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CTPP, el Caballo de Troya de las transnacionales

Por Alejandro Navarro, senador por la región del Bíobio

27 de abril de 2018

Imagen foto_00000019Los 11 países participantes del Tratado Integral y Progresista Asociación Transpacífico, CTPP, esto es, Australia, Brunéi, Canadá, Chile, Japón, Malasia, México, Nueva Zelanda, Perú, Singapur y Vietnam (tras el retiro de Estados Unidos), firmaron el pasado 8 de marzo en Santiago, a solo tres días del término del gobierno de la presidenta Michelle Bachelet, el polémico tratado comercial, el que deberá ratificarse en los congresos de todas las naciones dentro de los próximos dos años.

 

Si bien en un mundo globalizado los acuerdos económicos entre países pueden, en ocasiones, traducirse en beneficios y resultados positivos para sus ciudadanos, cabe preguntarse por qué Chile busca ser parte de un tratado con países con los cuales ya posee un TLC, como lo son los otros 10 participantes del convenio.

 

Por ello es que Donald Trump, con quien no concordamos en muchos aspectos de su discurso y forma de hacer política pero si en esto, decidió retirar a Estados Unidos del acuerdo inicial (TPP), ya que una de sus prioridades es proteger a la industria nacional de su país y a sus ciudadanos, lo que al ser parte del tratado se ponía en entredicho, pues este solo le dará poder y atribuciones a las transnacionales por sobre las naciones, pudiendo incluso las grandes compañías demandar a un Estado miembro por pérdidas de expectativas de ganancias, lo que en otras palabras es entregar soberanía, ya que no se podrán hacer reformas sin consultarle a las transnacionales u otros países.

 

Esto es, no podremos nacionalizar nuestras materias primas, no podremos hacer una profunda reforma al sistema de pensiones, ni podremos aspirar a tener una Nueva Constitución inclusive, sin la venia de las mismas.

 

Asimismo, el TPP ha sido objeto de diversos cuestionamientos desde la perspectiva de los derechos humanos, tanto por instancias internacionales tales como las Naciones Unidas, que entregó un informe a nuestro ministerio de Relaciones Exteriores, como por diversas entidades de la sociedad civil, tales como la Plataforma Chile Mejor Sin TPP, la que es integrada por cientos de organizaciones e individuos.

 

Y una de las principales objeciones, es que tanto el proceso de su aprobación como los contenidos de este pseudo-acuerdo comercial han sido ocultos a la ciudadanía, lo que es profundamente contradictorio con el espíritu participativo que se promulga con iniciativas tales como el proceso constituyente y que además, vulnera el derecho a participar en la dirección de los asuntos públicos, reconocido en el artículo 25 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, ratificado por Chile.

 

Junto con ello, es alarmante la exclusión de los pueblos originarios, contraviniendo todos los tratados internacionales respecto a esta materia de los que nuestro país es parte, disminuyendo también la libertad en Internet y afectando la propiedad intelectual, las semillas, el medio ambiente, los derechos laborales y permitiendo que se perpetúe la monopolización del agua, del mar y de la tierra.

 

En otras palabras, mientras el ex ministro Heraldo Muñoz hablaba de una señal en contra de las presiones proteccionistas y guerras comerciales, se olvidaba de mencionar que en el largo plazo, y como tantas otras veces, serán los ciudadanos y ciudadanas los más perjudicados con este acuerdo, que si beneficiará en cambio a las grandes compañías internacionales, a las transnacionales, al 1% más rico a nivel mundial, el que acapara el 82% de la riqueza en la Tierra.

 

Por ello es que desde que se anunció el acuerdo inicial, hemos participado en diversas instancias de información, discusión y rechazo a este nefasto tratado, el que tras la firma en Santiago deberá ratificarse en el Congreso en Valparaíso y que es donde espero que tanto los diputados como los senadores voten en conciencia escuchando la voz de la ciudadanía, pensando en el futuro de los chilenos y chilenas y de las futuras generaciones y que por tanto, lo rechacen.

 

Por mi parte, anuncio desde ya mi voto en contra de este Caballo de Troya de las transnacionales.

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