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Caminos de América

Por Antonio Horvath, senador por la región de Aysén

6 de octubre de 2017

Imagen foto_00000002Desde tiempos inmemoriales, la integración física ha ocupado un lugar relevante en las distintas culturas para la comunicación, el desarrollo de los potenciales y la gobernabilidad. Un caso de alcance mundial y que forma parte del Patrimonio de la Humanidad –declarado como tal por la Unesco el 21 de julio de 2013– es el Camino del Inca. Ruta que llegó a extenderse por más de 30 mil kilómetros, conectando en su momento a 10 millones de personas, desde el suroccidente de Colombia hasta el sur de Chile.

 

Dicho camino posee características de diseño, de ajuste a la naturaleza y de puentes, que hasta el día de hoy –al igual que  Machu Picchu– lo hace admirable. El Camino del Inca ha sido declarado Patrimonio de la Humanidad por tramos; en el caso chileno, solo considera apenas 113 kilómetros, el que desde luego conviene extender, ya que como se puede observar mediante imágenes satelitales, está siendo intervenido por caminos públicos y distintas actividades.

 

 

Otro camino de hace 100 años es la Panamericana, cuya extensión alcanza los 48 mil kilómetros, desde la Bahía Prudhoe en Alaska, pasando por Chile, y luego Argentina hasta Ushuaia (Tierra del Fuego). De este camino, que he tenido oportunidad de recorrer en la mayoría de su trayecto, solo faltan 130 kilómetros, entre Panamá y Colombia, conocido como el Tapón del Darién, que en 1970 intentamos cruzar sin éxito junto a un compañero de universidad.

 

Las razones por las cuales no se construye dicho tramo forman parte de un debate que incluye a otros caminos hasta la fecha: alto costo de ejecución, impacto ambiental e influencia sobre los pueblos originarios, así como la necesidad –entre otros factores– de controlar las migraciones y el tráfico de drogas, desde Sudamérica hacia el norte.

 

Hoy en día mediante la construcción por etapas resultan absolutamente factibles, tal como queda demostrado a través de la técnica efectiva utilizada por los incas; de hecho este es el más alto del mundo ya que supera los seis mil metros sobre el nivel del mar.

 

Mediante la reciente construcción del Camino Austral de 2.950 kilómetros –entre Puerto Montt y Puerto Williams–, es posible extender la Carretera Panamericana hasta Yendegaia y con un corto transbordo en el canal Beagle hasta la isla de Navarino. Los extremos de la ruta enfrentan los dos polos de la Tierra.

 

Una buena iniciativa, en plena concordancia con la experiencia de la construcción del Camino Austral por etapas, es el Sendero de Chile, que se inicia el año 2000 y que propone un trazado de ocho mil kilómetros, entre Visviri y el Cabo de Hornos. Entre sus objetivos están el fomento del senderismo, el contacto con la naturaleza y el patrimonio cultural, a los que se añaden el fomento y desarrollo y uso sustentable de sus recursos asociados, así como desarrollar las capacidades profesionales, generando un importante proceso educativo en terreno. El proyecto se encuentra a cargo de los ministerios de Medio Ambiente y Obras Públicas, y se ha traspasado a una fundación sin fines de lucro creada por el Estado, y finalmente, a una fundación de derecho privado con personalidad jurídica y aporte estatal. En el Proyecto Nacional Chile Futuro en 1985 propusimos esta ruta por vía costera con reconocimientos y exploraciones.

 

Resulta muy importante completar las grandes rutas de América incluida la Transamazónica, más las redes de fibra óptica, a fin de asegurar la integración y sustentabilidad del continente americano.

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