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En medio del dolor, hay fuerza y solidaridad

Por Adriana Muñoz, senadora por la Región de Coquimbo

25 de abril de 2014

Imagen foto_00000014Terremotos, inundaciones, sequía, incendios, maremotos, erupciones volcánicas forman parte de nuestra memoria histórica, como pruebas que el destino ha puesto a nuestras familias, ciudades y al país entero.

 

Cada cierto tiempo nos vemos enfrentados a enormes catástrofes. El infortunio, nuestra geografía y también la precariedad se confabulan generando dolor y pérdidas humanas y materiales.

 

Hoy es el incendio en Valparaíso, ayer un gran sismo en el norte grande, sin olvidarnos del terremoto y maremoto del 27 de Febrero de 2010 y, por cierto, de la sequía que afecta a nuestra zona y el centro sur desde hace casi una década.

 

Como cada hito doloroso en la vida, estos siniestros son también una ocasión para reflexionar y recoger lecciones que nos ayuden a mejorar y tratar de minimizar los daños para nuevos eventos que sabemos, lamentablemente siempre ocurrirán.

 

Las últimas catástrofes que hemos vivido son en primer término un llamado a la humildad. Seguimos siendo un país con muchas falencias. Pese a los discursos eufóricos y exitistas de algunos, Chile sigue teniendo enormes dificultades y muchos de nuestros compatriotas viven en condiciones muy difíciles.

 

La enorme desigualdad se manifiesta con crudeza en estos dramáticos episodios. Por eso es tan importante una reforma tributaria que permita que quienes ganan más aporten más a nuestra sociedad y especialmente para mejorar las condiciones de quienes viven situaciones de tanta vulnerabilidad.

 

Surge, también, la necesidad de ocuparnos de los problemas y buscar soluciones. Si nuestro país es azotado con frecuencia por estos embates tenemos que redoblar nuestra inversión en prevención y seguridad. Mejorar las instituciones de respuesta a las emergencias y dotarlas de equipamiento y personal deben ser una prioridad.

 

Con estas tragedias florecen cualidades muy valiosas, la solidaridad y el empuje de nuestra gente. Los miles de jóvenes trabajando en los cerros de Valparaíso son una gran señal. Hace tan pocos años se decía que “no estaban ni ahí” y, sin embargo, los vimos marchar por una mejor educación y una sociedad más justa y con oportunidades y los vemos ahora tomando en sus manos los sueños y esperanzas de miles de porteños.

 

También es notable la fuerza de quienes a pocas horas de haberlo perdido todo, secan sus lágrimas, se levantan y se predisponen a ponerle el hombro a la adversidad y reconstruir lo antes posible. Son hechos que en medio del dolor, alientan.

 

Al terminar, no debemos olvidarnos ni un momento de nuestra propia región, tenemos que seguir enfrentando con decisión la tragedia que viven día a día nuestros campesinos.

 

La sequía está ahí, permanece. Por tanto, requerimos que el Gobierno no descuide ni desatienda los esfuerzos para mitigar esta situación y, junto con ello, exigir acciones más sustantivas  orientadas a un nuevo Código de Aguas y a establecer en la Constitución el agua como un bien nacional y de uso público.

 

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