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  Hacia un Estado social y democrático

  Por Camilo Escalona, Presidente del Senado

16 de noviembre de 2012

ImagenDiscurso del Presidente del Senado, Camilo Escalona, en la presentación del libro "Retrato de la desigualdad en Chile".

(Universidad Los Lagos - Puerto Montt, 15 de noviembre de 2012)

Muy buenos días:.-

Se ha comentado y divulgado, respecto del perfil que asumió el ex senador ya fallecido, el presidente del Senado, don Gabriel Valdés,  que él, al asumir el año ¿90, proyectó su gestión desde la Presidencia del Senado,  en cómo hacer del Senado el gran sitio de los acuerdos; y esa idea quedó hasta ahora. Proyectando la idea, los senadores son figuras políticas que tienen que hacer un gran esfuerzo, con el propósito de lograr que el país y la sociedad chilena encuentren puntos de convergencia que sean complementarios y se proyecten en acuerdos nacionales de gran alcance.

Entiendo que don Gabriel Valdés se propuso esa tarea, tomando en cuenta que el año ¿90, al retornar la democracia, el país corría el severo riesgo de volver a polarizarse.  La democracia llegaba con mucha fuerza, pero también, hay que decirlo, los restos de la dictadura estaban aún vivos y presentes.  El NO había obtenido el 55% de los votos.  El SÍ, en apoyo a Pinochet, el 45%. Vale decir, no se había derrumbado, desde el punto de vista social, el apoyo a la dictadura y eso se replicó en la elección presidencial, en que don Patricio Aylwin sacó aproximadamente el 50% de los votos y, en la representación parlamentaria, la Concertación quedó con una votación cercana al 60% en ambas Cámaras; pero, siendo minoría en el Senado, dado la existencia de los senadores designados que establecía la Constitución del ¿80.

El país tenía una fuerza democrática mayoritaria, pero una minoría que tenía fuerza, porque aún, además, estaba Pinochet de Comandante en Jefe del Ejército y se proyectaba un legado autoritario que no era fácil de remover.

Es posible, en consecuencia, de manera muy legítima,  que don Gabriel Valdés se propusiera evitar una nueva fractura y hacer del Senado un punto de acuerdo de gran alcance para el país.

Ahora la situación es diferente. Yo medité respecto de cuál es hoy el desafío del sistema político en Chile, para poder precisarlo, establecerlo.  Hay que mirar la realidad, con toda la crudeza que ésta tiene, con datos veraces, con investigadores objetivos que, sin perjuicio de lo que ellos piensen, en su toma de partido en la situación política, los investigadores tengan la capacidad de realizar un trabajo exhaustivo, lo más detallado posible, que no se pierda la perspectiva general, pero que los datos sean fidedignos, comprobables, que sean confiables.

Por ese motivo, le solicité a la Biblioteca del Congreso Nacional un estudio sobre la desigualdad en Chile.  Porque mucho se habla de la desigualdad, pero hay que ratificar este sentimiento; esta, muchas veces, intuición que tiene la sociedad chilena respecto que está viviendo grados de desigualdad que no son tolerables, desde el punto de vista de lo que debe ser una sociedad democrática, eso se tiene que ratificar con la investigación, con los datos.  Y la Biblioteca del Congreso Nacional ha hecho un trabajo extraordinario desde mi punto de vista.

Muchos han intentado menoscabar este esfuerzo institucional, diciendo que esto era conseguir datos para el programa de Bachelet.  Siempre hay personas en los medios de comunicación que tratan de menoscabar las opiniones ajenas y actúan con cierto morbo.

Quiero decir que se ha hecho un trabajo abierto, que está a disposición de todas las fuerzas políticas.  De las que han tenido participación en los gobiernos de los últimos 20 años, de las que no han tenido participación, de las fuerzas parlamentarias y extra parlamentarias. A todas las personas que les interese tener un Chile que enfrente el grado de desigualdad, este trabajo les va a servir, independientemente de la candidatura que puedan apoyar, independientemente de las opciones que puedan tener.

