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Plebiscito en Brasil

Por Camilo Escalona, senador por la Región de Los Lagos.

28 de junio de 2013

Imagen foto_00000015Los permanentes vigías de crisis y derrumbes políticos en nuestro continente, entusiasmados por los acontecimientos en Brasil, deben estar de vuelta en sus atalayas con depresión, debido a que la Presidenta, Dilma Rousseff, propondrá un plebiscito, pero sin convocar a una Asamblea Constituyente, para resolver las graves carencias que se han manifestado en el sistema político a lo largo de esta crisis y que explican, en buena medida, las movilizaciones sociales ocurridas en las últimas semanas en ese país.

 

Se trata de una reforma política por vía institucional, tramitada en el Parlamento y refrendada plebiscitariamente, es decir, una respuesta profunda, pero que no significará ni el caos ni el término de la estabilidad democrática. Es una estrategia mirando al país en su conjunto. En primerísimo lugar, a los intereses de la enorme mayoría popular de Brasil, que vería amagados los avances que los gobiernos progresistas de Lula y Rousseff han alcanzado, si se pierde el piso constitucional desde el cual se han asentado sus conquistas en las últimas décadas.

 

Estamos ante un desafío que va mucho más allá de Brasil. La izquierda latinoamericana no puede abdicar de su decidida opción por la gobernabilidad de sus países. Esta estrategia le ha permitido el liderazgo en América del Sur, incluido el mismo Brasil, como no había ocurrido en 200 años de independencia. Se trata de confirmar que no es fatal que es la derecha, finalmente, la que puede gobernar en nuestras naciones cuando las limitaciones y contradicciones del desarrollo producen situaciones de inestabilidad y descontento social. Por el contrario, se trata de afirmar la capacidad de gobernabilidad de la izquierda.

 

En lo personal, me alegro que la Presidenta Rousseff haya concordado una propuesta de reformas con los liderazgos políticos de su país que abre una perspectiva práctica y concreta en el marco de la estabilidad institucional, que signifique un nuevo impulso a la renovación y profundización democrática en Brasil.

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