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Diálogo de alto nivel en iniciativas de integración en Asia Pacífico

Por Ricardo Lagos Weber, Presidente del Senado

16 de marzo de 2017

Imagen foto_00000019El mundo atraviesa un período turbulento. El malestar con la globalización es evidente en los países industrializados (paradojalmente, sus principales impulsores). El Brexit y las recientes elecciones en Estados Unidos son las manifestaciones más obvias. Aumenta  la oposición a la migración y al comercio, al que se le culpa del desempleo, el estancamiento salarial, la creciente desigualdad y la desindustrialización.

 

En esta nueva era de la postverdad, poco importa que la evidencia indique lo contrario. Gran parte de la pérdida de empleos industriales en el mundo desarrollado se debe a la creciente automatización, y el aumento de la desigualdad obedece principalmente a factores como la inequidad en el acceso a la educación y estructuras tributarias insuficientemente progresivas. Peor aún, se prefiere ignorar que el comercio ha sido un ingrediente fundamental de la impresionante reducción de la pobreza mundial en las últimas décadas: según el Banco Mundial, la pobreza extrema se redujo del 42% de la población mundial en 1981 al 11% en 2013.

 

China, India y tantos otros países asiáticos son el mejor ejemplo de cómo la participación en el comercio mundial ha sacado a cientos de millones de personas de la miseria. En América Latina, Chile también es un buen ejemplo. El fuerte desarrollo que hemos tenido en las últimas tres décadas –con todas sus limitaciones- resulta inconcebible en una economía cerrada. Si hoy somos una sociedad de clase media, con derecho a plantearnos nuevas aspiraciones, es porque no le hemos dado la espalda al mundo sino que hemos buscado integrarnos en él. Obviamente, debemos y podemos hacerlo mejor. En particular, el desafío de la diversificación exportadora resulta ya ineludible. 

 

Estas reflexiones cobran especial relevancia en la actual coyuntura internacional. El período 1945-2015 fue quizás el de mayor progreso económico y social en la historia de la humanidad. Contar con un sistema comercial abierto fue central para ello, y Estados Unidos tuvo un rol clave en su creación y desarrollo. Sin embargo, hoy sus nuevas autoridades anuncian que el multilateralismo pasará a segundo plano, y que el nuevo énfasis estará en el bilateralismo y –más preocupante- el unilateralismo. Es la “America First Trade Policy”. El retiro del TPP y la anunciada renegociación del NAFTA se enmarcan en este nuevo enfoque, caracterizado por el nacionalismo económico (el mismo que critican a otros países) y la primacía absoluta del “interés nacional” por sobre el bienestar global. 

 

Es necesario recordar las lecciones de la historia, y la tragedia en que culminó la espiral proteccionista en que entró el mundo tras la Gran Depresión de los años treinta. Estamos aún lejos de ello, pero en una economía mundial que ha entrado en una “nueva normalidad” de bajo crecimiento tras la crisis de 2008-2009, las señales que llegan del norte son muy preocupantes.  

 

En este contexto, resulta muy oportuno el liderazgo asumido por el gobierno de Chile al convocar esta semana a Viña del Mar a los miembros del TPP más China, Colombia y Corea. El objetivo es discutir opciones para fortalecer los vínculos entre la Alianza del Pacífico y Asia Pacífico en esta nueva y desafiante coyuntura. Pero quizás más importante es el mensaje político de la reunión: en estos tiempos inciertos, somos muchos los países que no vemos el comercio como un juego de suma cero y que seguiremos privilegiando la cooperación por sobre la confrontación.          

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