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Chile, hora de asumirnos como zona de emergencias

por Felipe Harboe, senador por la región del Biobío

27 de enero de 2017

Imagen foto_00000019El 4 de mayo de 2015 publiqué esta esta reflexión sobre la necesidad de asumirnos como un país expuesto a las emergencias. La actual situación de catástrofe por los incendios forestales, nos cobra lamentablemente, estos temas pendientes.

 

‘A estas alturas Chile debe asumir su condición de país de riesgo de emergencias. Terremotos, tsunamis, aluviones, erupciones volcánicas, inundaciones, desbordes de ríos, incendios forestales y sequías son algunos de los fenómenos que nos golpean con cierta regularidad. Ante tales condiciones es indispensable que como sociedad asumamos nuestra condición de riesgo permanente y adoptemos mecanismos institucionales preventivos, reactivos y de reconstrucción que nos permitan contar con un sistema con herramientas eficaces y eficientes para hacer frente a tan variada gama de catástrofes naturales.

 

Desde el punto de vista preventivo es indispensable incorporar en todo proceso de evaluación de proyectos de inversión el criterio de zona de riesgo de emergencia, sea inundación, incendio, desplazamiento de aguas, erupción volcánica u otros que puedan poner en riesgo a sus habitantes o a aquellos que circundan el proyecto en cuestión. Así, la autoridad no debiera autorizar plantaciones forestales si no cuenta con sistema certificado de cortafuegos destinado a evitar la afectación de predios aledaños o centros poblados; rechazar de plano aquellos proyectos de inversión emplazados en zonas de riesgo o cuya materialización origine una nueva zona de riesgo para sus actuales localidades. En fin, se trata de incorporar la variable preventiva para no lamentar la pérdida de vidas humanas por la falta de planificación territorial.

 

Chile no soporta tener sólo una carretera que nos una de norte a sur; debemos proyectar infraestructura vial alternativa para enfrentar eventuales cortes de nuestra columna vertebral (Ruta 5) e incorporar criterios de descentralización zonal para la distribución de productos básicos (alimentación, combustible y medicamentos) que permitan mantener adecuada cobertura frente a situaciones de interrupción vial. De igual forma resulta fundamental contar con infraestructura crítica de telecomunicaciones que permita mantener conectado el territorio en comunicación de voz (al menos de datos) y la red de radiodifusión para informar y orientar a los ciudadanos en los primeros momentos de la emergencia. Todo lo anterior debe estar coordinado por una institucionalidad moderna, ágil, eficiente, descentralizada y con mando único, dotada de facultades vinculantes para todas las instituciones que participan de una emergencia: bomberos, carabineros, FFAA, brigadas de incendio, equipos municipales y otras que se estime pertinente.

 

Por su parte, deben incorporarse en las mallas curriculares de las Fuerzas Armadas y de Orden cursos de especialización para enfrentar emergencias naturales, a fin de contar con personal de las FFAA y de Orden y Seguridad realmente especializado para enfrentar este tipo de contingencias.

 

La última etapa de la emergencia es la reconstrucción por medio de la cual se busca retornar a la normalidad a la localidad afectada. Ahí es donde la situación administrativa resulta crítica. En efecto, la autoridad de turno debe poseer facultades amplias para llevar adelante el proceso con la debida celeridad. Debemos crear un derecho administrativo de emergencias o de excepción, donde se simplifiquen los procedimientos de adquisición de materiales, viviendas e infraestructura o donde se contemplen facultades extraordinarias a la autoridad para relocalizar familias, instruir a medios de comunicación y empresas de servicios básicos para la realización de acciones destinadas a un pronto retorno a la normalidad.

 

 

 

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