Click acá para ir directamente al contenido

  Espacios privados y personales

  Por Alberto Espina, senador por la Región de La Araucanía

2 de noviembre de 2012

ImagenA una persona no se le puede impedir que fume en su casa particular, en su propia terraza, en un recinto privado o que lo haga en un lugar de trabajo, siempre y cuando sea en un sitio en donde no está afectando a los terceros.

 

Sin embargo, y pese a que soy fumador, soy partidario de que se prohíba fumar en los pubs, restaurantes, discotecas, casinos y casas de juego. Y tengo un argumento: en esa hipótesis se está derechamente dañando a terceras personas.

 

Además, a quienes somos fumadores mientras más restricciones nos ponen más nos ayudan a dejar de fumar. Y ese es un dato objetivo.

 

Lo que ocurre en la práctica es que si hay un grupo de fumadores y otro de no fumadores, muchas veces quienes no fuman van en compañía de los que sí fuman y terminan entrando a lugares en donde, en definitiva, hay un daño que se está produciendo objetivamente a la salud de las personas.

 

Recuerdo que el año 90 en la Sala del Senado y la Cámara de Diputados se fumaba, también hasta hace muy pocos años era común que la gente fumara en los pasillos. Se fumaba en los aviones y en los aeropuertos. Por eso, en la medida que se va restringiendo los lugares, aquellos que fuman lo van haciendo menos.

 

Por eso prohibir fumar en lugares públicos como restaurantes, discotecas o pubs es una norma absolutamente coherente, sin caer en el excesivo fundamentalismo, que sostiene que no se puede fumar en ninguna parte del mundo.

 

Mientras más limitaciones razonables existan se ayuda objetivamente a quienes fumamos, porque se nos restringe y se nos deja espacios donde poder hacerlo, porque no está prohibido hacerlo en la calle o en un patio abierto. Y finalmente, esto incide en un tema de salud que es real.

 

Por lo demás, este es un principio que se aplica en distintos países. Es raro encontrar en ciudades americanas, en países europeos un lugar donde se pueda fumar. Las personas fumadoras tienen que salir a la calle.

 

Creo que con esto se le hace un favor tanto a los que fumamos como a los que no. Se privilegia la salud de las personas, pero manteniendo el criterio de que en los espacios privados y personales la persona tomará la decisión que estime conveniente.

 

No obstante, comparto la preocupación que existe frente a la situación que enfrentan algunos trabajadores que se desempeñan en lugares donde está permitido fumar porque los estamos obligando a tener un trabajo que le va a hacer daño, y eso no me parece justo.

Imprimir