Hay que corregir el rumbo

Hay veces que frases desafortunadas marcan un gobierno y/o a un(a) gobernante. Al ya consabido “Me enteré por la prensa” ahora se agrega el exaltado “¡Dejémonos de leseras!”.

Las redes sociales, los columnistas y todos los que participan en el debate público se han hecho un picnic, con analogías llenas de ironías y sarcasmo a propósito de la última frase.

Pero el asunto es más serio.

No es una lesera que Chile aparezca ante los ojos del mundo como un país que extravió la brújula. Cada gira el exterior de la Presidenta Bachelet se transforma en un interminable excusa: “No somos populistas”; “Chile no es un país corrupto”; “Seguimos siendo un país serio” y un interminable etcétera. ¿Quién cree que esa cantinela convence a alguien?

No es una lesera que hayamos extraviado el crecimiento, tengamos la inversión por el suelo, estemos destruyendo empleo, la productividad siga bajando y el consumo esté resintiéndose.

No es una lesera que la delincuencia se encuentre desbocada y que la sensación de inseguridad se haya extendido más que en cualquier época desde 1990. Es el área donde el gobierno genera la mayor reprobación, pero nadie parece querer tomar el toro por las astas.

No es una lesera que todas las reformas impulsadas por el gobierno tengan más rechazo que aprobación en la ciudadanía. Pese a ello, el gobierno persiste en avanzar con anteojeras en la laboral. Cada día que pasa hay más personas, incluyendo a destacados miembros de la Nueva Mayoría que advierten sobre sus graves vacíos e imperfecciones. Pero, nadie presta atención… ¡hasta que se dispare el desempleo!

No es una lesera que la democracia chilena esté cada día más “corporativista”. El proyecto de carrera docente está paralizado y desde hace semanas miles de estudiantes no tienen clases, porque así lo ha resuelto el Colegio de Profesores. La reforma laboral no puede mejorarse porque la CUT tiene poder de veto sobre el proyecto.

En fin, la gran lesera es no corregir ahora el rumbo del país.