Está a disposición de ustedes, a través de Internet, en el sitio de la página de la Biblioteca del Congreso Nacional, el mismo libro que ustedes tienen acá, porque siempre, en nuestra cultura, es importante reflejar estos esfuerzos en textos, en papel, porque esa es nuestra cultura ancestral.  Ustedes, que son jóvenes y que tienen una cultura distinta a la de la generación mía y de las otras generaciones, pueden sacarlo directamente de Internet.  Ahí están los gráficos y está toda la información a disposición de ustedes.

Tuve la buena suerte que dos economistas muy importantes del país, de distintas posiciones, Klaus Schmidt-Hebbel y Alberto Arenas, uno que más bien simpatiza con el actual Gobierno, uno que simpatizaba con los Gobiernos de la Concertación, presentaron este libro y ambos coinciden en un hecho que es el clave: contiene un esfuerzo que en nuestro país no se había hecho, tiene datos enteramente inéditos y tiene algunas áreas de investigación que no se habían llevado a efecto hasta ahora, como por ejemplo, el tema de la seguridad ciudadana.  Aquí tanto que se habla de la lucha contra la delincuencia, allí, la verdad, los que más sufren los problemas vinculados a los delitos, son los más pobres de este país.  Ese es un dato que está ahí claramente confirmado y comprobado.

En el transporte público, un dato que a mí mismo me ha sorprendido cuando se hizo la presentación en el Senado.  Ocurre que, uno puede pensar, la Región Metropolitana, mucho se habla de la congestión vehicular, que efectivamente nadie la puede desconocer.  En las casas de los sectores de medianos ingresos hacia arriba, las familias tienen dos o tres vehículos.  Se habla de dos o tres vehículos de esos "todo terreno 4x4", en algunos hogares, verdaderas flotas tienen las familias del llamado "barrio alto" de la Región Metropolitana.  Y, sin embargo, también tienen el mejor acceso al transporte público.  O sea, uno podría decir, mire, la verdad es que los ricos tienen autos y los pobres tienen micros, no es así, los ricos no solamente tienen autos, sino además tiene más micros.

Este trabajo viene a establecer, con una nitidez, desde mi punto de vista tremenda, que nuestro país sufre una fractura social, de la cual se tiene que hacer cargo. Por lo tanto, me siento orgulloso de haberle solicitado a la Biblioteca del Congreso Nacional este trabajo.

Ahora, por lo tanto, a diferencia del año ¿90, no es la fractura política lo que puede afectar la estabilidad de nuestro país.  Hoy es la fractura social el factor clave que hay que enfrentar para garantizar la estabilidad democrática e institucional de nuestro país a largo plazo.

Entiendo que, muchas veces, se cae en las consignas y uno, en los discursos y en las retóricas, tiende a hablar de la desigualdad.  Bueno, acá hay un texto en que los datos son irredargüibles, son definitivos.

Si nuestro país no hace una rectificación de fondo, si no hay un programa de Gobierno capaz de enfrentar a corto, mediano y largo plazo, los temas de la desigualdad, por cierto que, inevitablemente también esta desigualdad afectará la estabilidad política de la nación chilena. Esa es la conclusión que yo saco.

Ahora bien, agregaría otra reflexión más.  Los temas de la desigualdad no se refieren, como bien lo dice el trabajo, no es sólo el aspecto cuantitativo. Estamos ahora, y esto es un fenómeno a escala global, en un nuevo nivel, estamos en un nuevo grado, en una nueva situación, desde el punto de vista de los fenómenos de la desigualdad. A qué me refiero, a que se ha instalado en las conciencias, en las mentes, de tal manera potente la idea de que unas personas son pobres y las otras son muy ricas, que unos tienen que soportar los abusos y los otros los pueden cometer; se ha instalado de tal manera una forma de vivir, que ya no estamos solo frente a un tema de desigualdad, sino que estamos frente a un tema de la dignidad de la persona humana.

