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Transmisión del Mando Presidencial: los orígenes de una de las ceremonias más simbólicas de la República

El momento en que un Presidente electo se compromete ante la nación -representada en el Congreso- para ejercer el poder conforme a las leyes es uno de los emblemas de la democracia moderna.

1 de marzo de 2014

Imagen foto_00000016El próximo 11 de marzo, a las 12 horas, el país será testigo de una nueva ceremonia de investidura presidencial. En esta oportunidad, la Presidente electa, Michelle Bachelet Jeria recibirá la banda presidencial y sucederá al saliente Presidente Sebastián Piñera Echeñique.

 

Todo esto ocurrirá en el Salón de Honor del Congreso Nacional, en Valparaíso, sede del Poder Legislativo desde 1990.

 

Cabe señalar que entre 1876 y 1973 las ceremonias de Transmisión del Mando tuvieron lugar –en su mayoría- en Salón de Honor, del edificio histórico del Congreso ubicado en calle Catedral, entre las calles Morandé y Bandera. Solo hubo algunas interrupciones a esta costumbre, como cuando un incendio ocurrido en 1895 o el terremoto de 1906 inhabilitaron las dependencias del Congreso.

 

¿CUÁL ES EL ORIGEN DEL CARGO DE PRESIDENTE?

 

En la época colonial los gobernadores fueron denominados "presidentes" debido a que les correspondía presidir la Real Audiencia que tenían asignada. Sin embargo, cuando Chile dio sus primeros pasos como nación independiente, el máximo cargo estaba ligado a la dirección del Ejército y por eso se denominó "Director Supremo".

 

¿CÓMO SURGIÓ LA CEREMONIA DE TRANSMISIÓN DEL MANDO ANTE EL CONGRESO?

 

Las raíces de este rito democrático, tal como lo conocemos hoy, se remontan a los albores de la nación en el siglo XIX y, por lo mismo, se conserva casi intacto el ceremonial solemne de juramento ante el Congreso Pleno, como testigo de fe.

 

El primer mandatario en ostentar el cargo de "Presidente de la República",  fue Manuel Blanco Encalada, quien  sucedió al Director Supremo, Ramón Freire, en una sobria ceremonia ante el Congreso y en medio de un turbulento periodo tras las guerras de la independencia.

 

El Congreso Constituyente de 1826, en pleno ensayo de régimen federalista, hizo un alto en las deliberaciones de modo de elegir al sucesor del renunciado Freire.

 

En las sesiones del 7 y 8 de julio de 1826, el Congreso acordó instruir la figura del Presidente de la República -que se mantendría en todos los textos constitucionales siguientes- y además la figura del "Vicepresidente" que “sustituyese al primero en casos de enfermedad, ausencias y otros”. De esta forma, se terminó con el cargo de “Director Supremo” ligado a la dirección del Ejército.

 

Tanto la elección del Presidente como del Vicepresidente se realizó por la mayoría absoluta de los miembros del Congreso y los cargos “serían provisorios a la espera que la Constitución consagrara la elección legalmente”.

 

En un rápido procedimiento al día siguiente -el 9 de julio de ese año- se realizó la sesión especial del Congreso presidida por el legislador José Ignacio Cienfuegos.

 

Fue la primera ceremonia de traspaso de mando.

 

Ni la prisa ni la agitación política de ese entonces impidieron que se solemnizara este acto republicano "del modo más decoroso", tal como lo pidió explícitamente el saliente Freire.

 

 

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Manuel Blanco Encalada. Foto: Museo Histórico Nacional


"A las 12 y cuarto de ese día un edecán del Gobierno anunció que el Supremo Director, acompañado del general Blanco Encalada y todas las autoridades se encaminaban a la Sala" constituida en el antiguo Tribunal del Consulado.

 

Inmediatamente, una comisión compuesta de los legisladores Cruz, Elizondo, Fernández y Montt salió a la puerta -que hoy pertenece al edificio de los tribunales de Justicia- a recibirlos y desde allí los condujo hasta la mesa. Puestos de pie todos los diputados, el Presidente Blanco juro conforme al Reglamento.

 

El Director le impuso entonces la banda tricolor distintiva de la suprema autoridad.

 

El recién asumido mandatario se dirigió a los presentes y dijo: "Al depositar sobre mis hombros el supremo cargo con que vuestra generosidad se ha dignado honrarme, siento que la elección no sea tan acertada como bondadosa porque mi poco mérito no puede presentar aquellas cualidades que deben acompañar al que se encarga de tan ardua empresa, pero por el bien público mis ardientes deseos por el orden y la justicia".

