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Educación parvularia: lo que realmente importa

Por Juan Antonio Coloma, senador por la Región del Maule

8 de noviembre de 2013

Imagen foto_00000003Me alegro profundamente que se legisle sobre la educación, no sólo ante el ruido de las manifestaciones, sino que ante el silencio de las necesidades y el proyecto que hace obligatorio el kínder, da cuenta de ello.

 

Valoro que se profundice el acceso a la educación desde los primeros años de vida, porque ello significará contar con mejores elementos formativos destinados a todos los niños y niñas de nuestro país. El mérito de esta iniciativa está justamente en eso: en poder despejar lo accesorio de lo central. Todo es obviamente legislable, pero no todo es fundamental porque hay que ser capaces de profundizar en lo que realmente importa.

 

Cuando uno mira cifras, se da cuenta que muchos menores no asisten al kínder, y menos niños aún forman parte de la educación preescolar anterior. Ante esto, uno logra intuir, sin ser especialista, que ahí hay una debilidad muy estructural de todo el sistema.

 

Claramente aquí había dos elementos. Primero, había una insuficiente priorización de lo que significaba la educación parvularia en nuestro país, cuestión que me alegro mucho que este Gobierno haya sido capaz de advertirla y legislarla. Y, segundo, también tiene que ver con el vaso comunicante que esto tiene con los hábitos culturales. En muchos lugares a los padres les preocupa qué ocurre en los jardines y simplemente no mandan a sus hijos.

 

Entiendo que este es un proyecto tiene visión de futuro, que no es contestatario de una realidad, que no simplemente explica una situación. Se trata de formar hábitos y cultura que permitan igualar las oportunidades.

 

La aprobación de este proyecto requería un quórum tan alto como una reforma constitucional. Hay temas que requieren consenso máximo, no mínimos. Y esto sí requería un acuerdo contundente. Se trata de mancomunar posiciones en las materias fundamentales. Esto pertenece a la realidad del país, no es reflejo de un tema, coyuntural ni mucho menos de una situación contestataria.

 

Me alegro de esta aprobación y aplaudo que a veces los silencios también tengan sentido, porque obviamente los niños de dos y tres años no marchan, pero son las personas que, de alguna manera, conforman de verdad el futuro de Chile.

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