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  Debemos dar un buen ejemplo a las futuras generaciones

  Por Jorge Pizarro, Presidente del Senado

13 de mayo de 2010

No sólo serlo, sino parecerlo. Esa es la consigna que debiera primar siempre en los servidores Imagenpúblicos a la hora de enfrentarse a la ciudadanía. Y esa es la regla de oro que no se respetó esta semana cuando en la Cámara de Diputados se produjo un vergonzoso altercado verbal entre parlamentarios y donde participó también un Ministro de Estado. Esto no sólo llamó la atención de la prensa, sino que entró a nuestras casas convirtiéndose en tema de conversación de la familia.

Sabemos que nuestro trabajo de legisladores es una labor sumamente expuesta, no sólo a los medios de comunicación, sino que frente a la gente con quien estamos todos los días en las calles de este país. Incluso en los pueblos más recónditos siempre hay alguien que lo reconoce a uno. Esa misma exposición y el ser representantes de la ciudadanía nos obliga a mantener una actitud constante y correcta en todo momento. Esto mismo rige para las autoridades del Estado que deben ganarse el respeto de los gobernados.

La coherencia entre el comportamiento público y privado es una exigencia inexcusable que no podemos soslayar. Cuando no existe, se nota inmediatamente, ya que genera desprestigio y desdén que terminan por perjudicar no sólo a las personas sino, lo que es peor, a las instituciones.

Pero frente a quienes pudieran argumentar que lo ocurrido no está tan mal, porque todos en su casa, entre amigos o en los espacios privados y de confianza han dicho un garabato o una mala palabra, la respuesta es una sola: Ese no es el asunto. El problema está precisamente en el espacio donde se dijo lo que se dijo. Y donde se amplificó lo que se dijo con ventilador.

La política es una actividad noble que debe ejecutarse con dignidad y respeto. Por eso no podemos dar que hablar por comportamientos inadecuados precisamente por respeto a la gente. Por eso no corresponde que entre colegas parlamentarios se agredan de la forma en que ocurrió. Sabemos que la política es pasión muchas veces, pero siempre se deben guardar las formas.

No es ningún pecado pensar distinto ni tener visiones completamente discrepantes, pero siempre hay como expresarlas dentro de ciertos márgenes. Con altura de miras. Debemos dar un buen ejemplo a las futuras generaciones porque es nuestra responsabilidad y nuestra obligación. No solo ser "honorables" como se nos dice en los vocativos, sino parecerlo que es lo más difícil.

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