Click acá para ir directamente al contenido

  El placer de fumar y sus restricciones

  Por Carlos Larraín, senador por la Región de Los Ríos

31 de mayo de 2012

ImagenHace unos días se votó en el Senado la aplicación de nuevos mecanismos contra los fumadores y la exposición del humo del tabaco en lugares de uso público y colectivo. Mi voto fue uno de los tres en contra en la sala, y no lo hice por estar ajeno al daño que produce el tabaco en la salud -eso lo saben hasta los niños-, sino por la escalada de prohibiciones que se han venido dando en decisiones que coartan el derecho y las libertades de las personas en una sociedad democrática.

 

Si bien, lo positivo del proyecto de ley que se votó coloca énfasis en el esfuerzo de educar a los jóvenes y al impedimento de la circulación gratuita de productos en base a tabaco a menores, con aditivos dañinos que se utilizan a veces como estímulos para crear dependencias adicionales, hay un rol tutelar demasiado desarrollado que está ejerciendo el Ministerio de Salud por quienes habitamos esta nación, que cae en la exageración.

 

La definición de "espacio cerrado" que se da en el proyecto es tan amplia que, en los hechos, incluye cualquier cosa edificada sobre el nivel natural de la tierra y también debajo de ella. La prohibición de la publicidad también resulta atentatoria contra la libertad de trabajo. Ya en el artículo 10, letra a, se  había establecido la posibilidad de que ciertos establecimientos de restoranes, bares y pubs pudieran tener áreas separadas. Ahí muchos operadores de estos locales hicieron inversiones sustanciales, amparados precisamente en lo que predicaba la ley. A raíz de la derogación de los artículos 12 y 13 de la ley vigente,  esa inversión se va a perder y a esos operadores se les va a causar un daño importante, ya que queda desechada la idea del espacio segregado para fumadores y no fumadores. Esto es verdaderamente riguroso y muy excluyente.

 

A este paso, presumo que una ampliación de la ley considerará en un futuro cercano la aplicación de multas a la conducta individual: sanción a la persona que sea sorprendida fumando en su propia oficina. Para esto será necesario crear un enjambre de inspectores con máscaras que los proteja del humo del cigarrillo. Multa de 2 UTM la primera vez que sea sorprendido, y si es reincidente, ¡4 UTM!. Pareciera que la palabra "castigo" es el mote mágico de los hiper-reguladores.   Es una actitud muy restrictiva, una desconfianza tremenda en las habilidades que tienen las personas individuales para decidir sobre su propia suerte.

 

Existe mucha gente que se va a ver restringida en sus vidas personales por la nueva ley. En la sala del Senado no se consideró  que en nuestra sociedad hay personas de mala situación económica para quienes uno de los grandes placeres de su existencia es fumarse un cigarrillo. Es probable que por ese placer, más de alguno se eche a perder un alvéolo. Pero existen muchas conductas humanas que echan a perder la salud, como comer en exceso o romperse las articulaciones trotando. Ahí el Ministerio de Salud podría extender sus recursos para atender también a estas personas. Curiosamente, estos ultra-prohibitivos son ultra-partidarios del aborto, y seguramente tendremos también sus argumentos a favor de la legalización de la marihuana, invocando para ello grandes principios de la libertad universal.

 

Por las habilidades que tienen las personas para ejercer su individualidad en una sociedad democrática, me parece que esta ley es contradictoria a sus prácticas por estar creando una sociedad satinizada, que no corresponde ni contribuye en nada a la naturaleza humana.

 

Imprimir