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Buscando una política participativa y vinculante para las montañas del país

Por Antonio Horvath, senador por la Región de Aysén

8 de septiembre de 2017

Imagen foto_00000002Con la organización de la Fundación Plantae y la Universidad Austral de Chile y la participación del Ministerio de Bienes Nacionales y el de Medio Ambiente, la Universidad San Sebastián, Conaf, el Museo Nacional de Historia Natural, diversas ONG’s, entre ellas, The Pew Charitable Trusts, montañistas y exploradores, se realizó en la Biblioteca del Congreso Nacional el seminario “Chile, País de Montañas: Diseño de una Política Nacional para las montañas en siglo 21”.

 

El encuentro responde a un compromiso suscrito por Chile en la Cumbre de Johannesburgo en 2002, a la que formalmente nuestro país adhiere cinco años después creando una Secretaría Ejecutiva del Comité Nacional de Montañas, que encabeza el Ministerio de Medio Ambiente, al que pertenecen 14 organizaciones.

 

Se entregaron importantes datos, de los cuales se tiene poco conocimiento y conciencia. La representante de la UACh señaló que entre el 64% y el 80% de la superficie nacional corresponde a áreas que pueden definirse como montañas, en las que se incluyen todas las regiones, desde Arica a Magallanes, lo cual supera el promedio de América, Asia y Australia. Plantae destacó el proverbio hindú “la salud de las montañas es la riqueza de los valles”.

 

Sin embargo, la montaña en nuestro país es más mirada como un muro que como un área en la cual se renueva el espíritu y se generan el agua y se albergan los glaciares. Como bien ejemplificó un montañista y explorador, solo entre los volcanes Tupungato y el Maipo, existen siete portones de áreas privadas o de empresas que impiden acceder por Chile a las principales cumbres compartidas con Argentina, cuya promoción para que se pueda acceder a ellas tiene que ser hecha por territorio trasandino.

 

El Ministerio de Bienes Nacionales, así como todas las organizaciones participantes, se mostraron favorablemente dispuestos a la creación de un Instituto de las Montañas y que se establezca un pago de servicios ecosistémicos, tal como lo hace Costa Rica, país que ha elevado la biodiversidad, el turismo y la innovación a un rango de primera actividad de su economía. Del mismo modo se manifestó voluntad para establecer las respectivas servidumbres de paso junto a una política que permita el acceso y cuidado de estos importantes sectores.

 

Como expresó otro de los expositores, siempre las cosas se pueden hacer más rápido, como la compra o expropiación de las 780 hectáreas hace 100 años de lo que hoy conocemos como Parque Metropolitano, gestión que se logró por ley en solo dos meses, completando su adquisición en tres años.

 

La actividad humana en las montañas chilenas es de larga data, tanto en la de la Costa como en la de los Andes, desde Arica hasta el Cabo de Hornos. Las prácticas en las veranadas bien realizadas constituyen hasta hoy una de las fuentes de la cultura rural. Bien sostuvo el investigador del Museo Nacional de Historia Natural al explicar que la sacralización de los espacios de montaña proviene de la época incaica, imperio que llegó a dominar desde la parte central de Chile, entre el cordón Chacabuco y Angostura –correspondiente a la actual Región Metropolitana–, a través de un contacto sagrado y visual de las principales cumbres hasta el Cuzco, y así ejercer influencia hacia el sur hasta Puerto Montt; curioso ejemplo prehispánico del actual centralismo del país.

 

Continuaremos realizando estos encuentros de suma importancia para Chile, mediante significativos compromisos y difusión que involucren la mayor cantidad posible de instancias públicas, privadas, comunitarias, ONGs y académicas, hasta lograr una política participativa y vinculante para las montañas del país.

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