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No nacidos: los nuevos excluidos de Chile

Por Iván Moreira, senador por la Región de Los Lagos

27 de julio de 2017

Imagen foto_00000013En julio vivimos una de las semanas más negras en nuestra historia legislativa reciente. Fuimos convocados por el Gobierno de la Nueva Mayoría a pronunciarnos sobre el proyecto de ley que despenaliza la interrupción voluntaria del embarazo en tres causales: riesgo de vida de la madre, inviabilidad del feto y violación. Sin embargo, lo cierto fue que la convocatoria no era más que para avanzar en la legalización del aborto. Un engaño más del Ejecutivo.

 

Durante el debate, los principales argumentos que justificaban aprobar una iniciativa de esta naturaleza, apuntaban a respetar la libertad de la mujer para decidir sobre su natalidad, sobre su cuerpo,  como un derecho irrefutable.

 

Por el contrario, advertir que esa libertad subyugaba el derecho a la vida del que está por nacer fue pasado por alto. Como si eliminar una vida en su estado más vulnerable fuera algo trivial, que no merece análisis.

 

Mi convicción más profunda es la del respeto a la vida, esta es desde la concepción hasta la muerte. Por eso mi posición fue contraria a este proyecto. Porque verdaderamente apuntaba matar a quien aún no ha nacido, como si fuera una “cosa” o un “enemigo” que incomoda el cuerpo de una madre.

 

La Constitución nos obliga a respetar la vida. Entonces, aprobado este proyecto, ¿cómo protegemos la vida del que está por nacer? La respuesta inmediata es prohibiendo el aborto en todas sus formas, incluso cuando se intenta disfrazar como una acción terapéutica. Que no haya mujeres ni médicos condenados en Chile por una acción ajustada a la ética y la lex artis es una consideración irrelevante para el Ejecutivo.  En fin, es algo que no genera interrogantes a la conciencia del Gobierno.

 

En una sociedad moderna y que se tilda de progresista, donde abunda lo desechable, concepto que a veces se extrapola incluso a la vida humana, antes que legalizar el aborto, debemos preocuparnos de garantizar la vida del que está por nacer, de contar con mecanismos expeditos de adopción que pongan en primer lugar el interés superior del niño. Todo lo contrario a lo ocurrido esta semana negra, donde una mayoría circunstancial de nuestro Congreso pudo instalar una nueva categoría social: los no nacidos pasarán a ser ahora los nuevos excluidos de Chile.

 

 

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