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  El rol del Gobierno en el comportamiento del dólar

  Por Jorge Pizarro, Presidente del Senado

8 de octubre de 2010

ImagenLa solidez de la economía chilena no es fruto de unos pocos meses de nuevo Gobierno sino del trabajo sostenido por años y de la responsabilidad con que la Concertación manejó las finanzas de nuestro país. Sería francamente un despropósito que la derecha se arrogue éxitos económicos sin reconocer que hoy está cosechando lo que otros Gobiernos hicieron para enfrentar las sucesivas crisis económicas mundiales. Esta solidez y desempeño de la economía tienen sin embargo consecuencias complejas y no siempre beneficiosas para todos los sectores económicos.

El dólar en caída es resultado de la fortaleza del desempeño de la economía chilena y que, lamentablemente, está impactando a un importante sector económico ligado a la exportación o la agricultura, por ejemplo. Cuando hoy se ve al Ejecutivo pidiendo directamente gestiones al Banco Central para intervenir el comportamiento de la divisa, se cae en un serio riesgo de ser inconsistente en materia de políticas públicas: ciertamente, la derecha hubiera rasgado vestiduras si este tipo de acciones las hubiese llevado a cabo la Concertación.

Esto deja enseñanzas. Hay materias en las que se requiere necesariamente políticas y visión de Estado y largo plazo, como la Defensa Nacional, la Energía y el modelo Exportador chileno, entre otras áreas igualmente estratégicas. El destacado economista Ricardo Ffrench-Davis ha planteado hace años que Chile requiere un dólar de equilibrio que entregue señales de estabilidad y confianza a los privados para, a su vez, aumentar el valor agregado de nuestras exportaciones. Es verdad que con este tipo de cambio se desalientan la competitividad, el aumento en la calidad de nuestros productos y puede provocar efectos para nada deseados como la pérdida de competitividad y empleo.

Desde la Concertación se ha sido extremadamente responsable en materia macroeconómica y en el ámbito del respeto a instituciones autónomas como el Banco Central, pero es evidente que cuando se ve afectado el potencial desarrollo del país, no se puede ser más papista que el Papa. Es cierto que el sector exportador, la agricultura y la industria deben mejorar la productividad, pero para ello es imperioso reducir al mínimo la incertidumbre. El Banco Central es autónomo; sí, lo es. Pero no tanto como para desentenderse del desarrollo de la nación; es autónomo en sus decisiones, pero los Gobiernos y la clase política deben hablar y pronunciarse sobre cuáles son las mejores opciones para asegurar una economía sana.

Chile ha optado por un sistema liberal de economía lo que no significa que no se pueda hacer nada por guiar, corregir, o intencionar su curso en beneficio del crecimiento, el empleo y de la gente. La inconsistencia trae riegos: quienes antes consideraban sacrilegio la intervención del dólar por las reglas del mercado, hoy deben reconocer que otra cosa es con guitarra. Si el Banco Central no se involucra en este asunto y el Ministerio de Hacienda sólo vela por las finanzas públicas, ¿quién se preocupa del crecimiento? Es hora de hablarlo sin prejuicios y llegar a un acuerdo nacional. La economía lo necesita, la ciudadanía espera sus resultados.

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