Click acá para ir directamente al contenido

A favor de legislar sobre el aborto terapéutico

23 de marzo de 2012

ImagenQuiero señalar la importancia de esta discusión, lo dije y lo vuelvo a reiterar: si no fuese por las tres mociones -la del Senador Escalona; la del Senador Girardi y el ex Senador Ominami; y la de la ex Senadora Matthei y el Senador Rossi-, no estaríamos debatiendo sobre aborto terapéutico. Llevamos 22 años desde que se recuperó la democracia, pero todo este tiempo hemos silenciado este debate, y esto sucede porque hay muchas voces que quieren que así sea, reflejando posiciones conservadoras e inconsecuentes con lo mismo que queremos evitar.


No podemos ignorar que hay miles de abortos practicados de manera insegura, y que podríamos prevenir o evitar esos embarazos no deseados, si tuviésemos más coherencia, cuestión que tampoco hemos demostrado como país. Es duro cuando nos encontramos con canales de televisión que se niegan a pasar avisos sobre el condón, porque les molesta.  O cuando como Gobiernos de la Concertación propusimos las JOCAS de Educación para informar, orientar y educar a los jóvenes en educación sexual y la derecha se opuso a ello.


Situación similar encontramos cuando planteamos el uso de la pastilla del día después y 34 parlamentarios acudieron al Tribunal Constitucional. La ex Presidenta Bachelet tuvo que enviar un proyecto que nos permitió salvar una gigantesca desigualdad, una más de las tantas que tenemos: la gran diferencia entre la tasa de embarazos que existe entre adolescentes de La Pintana y de Vitacura. Por eso, lo legítimo es que sea entregada en los consultorios, para que todas las mujeres tengan un acceso igualitario a esta opción.


Tenemos que ser más sinceros y abordar el tema del aborto abierta y transparentemente. No estamos discutiendo sobre el aborto en general. Estamos discutiendo una legislación que tiene nombre y apellido y se llama "aborto terapéutico", nombre que estimo está mal puesto porque lo que corresponde es hablar de una interrupción del embarazo.


Esta situación me ha hecho recordar la misma oposición que tuvimos que enfrentar cuando legislamos sobre el divorcio y se nos acusó de ser anti-familia. Hoy, se nos acusa de estar contra la vida, cuando lo que queremos es defender el derecho a la vida de las mujeres, de poder optar y decidir frente a la inviabilidad del feto, y por cierto, cuando se enfrente a la terrible realidad de haber sufrido una violación y quedar embarazada.

 

Queremos aprobar la idea de legislar para no ser hipócritas y posibilitar que esta discusión continúe, haciéndonos cargo de una realidad que requiere de una política pública para todos. Por eso no entiendo que algunos parlamentarios digan que quieren debatir, pero no aprobar la idea de legislar, que es el rol fundamental de este Congreso. Podemos estar a favor o en contra, se puede mejorar o se puede rechazar un proyecto; pero cuando rechazamos la idea de legislar quiere decir que solo podremos volver a discutir en un año más, y es nuevamente una forma de silenciar este debate.

 

Voy a votar a favor de legislar, no solo porque tengo la convicción de lo que estamos haciendo, sino porque además quiero que este debate continúe, porque es legítimo que lo hagamos de cara a la gente, frente a las organizaciones, ante miles de personas que desean participar y dialogar sobre un tema tan relevante. Somos uno de los cinco países en el mundo que no cuenta con una ley que permita el aborto terapéutico y ha llegado la hora de legislar.

 

Las mujeres somos seres humanos que tenemos cuerpo y derechos sobre éstos, y esperamos que se respeten nuestras decisiones. Cuesta no sentirse un tanto violentada con opiniones que legítimamente son distintas, pero resulta impactante recordar las palabras del Senador Jaime Guzmán, defendiendo la eliminación del aborto terapéutico de nuestra legislación, al decir que: "La madre debe tener al hijo aunque este salga anormal, aunque no lo haya deseado, aunque sea producto de una violación, o aunque de tenerlo, derive en su muerte (...) cualquiera sea el dolor que ello acarree, pues constituye, precisamente lo que Dios ha impuesto al ser humano".


Esto es exactamente lo que no podemos hacer: confundir el tener una política pública para salvaguardar la vida las mujeres con las confesiones religiosas. Uno puede tener el máximo del respeto a los distintos credos, pero no son para imponerlos en las leyes.


Pienso que esta no es una decisión que deba tomar el Estado. Difícilmente se pueden sustituir las creencias de una mujer y nadie se puede arrogar su lugar en sus sentimientos y en su razón, frente a la decisión que ella tome. Ninguna mujer desea hacerse un aborto. Pero, tenemos derechos, y tenemos que legislar para poder garantizar que esa mujer pueda proteger su vida, pueda interrumpir un embarazo inviable y no sufra escarnio público por optar abortar a raíz de una violación.


De esas tres causales estamos hablando para esta legislación: ante el peligro de la vida de la madre; de la inviabilidad de nacer del feto, y de los casos de violación. Estos son los derechos humanos que queremos que se respeten para las mujeres, los derechos de la salud reproductiva y sexual de la mujer que fueron proclamados en 1968. No hay un solo tratado internacional desde esa fecha hasta hoy que no los reconozca ¿Y qué significa eso? que son las parejas, las mujeres o los hombres, los que tenemos el derecho a decidir cuántos hijos tendremos y en qué espacio de tiempo.


No puedo creer que no seamos capaces de entregar una herramienta legislativa que permita a una mujer embarazada por una violación, poder llevar a término ese embarazo.  Cualquier mujer debe tener el derecho a continuarlo, pero también a terminarlo.


Por estas razones, por la dignidad de la mujer, por sus derechos, por su autonomía, y para que tengamos la posibilidad de continuar debatiendo y legislando en una materia que nos compete a todos, mujeres y hombres, SI, votaré a favor de legislar sobre el aborto terapéutico.

Imprimir