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El primer fracaso de la reforma educacional

Por Iván Moreira, senador por la Región de Los Lagos

2 de octubre de 2015

Imagen foto_00000016Esta semana conocimos los primeros efectos de la gran reforma educacional impulsada por el gobierno de la Nueva Mayoría. Para llegar a este objetivo, el Ejecutivo hizo previamente una reforma tributaria, que como lo ha reconocido el propio Ministro de Hacienda, Rodrigo Valdés, no quedó bien diseñada y requiere de ajustes.

 

Pero peor aún, este proceso de alza tributaria contribuyó a generar un clima de falta de confianza e incentivos para invertir en el país, según lo ha explicado el Banco Central. Además producto de esta reforma educacional, el gobierno se tuvo que pelear con gran parte de su conglomerado político, especialmente con la DC.

 

Es cosa de recordar las frases del entonces Presidente de esa colectividad, el senador Ignacio Walker, quien en ese entonces acuñó la frase de que “se transformará al Ministerio de Educación en un gestor inmobiliario”, porque lo que buscaba el proyecto, aunque de manera soterrada, era a la adquisición por parte del Estado de los colegios particulares subvencionados.

 

También se formaron grandes movimientos ciudadanos en todas las regiones del país compuesta por apoderados de colegios subvencionados, quienes se oponían –y se oponen- a esta nueva política educacional del gobierno de la Nueva Mayoría. Gracias a esas grandes manifestaciones ciudadanas se logró evitar daños mayores. Y todo estos costos políticos y de mal estar ciudadano y que han impactado fuerte y negativamente en la economía del país y en la aprobación de la Presidenta y del Gobierno. ¿Valieron la pena?

 

Las cifras nos indican que no. Pues tal como lo reconoció el propio Seremi de Educación de la Región de los Lagos, señor Pablo Baeza, de un total de 185 colegios particulares subvencionados solo 29 se acogieron al régimen que ofrece la ley, que consiste en que bajo ciertas condiciones que le impone el Estado a estos establecimientos educacionales, el gobierno le aumenta la subvención para que así los apoderados no paguen el copago.

 

Es decir, en nuestra región, solo un 16% aceptó el trato que el gobierno les propuso a estos colegios. Sin duda que es una cifra muy baja. Lo insólito de todo esto es que, después de tanto esfuerzo y del daño económico y político que ha tenido que enfrentar el país, si uno se pregunta si nuestros niños recibirán una educación de mejor calidad con esta reforma, la respuesta es no. Porque será el mismo colegio y el mismo profesor quien estará enseñando, sin que se haya invertido un peso en capacitación y tecnología para ellos.  

 

Además, ha sido una mala política pública el haber partido por ir a financiar el copago de los colegios particulares subvencionados en vez de ir primero en apoyo de los establecimientos municipales que, en general tienen un rendimiento escolar más bajo y, además, acuden a ellos niños de familias más vulnerables. Y para peor, ahora nos dicen que los recursos no alcanzarán para todos los cambios que se quieren hacer en educación.

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