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El deber de avanzar en aquellas materias de vital importancia

Por Jorge Pizarro, Presidente del Senado

12 de abril de 2013

Imagen foto_00000014En Chile nadie sobra, por mucho que algunos sectores de opinión crean que existe una única verdad. El último Censo demostró que nuestro país ha experimentado cambios profundos en la conformación de la familia, la distribución territorial, el acceso a tecnologías, las corrientes de opinión y muchos otros aspectos. La primera evidencia, es que en 10 o 20 años sí han pasado muchas cosas.


No sólo ha crecido la edad promedio del país con el evidente impacto en nuestra tasa de natalidad, sino que se muestra un Chile más conectado, más diverso, avanzado y preparado que antes. Esto no es gran noticia si consideramos que los países que crecen y que se desarrollan, ofrecen más opciones a sus ciudadanos; lo interesante es que como nación, lo estemos haciendo de manera acelerada. Lo importante sin embargo, es que ese desarrollo alcance a todos y a todas y no a un grupo privilegiado.


Y eso vale para cada aspecto de la vida social, política, económica, cultural y hasta religiosa. Una cifra es llamativa: quienes se declaran ateos, agnósticos o que no tienen ninguna creencia religiosa, subió de poco más de un 8% en 2002 a más del 11% en 2012. Junto con eso, se aprecia una diversificación de credos, disminución en algunos y aumento en otros. El resultado de estos fenómenos es que el peso de los debates valóricos cobra una nueva dimensión: Chile es más abierto, menos ortodoxo y más receptivo a nuevas realidades sociales.


El hecho de que exista un porcentaje altísimo de parejas que conviven, 2.113.703 personas, nos obliga como sociedad, como Poder del Estado, a dar una respuesta nacional e institucional a los problemas que enfrentan esas familias. La mayoría en Chile se declara “católica” o “cristiana”, y esa mayoría vive según los preceptos de su credo, pero hay otras visiones y el deber Republicano de las instituciones del Estado es legislar, regir y aplicar leyes para todos, desde una perspectiva laica, cuidando que valores nacionales y humanos sean los que prevalezcan.


Una de las Comisiones de este Senado aprobó en general el proyecto de Ley de Acuerdo de Vida en Pareja, pese a la resistencia injustificada de algunos sectores políticos que anteponen visiones religiosas antes que el sentido republicano de la legislatura. Si el tema de fondo son las parejas del mismo sexo, entonces estamos frente a un tema de discriminación difícil de sostener.


La garantía que debe ofrecer el Congreso Nacional es que se avanzará en aquellas materias que son de vital importancia para la ciudadanía y que ese trabajo se hará observando los intereses de grandes mayorías y también de las minorías que necesitan el cuidado y protección de las instituciones. Estamos hablando de proteger y promover la familia –de todos los tipos de familia-, la protección de nuestra sociedad, la preservación de nuestra idiosincrasia y formas de vida, y la proyección de este Nuevo Chile que ha crecido con los años.


No hay que temer al debate y es bueno que la palabra empeñada por los actores políticos en éste y otros temas, sea cumplida y presentada ante la gente. Tenemos la voluntad de avanzar en este proyecto, de sumar ideas y perfeccionamientos, pero en ningún caso esconder la cabeza en el suelo.

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