Saltar al contenido principal

Jueves 6 de Febrero de 2025

A 148 años del Decreto Amunátegui

Compartir

El 6 de febrero de 1877 el ministro de Instrucción y Justicia, Miguel Amunátegui, publicó el decreto que habilitó el acceso de las mujeres a la educación superior.

Foto Memoria Chilena
Foto: Memoria Chilena

Coser, bordar y tejer ya no eran suficientes para educadoras como Isabel Le Brun quien fundó en 1875 el Liceo de Recoleta, institución particular de enseñanza secundaria femenina, conocido luego como: Liceo Isabel Le Brun de Pinochet.

Allí se educaron también sus propias hijas: Semíramis, Eurídice y Noemí Pinochet Le Brun, quienes haciendo honor a sus legendarios nombres de reinas, semidiosas y personajes bíblicos de la tradición grecolatina se convirtieron en bachilleres gracias a la incansable labor de su madre.

Isabel Le Brun junto a otras destacadas educadoras de su época, como la directora del Colegio Santa Teresa, Antonia Tarragó, y las intelectuales Rosario Orrego y Lucrecia Undurraga realizaron numerosas gestiones para que las jóvenes alumnas pudieran rendir sus exámenes ante la universidad.

La solicitud causó revuelo pero luego fue aceptada por el entonces ministro de Instrucción y Justicia, Miguel Amunátegui, el 6 de febrero de 1877, quien dictó el decreto respectivo que comenzó a regir en noviembre del mismo año.
 

Se declara que las mujeres deben ser admitidas a rendir exámenes válidos para obtener títulos profesionales con tal que ellas se sometan, para ello, a las mismas disposiciones a que están sujetos los hombres.

Decreto N° 547, 6 de febrero de 1877.

Las mujeres pudieron empezar a rendir los exámenes de ingreso y empezaron a estudiar las mismas carreras universitarias que los hombres. Incluso, muchas de ellas lograron reconocimiento internacional, como el caso de Eloísa Díaz quien fue la primera mujer de Chile y Latinoamérica en titularse de médico en 1887 o Matilde Throup (primera abogada del país, titulada en 1892), cuyo caso fue usado como argumento en distintas Cortes Supremas del mundo que se negaban a entregar el título a las estudiantes de derecho.

En su memoria del Ministerio, Amunátegui señaló que "indudablemente, la simple declaración de que las mujeres pueden ejercer las mismas profesiones científicas que los hombres, con tal que llenen los mismos requisitos que estos, no basta por si sola para ilustrarlas; pero esa declaración junto con hacer desaparecer una interdicción tan injustificable como deshonrosa, es naturalmente un estímulo para que muchas procuren adquirir los conocimientos necesarios para conquistar por el perfeccionamiento de la inteligencia el alto puesto que les pertenece".