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  Debemos construir entre todos nuestro porvenir

  Por Guido Girardi, Presidente del Senado

6 de diciembre de 2011

ImagenLa semana pasada culminó, con mucho éxito, el Congreso del Futuro organizado por la Cámara de Diputados y el Senado de la República en el marco del Bicentenario. Ya he hablado, en esta columna, de este encuentro, que planificamos durante meses. Quise con ello señalar un rasgo distintivo, un sello para el período en que he tenido el honor de ejercer la Presidencia del Senado. Y este Congreso del Futuro expresa muy bien la línea que he seguido desde que comencé a ejercer responsabilidades en el servicio público. Se trata, básicamente, de plantearse otras preguntas, no las clásicas, no las que están en la agenda o programa de cualquier político.

Creo que el estudio y la práctica de la medicina me han enseñado otro tipo de sensibilidad. Los médicos tenemos que interpretar síntomas y muchas veces lo hacemos sobre la base de inferencias; no podemos ver directamente, por ejemplo, un hígado, pero tenemos la suficiente información como para poder decir si ese hígado está sano o enfermo.

Algo así quisimos hacer con el Congreso del Futuro. Quisimos mirar por debajo de las apariencias e interrogar  la realidad de manera no tradicional. Quisimos tomarle el pulso a una vena que no se ve. Y creo que lo logramos. Creo que la cita de la semana pasada, con varios Premios Nobel en ciencias entre los invitados, con los científicos más destacados de Chile, con filósofos, con otros parlamentarios, con la gente que asistió y fue capaz de formular también preguntas trascendentes, logramos trazar mejor el mapa del futuro, el camino que estamos siguiendo, el destino hacia el cual se dirige el mundo.

Y podemos concluir que el panorama no es halagüeño, salvo que tomemos decisiones profundas, urgentes y radicales, y que estas decisiones sean adoptadas de manera consciente, en la esfera que le es propia, por los participantes en este Congreso del Futuro.

En efecto, a los legisladores nos corresponde estudiar, formular y acordar las leyes que luego reciben la promulgación definitiva, pero no podemos hacerlo solos, y ni siquiera sólo sobre la base del apoyo de los tradicionales equipos gubernamentales y técnicos que colaboran o asesoran a los colegisladores, el Ejecutivo y el Legislativo.

Necesitamos, especialmente en los temas que conciernen al progreso científico y tecnológico que crecientemente modela la manera en que nos relacionamos mutuamente, del apoyo y la claridad de las mujeres y hombres de ciencia; y también requerimos de la participación ciudadana, que con toda razón reclama para sí papeles más protagónicos que la simple comparsa o el solo hecho de expresar su voluntad soberana en las elecciones propias de una democracia. Entre todos, y con todos, edificaremos un futuro más amable y digno para estas generaciones y especialmente para las que vendrán.

Esa ha sido la principal lección de este exitoso Congreso del Futuro: hay un porvenir digno para todos, pero tenemos que construirlo entre todos, sin dilación y con generosidad.

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