Lo que está ocurriendo es que tenemos una situación de desigualdad en nuestro país, que genera una fractura en la relación social misma. Por eso que, desde mi punto de vista, desigualdad  y abusos, están directamente relacionados.

Acá se ha llegado a instalar la idea de que se pueden cometer abusos y que ya, simplemente, no se puede hacer nada contra esos abusos.  Voy a explicarme con ejemplos prácticos.  Cuando una persona llega al terminal de Puerto Montt, apurado, un día de semana cualquiera, de un mes corriente, en que no haya ninguna fiesta importante o significativa, si negocia con habilidad al subirse al bus que parte para Santiago, puede llegar a comprar un pasaje, cuando el bus va partiendo, con uno o dos pasajeros y las personas están apuradas porque no llevan la suficiente cantidad de personas para financiar el pasaje, puede sacar un pasaje por tres mil, cuatro mil,  o cinco mil pesos.  Pero llega el fin de semana largo y le cobran cuarenta mil. O sea, una persona para ir a pasar un fin de semana con su familia, en un fin de semana largo, le llegan a cobrar diez veces la tarifa que pagaría en un día ordinario cualquiera.

O sea, se instaló la idea de que el abuso es posible.  Se instaló una conducta de abuso que afecta a los más pobres, por cierto, pero afecta a todos los sectores sociales, incluyendo los sectores medios y altos.  De eso fuimos testigos el último fin de semana largo, cuando familias de clase media alta, yo creo que incluso familias acomodadas, fueron simplemente dejadas abandonadas en el aeropuerto internacional de Santiago por las aerolíneas que habían sobrevendido sus pasajes.  Y ahí estaba la familia, yo vi por televisión una familia que decía "yo planifiqué este fin de semana largo en el mes de febrero".  Estamos hablando del fin de semana largo del mes de septiembre.  Lo planificó con medio año esa familia. Iba el esposo, la esposa y los hijos, no sé, a Brasil, seguramente a una playa, tenían una semana para pasarla bien y se iban a descansar; y, sin embargo, estaban ahí, en el aeropuerto de Pudahuel, botados por la simple y sencilla razón de que el gerente de la aerolínea había permitido que los funcionarios vendieran dos, tres o cuatro veces la cantidad de pasajes que iban a disponer para la capacidad de carga de pasajeros de esa aerolínea.  ¿Y le pasó algo? No le pasó nada.  O sea, la desigualdad ha ido conduciendo a un resultado terrible, que se entiende que el abuso puede quedar impune, porque son tales los niveles de desigualdad, que aquéllos que son abusados, ni siguiera van a tener la posibilidad de reclamar.

Entonces, vuelvo a la idea original de mi intervención.  La verdad es que siento que el gran desafío del próximo período es poder generar un programa nacional, económico, social, político, institucional, cultural, porque también los temas culturales son, en este ámbito, decisivos, que puedan hacerse cargo del tema de la desigualdad.

Lo que está ocurriendo es que  hemos llegado a un punto en que la desigualdad está arrebatando la dignidad de las personas y eso es lo que me aflige.

Hace algunas décadas atrás, para enfrentar los temas de la desigualdad, en Europa, que durante el siglo XX, por lo menos la primera parte de él, aún continuaba siendo el centro del mundo, ahora ya no lo es, pero en la primera parte del siglo XX sí continuaba siéndolo, a pesar de la Primera Guerra Mundial, luego a pesar de la Segunda Guerra Mundial, pero precisamente por esas dos guerras, perdió la primacía en el mundo y fue desplazada como centro global.  En Europa hubo dos respuestas al tema de la desigualdad.  El igualitarismo, que devino en el Totalitarismo Estalinista, o sea, entender que la completa expropiación de los medios de producción iba a generar la posibilidad que todas las personas viviesen iguales, que no ocurrió así y que generó una elite dominante que tenía todos los privilegios y comodidades frente a la miseria y los abusos que se cometían en contra de la enorme mayoría de la población.  O sea, el sistema comunista que fue la expresión política de esa idea de igualitarismo, no fue capaz de resolver el desafío que se había propuesto y cayó en una profunda desigualdad social en sus estructuras nacionales básicas y, frente a ese fenómeno, el capitalismo respondió con el llamado Sistema del Bienestar Social, cuya principal fuerza política fue la llamada Social Democracia Internacional.  O sea, los Partidos Social Demócrata o Partido Socialista de la Europa Occidental, que fueron capaces de generar un Estado del Bienestar que podía a la población responderle por la educación gratuita, por salud gratuita y por tener acceso a todos los niveles básicos de la vida, que son esenciales para que las familias puedan vivir con dignidad.