 

A su turno, el titular del Congreso José Ignacio Cienfuegos le contestó: "la Nación chilena representada por este Augusto Congreso ha depositado en vos toda la autoridad necesaria para que podáis ser intérprete de sus voluntades". Y, en alusión al saliente Director Freire afirmó: "si durante vuestra administración han sobrevenido algunas borrascas, fueron resultados precisos de la situación de un pueblo recién nacido a la libertad".

 

Manuel Blanco Encalada solo ejerció el poder por dos meses y luego el país se sumió en un largo periodo de inestabilidad política y ensayos constitucionales.

 

AGITACIÓN POLÍTICA Y TERREMOTO

 

Al año siguiente, el mismo general Freire fue elegido por el Congreso como el segundo Presidente de la República el 15 de febrero de 1827, pero casi a contrapelo ejerció hasta mayo de ese mismo año, en medio de una compleja Crisis.

 

Incluso desde el  1 de septiembre de 1828 el Congreso debió sesionar en el puerto. La principal razón de su traslado fue por seguridad ya que permitía efectuar el escrutinio de la elección presidencial en dicha ciudad, lejos de la agitada capital.

 

Imagen foto_00000017Pero otro tipo de "agitación" devolvió el Congreso a Santiago. El 27 de septiembre de 1829 cerca de las 14:00 un temblor remeció  a la ciudad de Valparaíso donde sesionaba el Legislativo provocando graves daños. Los edificios del Cabildo y del templo de Santo Domingo quedaron fuertemente dañados por lo que se suspendieron las sesiones en dicha ciudad y se adoptó la decisión de trasladarse nuevamente a Santiago y reanudar las sesiones el 20 de octubre del mismo año.

 

El regreso del Congreso coincidió con la elección del tercer Presidente de la República, Francisco Antonio Pinto, quien ejerció solo hasta el 2 de noviembre de 1829. Él mismo presentó su renuncia a raíz de los fuertes cuestionamientos por la legitimidad de las proclamaciones de presidente y Vicepresidente que se efectuaron en contra del Parlamento.

 

Lo que vino hacia finales de 1829 fueron semanas y meses de incertidumbre. Incluso el poder Ejecutivo quedo acéfalo entre el 7 y 24 de diciembre de ese año. Sólo hacia 1931 la situación política logro decantar en un régimen político presidencialista.

 

PRINCIPIO DE AUTORIDAD

 

Tras años de reyertas y duros enfrentamientos entre pipiolos, pelucones, estanqueros, conservadores y otros diversos bandos, el sector triunfante promovió como candidato a la Primera Magistratura, al general José Joaquín Prieto, quien fue elegido en forma unánime por el Congreso como el cuarto Presidente de la República, según el procedimiento electoral indirecto que estaba vigente en esa época.

 

Imagen foto_00000023El general Prieto y sus partidarios estaban conscientes de la necesidad de afianzar el alicaído respeto hacia la autoridad y los poderes públicos. Después de un prolongado periodo de guerra civil, era necesario volver a los orígenes y recordar por qué Chile se convirtió una nación independiente.

 

Por eso se diseñó un riguroso ceremonial y con motivo del aniversario de instalación de la Primera Junta de Gobierno, José Joaquín Prieto juró en su cargo ante el Congreso Pleno, a las 11 horas del 18 de septiembre de 1831.

 

Había nacido el rito que marcó un inédito periodo de estabilidad institucional.

 

De este modo, ante la presencia del Congreso Nacional, el mandatario electo dijo en "altas e inteligibles voces":

"Juro por Dios y los santos evangelios conservar y sostener la religión católica, apostólica y romana. Observar y hacer cumplir la Constitución y las leyes del Estado. Así Dios me ayude y sea en mi defensa; y si no, me lo demande".

 

El juramento y su protocolo quedaron registrados en los diarios de los Cuerpos Legislativos: "se archivará este documento en la Secretaría del Senado para su perpetua constancia".

 

Según la versión de periódico "El Araucano" tras "el majestuoso acto", el Vicepresidente en ejercicio, Errázuriz "se desnudó de la banda tricolor, divisa del supremo jefe" y la puso en manos de los titulares de ambas Cámaras quienes la impusieron a la máxima autoridad, quien tomó asiento a la derecha del presidente del Senado, José Ignacio Cienfuegos y a la izquierda del presidente de los diputados, Joaquín Tocornal.

 

"El acto fue celebrado con respetuosos aplausos de una lúcida y numerosa concurrencia que ocupaba la barra", describe El Araucano. Luego el Presidente Prieto fue recibido con honores en el Palacio de Gobierno y, posteriormente se dirigió a "la Iglesia Catedral para presenciar la augusta ceremonia con que los chilenos solemnizan el día de su nacimiento político" (actualmente se celebra en el mismo lugar, el ‘Te Deum ecuménico’ de Fiestas Patrias).

