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No a la colusión de los partidos

Por Alejandro Navarro, senador por la Región del Biobío

27 de noviembre de 2015

Imagen foto_00000002Los partidos políticos tradicionales no pueden comportarse como lo han hecho las farmacias, los pollos, los detergentes o el cartel del confort, pero con normas como estas llegan incluso a equipararse. Se trata del acuerdo para reponer como causante de disolución de un partido no lograr el 5% en la elección de diputados o contar con al menos cuatro parlamentarios.

 

Con esta norma se estaría impidiendo la libre competencia electoral, al poner obstáculos a la constitución de partidos emergentes como es el caso del Movimiento Amplio Social (MAS), la Izquierda Ciudadana (IC), Revolución Democrática (RD), el Partido Progresista (PRO), Izquierda Autónoma (IA), Evopoli, Amplitud y varios otros movimientos políticos que hoy juntan sus firmas para obtener legalidad y poder empezar a competir en la contienda electoral, pero que de aprobarse esta norma, a la primera elección parlamentaria desaparecerían.

 

Ejemplo de esto, es que en las elecciones parlamentarias pasadas al MAS le dieron solo dos cupos, ¡y con esos dos cupos teníamos que sacar el 5%! ¡O tener cuatro parlamentarios!, por lo que desde un principio estábamos condenados a desaparecer, situación nos llevó a fusionarnos con Fuerza del Norte, dando origen al MAS Región.

 

Esto es lo que se busca corregir con esta norma, pero como decía Nicolás Maquiavelo: ningún parlamentario vota a favor una norma que afecte su poder futuro.

 

El Partido Comunista tiene 103 años, el Partido Radical tiene 152 años, el Partido Socialista tiene 83 años, la Democracia Cristiana tiene 58 años, lo que claramente es un factor que les da amplia ventaja. Cabe señalar que el PS y la DC no nacieron con 15 o 20 parlamentarios. Por lo que es una inconsistencia con su propia historia.

 

Recordemos que la Democracia Cristiana, cuando nace en 1937, durante 10 años sacó el 2,5 y el 3,5 % de los votos y eligió solo tres parlamentarios durante cuatro elecciones seguidas. Si ellos, se hubieran aplicado esta regla, la DC nunca habría existido.

 

La experiencia internacional nos muestra a países como Reino Unido donde existen 12 partidos vigentes, en Alemania hay 18 partidos, en Francia 13 partidos, en Brasil hay 26, o en Venezuela donde existen 13 conglomerados que agrupan a más de 80 movimientos políticos distintos, donde se expresan las distintas visiones de la política y la sociedad.

 

En un país donde la crisis de confianza hacia los partidos políticos está cerca del 3%, es sano para la política el surgimiento de nuevos actores que oxigenen la dinámica con que ha venido funcionando el actual sistema de partidos.

 

Prueba de esto son los resultados de la encuesta Cadem del mes de Octubre de 2015, que evaluó a todo el espectro de partidos políticos, y que  posicionó al MAS con 30 puntos porcentuales (10 puntos más que la misma encuesta en el mes de junio) como el conglomerado mejor evaluado de la Nueva Mayoría.

 

Cabe señalar que dicha encuesta posiciona a los partidos en cuento a su evaluación en el siguiente orden: Revolución Democrática, Partido Liberal, Izquierda Autónoma, Fuerza Pública, MAS, Amplitud, Evópoli, PRO, Partido Socialista, PRI, PPD, Democracia Cristiana, Renovación Nacional, Partido Comunista, Partido Radical y al último la UDI.

 

El MAS es el primer partido de izquierda creado después de 1970, con el valor agregado que nos inscribimos bajo la regla del 5%. Actualmente nuestras filas son engrosadas por más de 42 mil militantes.

 

Este tipo de señales no son positivas y solo aumentan el abstencionismo, producto que la gama de partidos no representa la totalidad del sentir ciudadano. Es así como en la última elección presidencial, en una señal contundente de impugnación, el 58% del universo electoral no concurrió a votar, sufragando sólo 5.672.356 de un total de 13.573.000 votantes, según cifras del Servel.

 

Los partidos políticos tradicionales están obligados a tener una lectura asertiva de la realidad, a muchos les cuesta entender que la crisis actual los obliga a ceder poder, y que este tipo de actitudes corporativas, solo terminan por agudizar la ilegitimidad en que se encuentran los partidos políticos.

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