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Estamos en una crisis evidente que exige una respuesta

Por Jorge Pizarro, Presidente del Senado

17 de mayo de 2013

Imagen foto_00000014El debate en torno a si se hacen primarias legales o convencionales, si se blinda o no a tal o cual parlamentario, oculta el verdadero y único problema de fondo: La persistencia del peor de los legados de la dictadura militar, el sistema electoral binominal. Este invento ha sido protegido, cuidado y alimentado con dedicación por la derecha chilena. Digan lo que digan, siempre el punto final es que nunca ha dado los votos para cambiarlo. Aunque haya habido iniciativas que hubieran estado más cerca o más lejos de prosperar, la respuesta ha sido siempre la misma. No se toca.

 

Este sistema ha permitido que quienes llegan terceros en la elección, sistemáticamente logren el segundo lugar en la carrera electoral. Esta cuidada injusticia, ha permitido hoy tener un sistema político empatado de manera ficticia, ha posibilitado que las mayorías se vean obstruidas por minorías que no representan la diversidad del Chile de hoy, ha alimentado un galopante desprestigio y desconfianza hacia la política, ha generado una crisis de representatividad en el seno de la sociedad chilena.

 

Esto ha significado que cualquiera de las medidas “correctivas” que hemos intentado en estos años, como el voto voluntario o la Ley de Primarias, o las que vienen, como el voto de chilenos en el exterior, no sirvan de nada. En la práctica, da lo mismo si a la larga hay o no hay primarias porque la lógica de la elección binominal hace que el voto de la gente importe menos que la “estabilidad” del sistema. “Estabilidad” es un eufemismo para referirse a un mecanismo que asegure que la minoría se vea sobrerrepresentada.

 

De hecho, el actual candidato presidencial de RN fue prácticamente designado senador en su momento. La elección era un mero trámite. Pero con esta crítica no quiero excusar a la Concertación por no hacer los esfuerzos necesarios para dar una señal clara en favor de la participación ciudadana. Lo que ocurre es que da risa que los cuestionamientos provengan de partidos que ni siquiera eligen a sus directivas o que han promovido homenajes a un dictador.

 

Pero el tema de fondo sigue siendo cómo es que una parte de los sectores políticos de Chile se han opuesto sistemáticamente a que el aire entre a la casa y que haya competencia real, franca y sin subsidios. La amenaza es que los partidos están siendo sobrepasados por movimientos menos orgánicos, menos integrados y más confrontacionales en algunos casos. Esto no es miedo al movimiento social, sino que un serio reproche al rol conductor que tienen los partidos políticos y que es de naturaleza distinta a la de los movimientos ciudadanos.

 

No es cierto que las puertas de esta Corporación, del Congreso en general o de los partidos de la Concertación hayan estado cerradas para un acuerdo nacional a favor de mayor representatividad. Estamos en una crisis evidente y que exige una respuesta. Las evidencias las vemos en cómo los ciudadanos hoy exigen derechos que han existido por años, pero que parecía que nadie tenía real derecho a exigirlos. Es tiempo: de la gente a demandar un compromiso real de los partidos con una efectiva democracia representativa, y de los partidos a ejercer esa responsabilidad sin tenerle miedo a la ciudadanía.

 

Los votos mandan siempre.

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