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  Los roles del Estado son independientes de las creencias personales

  Por Jorge Pizarro, Presidente del Senado

30 de diciembre de 2010

ImagenPredicar con el ejemplo es una buena forma de pedagogía en política, aunque a veces puede transformarse en un peligro. Los excesos, excentricidades y abusos cometidos en la JUNJI por una vicepresidenta ejecutiva que ha llevado una gestión marcada por la polémica y sus obsesiones religiosas, más que por el cuidado de los niños más vulnerables, no podían seguir adelante.

Sería bueno creer que estos abusos y escándalos se deben únicamente a la personalidad especial de la renunciada directiva de JUNJI, pero lo cierto es que esto es más complejo. Se trata más bien de la concepción que tienen un Gobierno y un sector político que no saben cómo hacer una administración que respete a todos los chilenos. "La nueva forma de gobernar" es sólo un eslogan que se cae por su propio poco peso.

La mezcla entre temas que son de exclusiva incumbencia personal, como los religiosos, en el desarrollo de políticas públicas es un problema que ya había quedado resuelto en la mayoría de los países en el siglo pasado e incluso antes, cuando se definió que el Estado tiene roles muy distintos a los de los credos que indistintamente se profesan por los ciudadanos de esos Estados.

El peligro es que el integrismo religioso nos puede llevar a cometer actos de irresponsabilidad social y humana con la ciudadanía al anteponer visiones religiosas como las que vimos en la JUNJI, por sobre temas que son necesarios de abordar, como el control de la natalidad, el uso de anticonceptivos de emergencia, el control de enfermedades de transmisión sexual o incluso el incipiente debate sobre el aborto terapéutico. Tengo profundas convicciones cristianas, pero soy al mismo tiempo tolerante con aquellos que no creen o que adscriben a otras confesiones religiosas, lo que no significa claudicar valores que Chile propugna, como el derecho a la vida.

Cuando vemos que la vicepresidenta ejecutiva de JUNJI intentó torcer el concurso de la Alta Dirección Pública pidiendo con toda desfachatez que se reabriera, e incluso acusando un supuesto vicio; cuando vemos a esta personera lanzando declaraciones vejatorias contra las madres de los niños que están en la JUNJI; o cuando vemos los continuos desatinos y declaraciones absolutamente fuera de lugar respecto de la naturaleza de su cargo o cuando califica su sueldo de casi 4 millones de pesos como 'reguleque', ahí entendemos eso que hablan los cables de la Embajada de Estados Unidos de "moverse al borde de la ley y de la ética".

Ahora entendemos que no es un caso aislado. Cuando altos funcionarios tienen intereses económicos en sectores que ellos mismos regulan, o cuando se pretende llevar adelante modificaciones legales en donde se beneficiarán sectores económicos afines al gobierno, cuando vemos que un pariente del Presidente se queda con paquetes accionarios de un subsecretario, o cuando el propio Mandatario hace publicidad a su antigua línea aérea, es claro que se trata de una nueva forma de gobernar: al filo de la ética.

Es en ese momento en que predicar con el ejemplo se transforma en un riesgo. Si el jefe de Estado comete estos deslices, ¿qué queda para jefes de servicio, subsecretarios o ministros? La crítica al sueldo, la pretensión de arreglar un concurso de ADP, no muestran más que un desprecio por la legalidad y por la verdadera vocación de servicio público. La guinda de la torta es que esta persona, gracias al ofrecimiento del Ministro de Educación, pretende quedarse en el cargo hasta mayo del año próximo. Por el apego a la ética, debiera irse ya.

Y finalmente, todos los chilenos esperamos que por el bien del país, por el bien del Gobierno y de la imagen del propio Presidente, los cables de la embajada de Estados Unidos estén profundamente equivocados en su apreciación. Éste es un momento para demostrarlo.

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