la tercera se refiere al valor del diálogo como una herramienta irrenunciable para la tarea política. Su ausencia trae de la mano la distancia, el desinterés, la apatía e incluso la violencia.

 

Dialogar es un ejercicio provechoso pero exigente pues requiere el despliegue, por parte de todos los interlocutores, de voluntades y capacidades. Demanda entonces abrirse a escuchar argumentos y  posiciones distintas, a interesarse  de manera auténtica por lo que el otro, el legítimo otro, quiere transmitir.

 

Hoy día, en un escenario muy distinto al de 30 años atrás, enfrentamos diversos desafíos que nos demandan mayor capacidad de escucha y diálogo. Chile no es el mismo, vaya que no lo es, vivimos en democracia y hemos superado con creces las dramáticas condiciones sociales en que gran parte de nuestra población se encontraba en esos años, pero aún debemos bregar con la desigualdad como una importante tarea pendiente.

 

Junto a ello, o por ello, hoy tenemos la responsabilidad de enfrentar una serie de problemas y deficiencias de la acción política que han dañado de manera significativa la convivencia y la confianza nacional. En otras circunstancias, creo que el camino de diálogo y acuerdo nos llevará a las mejores decisiones para el perfeccionamiento de nuestro sistema democrático.

 

Mirar la historia, enseña. Aquí hay un ejemplo de la historia que cambió para bien el rumbo de Chile. No siempre ha sido así, también guardamos en la memoria hechos que esperamos nunca volver a repetir.

 

Mirar hacia atrás nos permite saber dónde estamos y porqué hemos llegado hasta allí. Desde el pasado, nuestro pasado, miramos el presente y el futuro con esperanza en Chile.

 

 

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