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  El respeto por la opinión ciudadana

  Por Jorge Pizarro, Presidente del Senado

21 de enero de 2011

ImagenNo hace mucho tiempo escuchábamos a la derecha chilena acusar a la Concertación de usar el Gobierno como espacio de cuoteo político. Cada vez que sus dirigentes tenían ocasión, levantaban una articulada, amplificada y dura campaña comunicacional denunciando el "secuestro del Estado" para atacar así a sus opositores, con toda la publicidad a su disposición.

El cambio de gabinete que realizó el Presidente hace unos días, provocó que dos destacados senadores en ejercicio ocupen ahora cargos de Ministros de Estado, con el consiguiente movimiento en las filas de los partidos oficialistas para reemplazar los cupos dejados por sus colegas. Qué ironías de la vida que ahora el país presencie cómo funciona el cuoteo político, esta vez en la derecha. Es que, ahora, este hecho tan criticado anteriormente, en realidad no guarda ninguna gravedad, reprobación ética o política.

Los Gobiernos llegan al poder gracias a "votaciones políticas"; gracias a "acuerdos políticos", sustentados por "proyectos políticos" que idean y defienden "partidos políticos". La ciudadanía escoge cuál de esas propuestas es más creíble y cuál interpreta mejor el sentir de un país en un determinado momento. El tiempo ha demostrado que el insistente 'cacareo' al que estuvimos expuestos sobren el cuoteo, no era más que una falacia que los chilenos tuvimos que soportar sin ningún tipo de contrapeso o empate comunicacional.

Lo cierto es que hoy no observamos esas mismas críticas en los círculos que hoy son afines al Gobierno de turno. Pero esto no es relevante en sí mismo. No pocos hoy se preguntan si la reforma constitucional que autorizó a los partidos proponer el reemplazante de un parlamentario que deja el ejercicio del cargo, a dedo, saltándose la voluntad popular, es realmente democrática o no. En su minuto, se pensó que era justo que el partido que ponía a uno de sus militantes en el Congreso, mantuviera el cupo si el parlamentario dejaba el cargo.

Ese enfoque es legítimo si se piensa desde la perspectiva de resaltar la labor y el rol de los partidos políticos. Tal vez es la hora de resaltar y poner en el centro del debate a la ciudadanía y la voluntad popular. Es justo hacer ese debate hoy, cuando justamente uno de los nuevos parlamentarios designados en el Senado ha reconocido que la forma en que llega a la Corporación no es la más elegante.

No es primera vez que nos enfrentamos a las imperfecciones del sistema electoral. De hecho, ha habido casos en que prácticamente un parlamentario ha resultado en la práctica ser designado al no haber tenido competencia en la elección. El sistema binominal lo ha permitido. Está bien que el Gobierno rearme un gabinete que estaba haciendo aguas por varios flancos; es perfectamente entendible que se intente blindar a ministros que han cometido errores garrafales ante la ciudadanía, como ocurrió en Magallanes; es entendible que el Gobierno intente darle algo de consistencia a su proyecto político recurriendo a figuras del Congreso.

Lo que no es entendible es que la derecha siga negándose a aprobar modificaciones de fondo al sistema electoral de modo de convertirlo en un testimonio fehaciente de profunda y real democracia. En este asunto, siempre hemos avanzado lo que la derecha nos ha dejado. Es de esperar que el bochorno de ver a parlamentarios que se pelean por ser designados en los cupos vacantes del Senado, ayude a generar conciencia de que lo único que debemos respetar es la opinión de la ciudadanía. Tal vez en el pasado nos equivocamos como Congreso Nacional al dar luz verde a este sistema de reemplazo de los parlamentarios, pero siempre es bueno reconocer los errores y corregirlos para fortalecer la democracia.

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