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  Las personas por sobre todas las cosas

  Por Jorge Pizarro, Presidente del Senado

10 de marzo de 2011

ImagenSe ha cumplido el primer año de este periodo parlamentario y al mando del Senado, es hora de entregar la Presidencia a otro miembro de los partidos de la Concertación. Esta fecha coincide con el primer aniversario del Gobierno de la derecha y no nos queda más que manifestar la satisfacción por el trabajo realizado por todo el equipo de la Presidencia de la Corporación, a favor de la labor legislativa, política e institucional que requiere Chile. Ha sido un año complejo, con mucho debate y sinsabores, no sólo por las dificultades externas que hemos debido enfrentar como el terremoto, o las sucesivas crisis económicas internacionales, sino que también por los evidentes problemas del desarrollo político nacional.

El primer año de gestión de la Alianza por Chile deja bastante que desear. No sólo estamos hablando de múltiples promesas y anuncios de campaña que no se cumplen o que tenían cláusulas de letra chica, esa que muchos chilenos conocieron por años en los contratos, a veces abusivos para con los ciudadanos. Pues ahora nos tocó verlo desde la misma Presidencia de la República.

Ejemplos hay demasiados: la eliminación del 7% de cotización de salud para los jubilados, nada ha pasado; el bono para todos los matrimonios que hayan cumplido 50 años juntos, era sólo para una porción de ellos; la extensión del postnatal a seis meses, en verdad era para algunas mujeres y no seis meses, sino "hasta seis meses"; el subsidio al gas en la Región de Magallanes, donde los chilenos aseguran la soberanía nacional; la estabilidad laboral de los funcionarios públicos, que fue vulnerada a vista y paciencia de todos; la creación de 200 mil empleos anuales, que en verdad eran subempleo o empleo por cuenta propia, más precario; la apuesta por la energía renovable y el cuidado del medio ambiente, que quedó sepultada por la aprobación de proyectos que a todas luces son contaminantes; o la reconstrucción post terremoto, que como todo Chile sabe, es el punto más débil de la actual administración.

Podríamos sumar la mentada e irresponsable frase de la guerra a la delincuencia y el fin de la "puerta giratoria" y ver cómo ahora el Gobierno improvisa un indulto para intentar solucionar el problema del hacinamiento carcelario que la misma derecha ayudó a pavimentar. No es lo único, hay más y queda en evidencia, cada día, que este Gobierno ha defraudado a los chilenos.

Pero en verdad es fácil ver la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio. Y lo digo con total sinceridad puesto que la Concertación, a un año de haber perdido la confianza del electorado, necesita trabajar más para recuperar el proyecto político, su unidad interna, la claridad discursiva y la opción de ser alternativa de gobierno una vez más.

Pero ¿qué ofrece la Concertación hoy? Es una pregunta que no admite una respuesta a priori ni menos frases vacías. Es necesario un verdadero periodo de análisis, de autocrítica, de construcción de ideales, de un real esfuerzo por dar a luz un proyecto político, social, económico y cultural para un Chile que quiere salir de la inercia. Lo habíamos hecho bien; el Gobierno de la Presidenta Bachelet había sentado las bases de la continuidad que requerían los proyectos sembrados por Patricio Aylwin, Eduardo Frei y Ricardo Lagos. Pero algo falló y es nuestro deber retomar esas conquistas sociales y hacerlas verdaderamente reales para la clase media, para los pobres del país y también para encantar a los sectores con más recursos, para que volvamos a tener un proyecto de mayorías, de esperanza en que el país puede trabajar unido y no dividido por la mitad.

Es necesario afinar nuestra mirada, nuestros objetivos y nuestra propuesta para el país. Sólo así tendremos la capacidad de dejar las agendas personales y concentrarnos en dar respuesta a las demandas urgentes de los chilenos. Las convulsiones mundiales nos lo exigen: las sucesivas crisis políticas que afectan los precios, la crisis alimentaria que se agudizará en las décadas que vienen, catástrofes naturales como nuestro terremoto o el de Japón, y muchos otros eventos inesperados, hacen pensar que nuestros compatriotas tengan en derecho a optar por una coalición que ponga a las personas por delante del mercado o las ganancias de las empresas. Es nuestra oportunidad, ahora.

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