Qué es lo que está implícito en lo que estoy diciendo, que mientras estaba la amenaza comunista, el capitalismo era capaz de introducir reformas profundas y de fondo que enfrentaban los temas de la desigualdad.

Derrumbado el comunismo, desde los 90 hasta acá, simplemente ha habido una farra completa. O sea, el capitalismo no se sintió más amenazado y por lo tanto, quienes son sus centros dirigentes, sus centros ideológicos y sus centros financieros, entendieron que había chipe libre, y por lo tanto, del 90 para acá, desde el derrumbe del comunismo, a nivel global, la sociedad ha caminado hacia formas de desigualdad que nunca antes se había conocido en la historia de la humanidad.

Entonces, este es un desafío chileno, pero es también un desafío global. Si la idea del igualitarismo total no funcionó, no es aceptable, ni ética, ni política, ni socialmente, la idea que se pretendió establecer, que ante la ausencia de la posibilidad de un sistema político que garantice igualdad, que ante esa situación que ocurrió desde fines de los 80 hasta comienzo de los 90 con el desplome del comunismo, entonces todo vale, hay chipe libre, los poderosos pueden hacer lo que quieran.

Ese es el punto esencial. Cómo poder establecer una sociedad democrática, en que existan niveles de relaciones sociales, en que se pueda garantizar la diversidad, con el pleno ejercicio de la libertad y la dignidad de la persona.

No somos iguales, no podremos serlo nunca.  Uno de los hechos positivos que aprendió la humanidad en la última década, es precisamente el ejercicio de la diversidad.  Los seres humanos no son idénticos el uno al otro, pero eso no puede significar el que se genere una sociedad en que finalmente no hay ningún tipo de base común para la existencia humana. Algo esencial, que es la dignidad de la persona humana, pero de ahí para allá, que es lo que te dice, a ver, qué puede existir, qué somos capaces de hacer.  La sociedad humana que ha generado tantas maravillas, que ha generado el Internet, que ha generado la electrónica, los viajes al espacio, la biotecnología, la arqueología, la sociedad de la que somos parte, que ha hecho maravillas, qué puede hacer, desde el punto de vista de su propia convivencia, en el curso de los próximos años, con el propósito que se enfrente este tema profundo, de la fractura social que conmueve nuestra civilización hoy día.

En mi opinión, hay un primer paso, que debiéramos hacer en el curso de los próximos años: derechos sociales garantizados a educación, a salud, a vivienda, al agua potable, a la electricidad.  Derechos sociales garantizados.  Eso significa reemplazar el Estado subsidiario por un Estado social y democrático de derechos en nuestro país.  Eso significa crear una mayoría nacional que sea capaz de darle a Chile una nueva Constitución.

Ahora, como ustedes saben, porque conocen mi pensamiento político, creo que el único camino posible en esa dirección son las reformas por vía institucional.  Pero esas reformas por vía institucional, tienen que encaminarse en la dirección de un Estado social y democrático de derechos. Es decir, que las condiciones básicas que la civilización de hoy le puede dar a las personas, sí estén garantizadas en nuestro ordenamiento institucional. Eso significa derechos sociales garantizados que son, en consecuencia, universales y de los cuales el Estado democrático tiene que hacerse  responsable.

Los invito a que saquen por Internet el libro, tiene muchos antecedentes y  muchos datos que les van a servir.

Muchas gracias.

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