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Libertad de conciencia y pensamiento

Por Iván Moreira, senador por la Región de Los Lagos

17 de octubre de 2014

Imagen foto_00000014El proyecto de ley que regula el acuerdo de vida en pareja (AVP) es un avance para la campaña gay que pretende conseguir que estas parejas puedan adoptar niños y contraer matrimonio en un futuro cercano.

 

Así ha ocurrido en casi todos los países que hoy tienen matrimonio homosexual y los que permiten la adopción de menores por parte de parejas del mismo sexo. De esta manera, quienes creen que con esta ley se va a frenar la arremetida de las ONGs que defienden la causa gay a favor del matrimonio homosexual están equivocados. El AVP es el primer peldaño. Y así lo han reconocido sus propios voceros y representantes. Para ellos este proyecto de ley es una victoria.

 

Por otra parte, yo soy de la opinión de que la única razón de fondo que justifica la creación, con reconocimiento del Estado, de  la institución del matrimonio es la de ordenar la formación de una familia en la que naturalmente nazcan los hijos. Es por esta razón que voté en contra el AVP.

 

Es importante señalar que la motivación real de mi oposición al proyecto de ley del AVP jamás ha sido el odio a las personas que tienen inclinaciones sexuales hacia otras de su mismo sexo, pues ese sentimiento no está en mí, sino que estimo inadecuado dar privilegios cuasi-matrimoniales a un estilo de vida que es un asunto privado de las partes. Mientras que el matrimonio es una asunto de interés público, principalmente por el interés general de la sociedad de que los padres se hagan responsable del desarrollo y educación de sus hijos.

 

Sin embargo, algunas personas quieren imponer a la sociedad chilena una visión liberal de la moral a través del matonaje verbal en contra de quienes piensan distinto a ellos. Es así que varios de los activistas de la causa gay han tildado a los opositores de esta iniciativa legal de ser homofóbicos. A ellos solo les puedo responder que el respeto que tengo hacia los homosexuales y a todos quienes  piensan distinto a mí en esta materia, no significa que yo deba pensar igual a ellos o deba silenciar mi manera de entender lo mejor para la sociedad.

 

Nuestra constitución garantiza la libertad de conciencia y de opinión, por lo que quienes nos oponemos a este proyecto de ley estamos en todo nuestro derecho de expresar nuestros valores en este debate legislativo y social. Y no solo estamos en nuestro derecho si no que tenemos un deber de conciencia que nos obliga a legislar de acuerdo a nuestras convicciones más profundas.  Lo relevante es que estas convicciones se hayan hecho públicas durante el período de campaña. Y eso es lo que ha ocurrido en mi caso. Nadie se puede sorprender de que mi voto vaya en contra del AVP pues fui electo Senador mediante una campaña en la cual me referí a este tema, fijando mi postura de oposición en avanzar en legislaciones que van dirigidas a terminar instaurando el matrimonio homosexual en Chile.

 

En consecuencia, condeno que se pretenda silenciar o inhibir a todos quienes pensamos que se debe promover a la familia mediante  una adecuada protección del matrimonio, entendido este como una institución que debe ser concebida entre un hombre y una mujer y que debe estar abierta a la posibilidad de procrear. Así lo estima mi conciencia y así voté en el Senado, rechazando un mal proyecto para Chile.

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