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  Acerca del fenómeno de la desigualdad

  Por Camilo Escalona, Presidente del Senado

27 de julio de 2012

Chile enfrenta una encrucijada; el país para avanzar debe hacerse cargo de la distancia que separa a sus ciudadanos entre sectores distanciados por brechas que emergen como insolubles. Es una fractura social que se debe resolver, no con afanes de sucesivos elogios o descalificaciones mediáticas, sino que en el terreno concreto, práctico, de la inescapable realidad económica y social.

 

En esta semana que termina los medios de prensa han informado que he sostenido una reunión con los principales dirigentes empresariales del país; lamentablemente no recibe la misma atención los múltiples encuentros que he tenido el privilegio de tener con dirigentes sindicales, de organizaciones de la pesca artesanal y del sector poblacional, de comunidades indígenas, cooperativas campesinas, federaciones de estudiantes pensionados, del adulto mayor, de agrupaciones de la cultura y el deporte; este es el esfuerzo de diálogo, intercambio de opiniones y de interlocución social que me ha formado una convicción definitiva: el tema - país que la comunidad nacional debe tratar, dialogar y enfrentar en el próximo período es la desigualdad que cruza la convivencia en nuestra patria.


Hay una fractura social que tensiona el país, que irrita extensos sectores y provoca agresividad y ánimo confrontacional en colectividades humanas que hasta hace poco se caracterizaban por una conducta apacible y tranquila. En algún momento del pasado reciente, una parte relevante de nuestros compatriotas ha llegado a la conclusión que la distribución de la riqueza es manifiestamente irritante e injusta; que los frutos que produce el esfuerzo productivo del país deben tener un reparto más equitativo y porqué no decirlo, más generoso, menos concentrador y excluyente.

Este fenómeno de desigualdad es de alcance regional frente al centralismo, de género ya que afecta severamente a la mujer, de origen social en la relación entre ricos y pobres y también de discriminación étnica, cuando se retrasa la plena integración de los pueblos indígenas; incluye brotes de xenofobia, pues quienes llegan desde países hermanos a vivir al nuestro también sufren diferentes formas de segregación.


Un país sin cohesión social no será capaz de avanzar al ritmo en que se mueve la civilización de la que forma parte. Son muchas las naciones que han menospreciado esta dimensión de sus desafíos nacionales y fueron quedando retrasadas.


Una sociedad de hombres y mujeres libres e iguales es un propósito que se construye a diario; no basta la estabilidad institucional, ese es un factor necesario pero no suficiente; más aún los fenómenos de desigualdad llegan a ser un pesado lastre para dicha estabilidad, afectándola, debilitándola y, muchas veces, errando una activa interferencia en la convivencia social.

El mercado libre no tiene la conciencia, la racionalidad para anular los efectos de la desigualdad; en consecuencia se trata que el representante de todos y todas, el estado de Chile asuma la responsabilidad que le corresponde, aquel rol de un Estado protector que aún estamos a tiempo de configurar y hacer eficaz en nuestra patria tan querida.


Tal es el auténtico y crucial desafío que tiene nuestra comunidad nacional.

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