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  No se avanza en seguridad

  Por Jaime Quintana, senador por la Región de La Araucanía

25 de mayo de 2012

ImagenEstar en contra del proyecto que aumenta las penas por robo de cajeros automáticos no significa hacerles un monumento a los delincuentes, al igual que no podría decir que quienes están a favor quieren hacerle un monumento a los bancos.

Que los bancos hagan su trabajo. Y entre hacer su pega está no solamente la cobranza. Está dedicarse a sus propios temas, entre otras cosas, deben dedicarse a invertir en seguridad. Y, por lo tanto, más allá de lo que se pueda decir, aquí no se trata de hablar para la galería, se trata de mirar el proyecto en su mérito y a ser consecuente con lo que en otros proyectos de este Gobierno hemos aprobado.

El académico de la UNAP, de Derecho Penal, Roberto Dufraix , señala: "uno de los efectos que trae consigo perder de vista la función del Derecho Penal en cuanto protector del bienes jurídicos se vincula estrechamente con la falta de coherencia (valorativa) que debe existir en todo sistema de imputación, aumentando los costos que deben soportar los ciudadanos, tanto aquellos que delinquen, tanto aquellos que no. En efecto, situar el robo de cajeros automáticos como una figura especial (agravada en este caso) del delito de robo con fuerza, por un lado, o del robo en lugar no habitado por otra, o sea quien crea que aquí no hay figuras para combatir este delito se equivoca profundamente. Hay al menos dos tipos penales concretos, lo que pasa es que hoy día le estamos construyendo un tipo penal a la medida a los dueños de los bancos, quienes no van a invertir en seguridad porque no les resulta atractivo".

Por lo tanto el delincuente que lleva a cabo el robo, no le importa el cajero,  ni la caja, le importa su contenido. Hoy día es mucho más fácil invertir en tinta, en dispositivos. Algunos bancos efectivamente lo están haciendo, y con eso impiden el robo de cajeros automáticos.

Entonces, citando nuevamente a Dufraix, "situar el robo de cajeros automáticos como una figura especial (agravada) del delito de robo con fuerza, implica estimar esa conducta más grave que la desplegada por quien comete un delito de amenazas condicionales consiguiendo su propósito (artículo 296, número 1 del actual Código Penal). Es decir, si, por ejemplo, una persona amenaza a otra con darle muerte si dentro del plazo de 48 horas no le entrega un millón de pesos y logra su propósito, por aplicación del delito antes mencionado, el sujeto activo podría hacerse merecedor de una pena que se extiende desde el presidio menor en su grado medio a presidio menor en su grado máximo (541 a 5 años de privación de libertad). Los bienes jurídicos -dice este jurista- que se encuentran en juego son la libertad, la vida y la propiedad, mientras que en la figura propuesta por este Gobierno para los bancos lo que está en juego simplemente es el derecho de propiedad".

Creo que eso es completamente incoherente con lo que estamos haciendo en muchas otras disposiciones. En el tema de seguridad ciudadana todos sabemos lo que está ocurriendo en Chile. No hay buenos resultados, no estamos avanzando, y estamos entregando estas señales confusas, como lo hemos hecho con la ley antibombas.

La Asociación de Defensores Penales Públicos señala que  básicamente se debe reservar la cárcel para delitos que pongan en riesgo la vida o integridad física de las personas y no solo los bienes de propiedad en los bancos.

Siento que al crear esta legislación, es dudoso dónde está la víctima. Uno podría decir la víctima aquí son los bancos. Pero tienen seguro. Yo creo que de verdad la víctima sí puede ser la estación de servicio. Pero no vengamos con que la víctima aquí es la gente modesta del sur. En muchos casos el banco puede en tres días hacer el reemplazo.

Por cada transacción, por cada tarjeta el banco cobra 300 pesos. Y si saca plata, un poquito más también, hasta un dólar puede llegar la transacción. Entonces no disfracemos las cosas, como que aquí estamos avanzando en seguridad. Esto no avanza en seguridad. Esta es simplemente una legislación a la medida de los bancos.

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