 

A partir de entonces casi todas las ceremonias de cambio de mando, durante el siglo XIX se efectuaron en la fecha conmemorativa del Primer Cabildo Abierto que dio origen al proceso de la independencia.

 

Por otro lado, el Senado siguió sesionando en el antiguo Tribunal del Consulado, que estaba ubicado en la esquina de las calles Compañía y Bandera, frente a la Iglesia de la Compañía, donde actualmente funcionan los Tribunales de Justicia. La actual sede histórica del Congreso en la capital ni siquiera estaba en proyectos,  pues su construcción solo fue autorizada, construida e inaugurada décadas después (1876).

 

A diferencia de sus antecesores, el presidente Prieto no sólo cumplió con su periodo  presidencial sino que fue reelecto por otro periodo y además durante su gobierno se forjó la Carta Constitucional de 1833, de carácter fuertemente presidencialista que sentó las bases de la denominada República Conservadora que rigió los destinos de Chile -con diversos cambios e interpretaciones- hasta bien entrado el siglo XX.

 

AFIANZAMIENTO DE LAS TRADICIONES

 

Diez años más tarde, el 18 de septiembre de 1841, el Presidente José Joaquín Prieto, concurrió a la Sala de Sesiones del Senado, donde ambas Cámaras se habían dado cita para asistir a la ceremonia de juramento del quinto Presidente de la República, el recién electo general de división, Manuel Bulnes.

 

 

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Manuel Bulnes retratado por Monvoisin. Foto: Museo Histórico Nacional


En esta oportunidad, las circunstancias de esta ceremonia fueron más auspiciosas. Chile vivía un renacer político y económico que rendía sus primeros frutos culturales y sociales, luego del azaroso periodo de la independencia. Se forjaban las primeras instituciones de la República y lentamente se organizaba la joven nación.

 

El mandatario saliente junto a los representantes de las corporaciones civiles,  eclesiásticas y militares llegó orgulloso hasta la Sala que estaba presidida por el senador José Miguel Irarrázabal. Después de diez años de gobierno Prieto se sentía satisfecho con lo logrado, y así lo dejó plasmado,  en su último discurso recogido por El Araucano: "no soy yo el órgano de la ley ni tengo la presunción de anticipar el fallo de la historia imparcial, pero cualquiera sea la mano que la escriba encontrará dos rasgos característicos en la revolución chilena: la pureza de la gran mayoría de nuestros hombres de Estado y la lealtad no solo de los caudillos sino hasta de los ínfimos partidarios a las banderas que una vez tremolaron".

 

Los senadores y diputados presentes en el histórico Tribunal del Consulado fueron testigos de la histórica y solemne ceremonia de investidura del Presidente Bulnes, general reconocido por su desempeño en las guerras de la independencia.

 

Ningún detalle quedó al azar, el evento fue rigurosamente planificado con toda la hidalguía que exigía el protocolo y el Reglamento del Senado. De este modo, el Prosecretario del Senado leyó el Acta donde constaba el escrutinio y resultado de las elecciones de Presidente de la República verificada por los Colegios Escrutadores.

 

Enseguida anunció que el Presidente electo, Manuel Bulnes, se encontraba presente para prestar juramento e instalarse en su cargo. Luego, una comisión compuesta de dos senadores y dos diputados se acercó al asiento que ocupaba Bulnes y lo condujeron al sitial donde los titulares de ambas Cámaras  tomaron juramento al mandatario electo.

 

Bulnes colocó su mano derecha sobre el libro de los Evangelios y en voz fuerte y clara dijo: "Yo Manuel Bulnes juro por Dios Nuestro Señor y los Santos Evangelios que desempeñaré fielmente el cargo de Presidente de la República que observaré y protegeré a la religión católica, apostólica romana, que conservaré, la integridad e independencia de la República y que guardaré y haré guardar la Constitución y las leyes. Así Dios me ayude, y sea en mi defensa, y si no me lo demande".

 

Una vez firmado el juramento, los titulares de ambas Cámaras ciñeron la banda presidencial a Bulnes, mientras que el mandatario saliente, José Joaquín Prieto le entregó el bastón de mando y le pasó el plumaje tricolor desde su sombrero.

 

Precisamente, con estas insignias de mando sobre su traje de gala militar, Bulnes Prieto fue retratado por el pintor de origen francés, Raymond Monvoisin, uno de los tantos artistas, científicos e intelectuales que llegaron a Chile durante esa época, imprimiendo un sello de modernidad a la sociedad de entonces.

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