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EL CONGRESO NACIONAL: UN PATRIMONIO QUE PERTENECE A TODOS

Por Andrés Zaldivar, Presidente del Senado

7 de julio de 2017

Imagen foto_00000016El 4 de julio de 1811 se inauguraba el primer Congreso Nacional de Chile, creado por iniciativa de la primera Junta de Gobierno, que depositaba en esta instancia el mando supremo de la Nación. Presidido por el diputado por Santiago, Juan Antonio Ovalle, estaba formado por 36 diputados propietarios e igual número de suplentes, que representaban a los distintos pueblos y villas. Este Parlamento fue uno de los más antiguos de América.

 

En un clima político marcado por los afanes independentistas, la polarización entre sus integrantes llevó al Jefe de Estado, José Miguel Carrera, a disolver el Congreso, que alcanzó a sesionar 55 veces y a despachar importantes leyes y reglamentos. Al año siguiente se creaba un Senado compuesto por siete miembros, presidido por Pedro Vivar y Azúa y con facultades que limitaban el poder del Ejecutivo.

 

Al compás de las vicisitudes de la política criolla, el Congreso Nacional fue sufriendo interrupciones y cambios, tanto en su estructura como en sus atribuciones. Uno de ellos estuvo dado por la Constitución de 1828, que estableció definitivamente un Parlamento bicameral.

 

Su labor no ha estado exenta de tensiones con el Ejecutivo, las que en más de algún momento derivaron en la clausura del período de sesiones o incluso en la disolución total del Parlamento. Sin embargo, el papel de esta institución en el devenir del país ha sido cada vez más preponderante y, pese a los conflictos entre distintos sectores y a las aprensiones de ciertos gobiernos, las prácticas parlamentarias pasaron a ser una constante en la vida política nacional.

 

Sin duda, un Congreso democráticamente elegido y conformado por hombres y mujeres que persiguen el progreso de su país y el bienestar de sus compatriotas, es un pilar fundamental de nuestra sociedad. Un Congreso eficiente, preocupado de la calidad y oportunidad de su tarea, es la base para sacar adelante las leyes que Chile necesita. Un Congreso guiado por valores éticos, vinculado con la comunidad, que escucha a la gente y busca los caminos para crecer en justicia y equidad, es lo que Chile espera.

 

El Parlamento es tal vez el máximo ícono de la democracia, con toda su tradición e historia, con sus dolores, sus virtudes y defectos, con su diversidad. Es el espacio donde se exponen las opiniones y convergen las ideas que representan a cada habitante de nuestra Patria, hasta llegar a los consensos necesarios para definir los grandes cambios que el país requiere. Aquí radica, por ejemplo, la facultad constituyente, según la cual se decide el contenido de nuestra Carta Fundamental de acuerdo con las normas vigentes.

 

Por ello, al cumplirse 206 años desde la creación del Congreso Nacional, no sólo estamos recordando un hecho puntual de la biografía de Chile. También estamos mirando al presente y al futuro de nuestra democracia; esa que en días trágicos perdimos, pero que entre todos supimos recuperar y que ahora debemos cuidar y fortalecer, reemplazando la descalificación y el enfrentamiento por el respeto y el diálogo.

 

Los invito a seguir escribiendo esa biografía colectiva, llenando sus páginas con todo lo que este Congreso hace por el país y que lo convierte en un patrimonio perenne, que pertenece a todas las generaciones. 

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