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La mantención de los pactos de silencio es muestra de una crueldad inimaginable

Por Jorge Pizarro, Presidente del Senado

23 de agosto de 2013

Imagen foto_00000019Un niño de apenas 2 años fue arrancado de los brazos de sus padres recién asesinados a balazos en una quebrada del Valle del Elqui hace 40 años y fue entregado en un convento para que “alguien” se hiciera cargo de él. Sus padres tuvieron este dramático fin por ser opositores a la dictadura que se estaba instalando en Chile; el tema es que este caso no fue aislado, todos sus componentes ya son cosa repetida: ajusticiamientos fuera de toda ley, crueldad, ocultamiento sistemático de la verdad, obstrucción al trabajo de la justicia y justificación de estos actos por parte de un solo sector de la política nacional.

 

Por el bien de Chile, por el futuro que nos merecemos como Nación, por lo mucho que nos queda por trabajar en conjunto para tener una sociedad más sana, es hora de que las Fuerzas Armadas, los instigadores del Golpe de Estado, y quienes tienen información sobre las graves violaciones a los derechos humanos, digan toda la verdad de una vez por todas.

 

Es un deber ético, moral y patriótico decir qué pasó, quiénes fueron los responsables y –lo más importante- dónde están los cuerpos de los que desaparecieron y las identidades reales de los niños que fueron arrancados de sus familias.

 

En este punto específico, no importa las razones que motivaron el Golpe de Estado, ya ni siquiera importa el grado de polarización política que se vivía, ni quiénes fueron los responsables de la crisis. Lo único que pedimos es que haya un acto de humanidad ante el tema puntual de las violaciones a los derechos humanos. Nada justifica los crímenes de lesa humanidad y eso no puede ser puesto en cuestión por nadie. Y la mantención de los pactos de silencio es muestra de una crueldad inimaginable y es hora de pararlo.

 

Los espacios para el juzgamiento judicial, político e histórico siguen cada uno su propio cauce y es deber de los distintos actores llevar a cabo este debate. Pero lo que aquí pedimos es que la dimensión humanitaria de este conflicto de hace 40 años, se resuelva ahora ya. La verdad, completa, total, desinteresada e inmediata, será un elemento que ayudará a la reconciliación. No caben dudas.

 

De hecho, las actitudes de las familias de las víctimas no ha sido otra que la de pedir conocer el destino de los suyos y los responsables de estas atrocidades. Esto no puede ser leído ni como venganza ni nada parecido. Pero no podremos sentarnos a debatir los temas de futuro, si el pasado aún nos persigue.

 

¿Tenemos que esperar que nos lleguen más sorpresas, más crueldad encubierta, más justificaciones a lo injustificables? Creo que el país no soporta más revelaciones tan horrorosas como estas. Ya está bueno.

 

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