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  Comienza la educación que queremos

  Por Carlos Cantero, senador por la Región de Antofagasta

31 de agosto de 2012

ImagenLa educación es la piedra angular para el desarrollo de cualquier país. Desde allí surgen las cualidades y habilidades de nuestra ciudadanía, desde los niveles más bajos, es decir, desde el génesis de nuestra vida el cómo y dónde obtengamos las herramientas para conseguir esos dones será decisivo en el futuro de cada persona.

 

Hasta este punto lo que estipulo parece lógico, pero cuando se agregan los inexorables vaivenes del mercantilismo a ese bien público, al cual deben tener acceso todos los chilenos, con equidad y calidad, el panorama se desvirtúa y muchos niños y jóvenes quedan con sus sueños truncados, no por carencia de habilidades, si no que se enmarca en que no poseen el sustento económico para seguir creciendo. Asimismo otros que sí pudieron acceder a algunos beneficios o becas, lamentablemente, tuvieron que hipotecar su presente y futuro, con deudas que los agobian incluso tras varios años de haberse titulado de una carrera profesional.

 

Esa realidad ha cambiado o pretendemos modificarlas con acciones concretas. En los últimos días, gracias al entendimiento de un grupo transversal de senadores, cuatro de la Concertación y cuatro oficialista, quienes presentamos un proyecto que prohíbe el lucro con fondos estatales, se está obligando a que los recursos que se entregan desde el tesoro público sean utilizados en el mejoramiento de las condiciones y habilidades de los niños o a los propósitos del proyecto educativo, el cual despachamos a la sala de sesiones para su discusión, con el apoyo de cuatro de los cincos integrantes de la instancia.

 

El camino no fue sencillo. Partimos hablando de la prohibición al lucro, ya que fue la única manera de abrir y sincerar el debate, pues estábamos enfrascados en un atrincheramiento ideológico, político, donde las desconfianzas eran pan de cada día, colocándonos obstáculos que el único resultado posible que generarían era un desconcierto mayúsculo sin entregar ninguna solución a lo que demanda el fortalecimiento y mejoramiento de la educación en todos sus niveles.

 

Lo importante es que el proceso fue democrático. Recibimos a más de cien instituciones para escuchar sus ideas, dando respuesta al clamor ciudadano. Asimismo tuvimos un diálogo fecundo y respetuoso con los estudiantes, siempre en un marco de altura de miras, más allá de las diversas ideas y concepciones que pudiesen emanar del debate dentro de la Comisión de Educación. Sin embargo hay que aclarar que esto no fue producto de ninguna presión, si no que se fundamentó en su propio mérito de conseguir que no se siga lucrando con el futuro de millones de jóvenes en Chile.

 

Junto a ello, hemos avanzado en aliviar la carga e intereses, en un acuerdo unánime con el Gobierno, con quien se conversó y sociabilizó para que se discuta a la brevedad el proyecto que entrega beneficios a los deudores del Crédito con garantía Estatal, iniciativa que también despachamos desde la comisión que tengo el honor en presidir en el Senado.

 

Pero siempre uno espera más. Puede sonar a engolosinamiento, pero cuando hablamos de la educación en sus primeras etapas, es más fecundo y nos entrega más fuerza, porque desde ahí tenemos que iniciar el cambio. Es así como el Senado aprobó el proyecto de ley que aumenta las subvenciones en los establecimientos educacionales, que permite fortalecer la primera etapa de aprendizaje de los niños en el nivel parvulario, trascendental para el crecimiento y desarrollo de las habilidades de nuestros hijos, lo cual se proyectará durante toda su vida. Hay que tomarle el peso y la seriedad a esa gran labor que se realiza desde la infancia por parte de muchas personas, lo que crea el carácter, la emocionalidad y creatividad, así que enhorabuena  que ello se haya aprobado.

 

Debemos ir creciendo en educación a la par con el crecimiento económico de Chile, pero haciendo énfasis en disminuir la brecha que existe en la actualidad entre los distintos estratos sociales y económicos del país. Ocuparse de los reales problemas de la educación, transparentando el sistema, avanzando en la meta de duplicar la subvención existente, para poder llegar a los niveles de calidad que exige la educación actual en el mundo, para lo cual debemos entregar mejores herramientas y condiciones a todos los actores involucrados en este sistema.

 

Estos son los primeros pasos. Al menos, por ahora, da la sensación de que la verdadera educación que queremos comienza.

 

 

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