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Fiestas Patrias: la primera Junta de Gobierno, las celebraciones populares y la identidad nacional

Justo cuando se cumplen los 204 años de la República, las tradiciones que dieron origen a esta conmemoración incidieron en la organización de todas las instituciones públicas e incluso en el trabajo legislativo.

18 de septiembre de 2014

En las primeras décadas de la República, la Junta de Gobierno del 18 de septiembre de 1810 no tuvo el significado histórico que hoy le damos, como cuna de la Independencia nacional. En esa ocasión, la gran mayoría de los criollos juntistas sólo deseaba un gobierno propio, de carácter provisional, mientras durase el cautiverio del Rey de España. Apenas unos pocos soñaban en la independencia de la monarquía. (Revise el portal de historia política legislativa de la BCN)

 

Por ello, hacia 1820, la celebración de las festividades que tenían relación con la vida independiente del país era difusa. El 12 de febrero se estableció oficialmente como festivo, en 1821 a través del Reglamento para solemnizar el Aniversario de la Declaración de Independencia, pero tuvo múltiples dificultades de implementación debido a la cercanía de las festividades religiosas del carnaval y el miércoles de ceniza. Por otro lado, el aniversario de la Batalla de Maipú también tuvo problemas para conmemorarse ya que se topaba con la celebración de viernes Santo en 1822, debiendo ser trasladada al 17 de abril. (Revise el video con la historia de las Fiestas Patrias)

  

Imagen foto_00000019Finalmente, la multiplicidad de días festivos, las extensas celebraciones y las colisiones que se generaban con las festividades religiosas llevaron a que se decidiera dejar el 18 de septiembre como única celebración como día nacional. Así quedó establecido en el decreto del 14 de agosto de 1824 que oficializó el 12 de febrero y el 18 de septiembre como festivos, eliminando así el 5 de abril, mientras que otro decreto de 1837 eliminó el correspondiente al 12 de febrero.

 

Estas decisiones no estuvieron exentas de polémica ya que reconocidos intelectuales de la época señalaban su disconformidad por celebrar una fecha marcada por la jura de fidelidad al monarca español y no aquellas donde se obtuvo la libertad e independencia de Chile en los campos de batalla.

 

No obstante, hacia 1830, después de un prolongado periodo de conflictos y guerras, era necesario volver a los orígenes y recordar por qué Chile se convirtió una nación independiente.

 

De este modo cuando se comenzó a organizar la República, los primeros gobiernos, conscientes de la necesidad de afianzar el alicaído respeto hacia la autoridad y los poderes públicos escogieron el 18 de septiembre como una fecha señera para las ceremonias de cambio de mando.

 

José Joaquín Prieto fue el primero en jurar en su cargo de Presidente de la República, ante el Congreso Pleno, a las 11 horas del 18 de septiembre de 1831, bajo un riguroso ceremonial que coincidió con el aniversario de instalación de la Primera Junta de Gobierno.

 

Imagen foto_00000021Según la versión de “El Araucano” de la época, "el acto fue celebrado con respetuosos aplausos de una lúcida y numerosa concurrencia que ocupaba la barra", en el antiguo Tribunal del Consulado. Luego, el Presidente Prieto fue recibido con honores en el Palacio de Gobierno y, posteriormente se dirigió a "la Iglesia Catedral para presenciar la augusta ceremonia con que los chilenos solemnizan el día de su nacimiento político".

 

Hasta el día de hoy esa tradición se conserva pues, si bien la ceremonia de cambio de mando se realiza en forma independiente, la fecha se conmemora en el mismo lugar, con el ‘Te Deum ecuménico’ de Fiestas Patrias.

 

Diez años más tarde, la conmemoración de Fiestas Patrias se convirtió en una verdadera fiesta popular. El 18 de septiembre de 1841, se realizó el traspaso de mando al sucesor del general Prieto, Manuel Bulnes, quien era conocido por sus victorias en la guerra contra la Confederación Perú-Boliviana, meses antes.

 

El clima de estabilidad dio pie al desarrollo y afianzamiento de la dimensión más festiva y popular de la celebración del aniversario de la primera Junta de Gobierno. Así, la celebración de las Fiestas Patrias duraba varios días, usualmente entre el día 17 y el 20 de septiembre de cada año.

 

Imagen foto_00000023Los actos oficiales, tales como, el baile de gala y el Te Deum se efectuaban el día 18 convocando a lo más granado de la sociedad santiaguina en los salones de la casa de gobierno y en la Catedral, tal como dan cuenta los retratos de Claudio Gay. Mientras que,  el día 19 de septiembre se realizaban juegos de guerra que luego serían la base de la parada militar. (Atlas de la Historia Física y Política de Chile, Claudio Gay)

 

En el ámbito popular la tónica eran las chinganas, tabernas con piso de tierra y una rudimentaria techumbre de ramas donde se bailaba al ritmo de la zamacueca, la zamba y la refalosa, todo acompañado de abundante alcohol, la embriaguez y uno que otro exceso que colmaba las calles de ciudades y pueblos.

 

A través de la ley 2.977 del 1 de febrero de 1915 se regularon las celebraciones y se redujeron a dos días, dejando el el 18 de septiembre como conmemoración de la Independencia Nacional y el día 19 como celebración de las Glorias del Ejército.

 

TRADICIONES LEGISLATIVAS

 

La conmemoración de la primera Junta de Gobierno también incidió en el quehacer del Congreso Nacional, a contar de 1925, cada 18 de septiembre finalizaba el periodo de Legislatura Ordinaria, donde el Congreso podía abocarse al estudio de cualquier proyecto de ley y tras un receso definido por las celebraciones de la Patria se iniciaba la Legislatura Extraordinaria, periodo en donde solo se podían tratar los proyectos de ley que el Presidente de la República incluía en la convocatoria.

 

 Las características y las razones de este sistema político bicameral tienen su origen en la Constitución de 1928 y se refrendan con algunas variaciones de los periodos de las Legislaturas, en las Cartas Fundamentales de 1833, 1925 y 1980.

 

Sin embargo, tras las reformas a la Constitución aprobadas y promulgadas en 2005 (Ley 20.050), se terminó con la mencionada distinción que obedecía a la preponderancia del sistema político presidencial pero también a una sociedad forjada durante todo el siglo XIX y XX en torno a las actividades de la agricultura y la actividad minera.

 

 

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