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El país no se merece que se centre en descalificaciones y faltas de respeto

Por Jorge Pizarro, Presidente del Senado

24 de octubre de 2013

Imagen foto_00000002La política es una actividad de servicio público por excelencia, que demanda altos estándares de disciplina, responsabilidad, transparencia y entrega. La máxima expresión de ese servicio a la comunidad es cuando se toma la decisión de postular a la Presidencia de la República que es el más alto honor que una persona puede asumir en pos de servir a la Nación.

 

Las escenas de los candidatos de la derecha han mostrado por estos días en el desarrollo de la campaña, dista mucho de lo que el país espera de quienes aspiran a ejercer la más alta magistratura. Más aún cuando los demás postulantes han hecho esfuerzos reales por hablar de temas que importan a la gente y que tienen que ver con las transformaciones que el país requiere para reactivarlo.

 

Las querellas cruzadas, acusaciones de líos legales y de faltas a la verdad son la tónica de la campaña del oficialismo y por el bien de una elección democrática e informada, sería bueno que el debate volviera a las ideas y no se centrara en ataques a las personas.

 

El propio Gobierno ha intentado terciar en estas disputas, incluso desviando la atención intentando atacar a la candidata de la Nueva Mayoría, como si eso aplacara en algo el triste espectáculo que vemos por los medios de comunicación. Por el bien de la actividad pública, de la democracia y la política, sería bueno que algunas cosas dejen de ocurrir cuanto antes. No puede ser que el gobierno intervenga de manera tan descarada en la elección, no puede ser que se utilice el dolor de las familias y el recuerdo de quienes murieron en el terremoto de 2010 para intentar hacerle campaña a la abanderada del Gobierno.

 

No es aceptable que la campaña se centre en intentos de descalificación, acusaciones de delitos y faltas de respeto. No es lo que el país se merece. Ya habíamos visto cómo el tono belicoso de la campaña oficialista estaba enturbiando lo que debe ser un proceso normal, de cordialidad y amistad cívica.

Es momento de que los partidos, los dirigentes de las colectividades y la misma ciudadanía, llamen a la serenidad a las candidaturas en conflicto y al propio Gobierno para que nadie pierda de vista el papel que le cabe a cada uno en este proceso republicano.

 

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