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  Políticas públicas de protección

  Por Guido Girardi, Presidente del Senado

8 de abril de 2011

La reciente denuncia por la presencia de publicidad en los libros escolares abrió otra polémica acerca del real cuidado que debemos a la infancia y a la adolescencia. No se trata sólo de que aún el sistema público de educación está lejos de alcanzar estándares aceptables de rendimiento, pese a todos los esfuerzos desplegados en las recientes décadas; se trata también de cuestiones que atañen a los hábitos de la población general a las que hay que prestar mucha atención.

 

Ya declaré, en 2007, que "Chile es hoy el país con más rápido crecimiento de la obesidad infantil, con una de las prevalencias más altas del mundo". En ese año, el índice de obesidad infantil se disparaba a 21.5 de la población y sigue aumentando: uno de cada cinco niños ya no son gordos, sino obesos, y eso es sin duda una alarma sanitaria en un país cuyo mayor problema de salud son las enfermedades crónicas no transmisibles con factores condicionantes como la obesidad y el sedentarismo, que serán determinantes en el aumento de la hipertensión, la diabetes, los accidentes vasculares y cánceres que ya son-por lejos-nuestra primera causa de muerte.

 

Uno de los focos del problema es la "comida chatarra" que se incluye tanto en las colaciones que llevan los niños como en el menú que entregan los proveedores de la alimentación en los colegios. La comida chatarra es aquella alta en grasa, alta en azúcar y alta en sal.

 

Presenté un proyecto de Ley de Etiquetado de Alimentos, ya aprobado en Comisión Mixta y al que le resta sólo un trámite legislativo, que prohíbe tanto la publicidad de comida chatarra como que a ésta se le agreguen elementos adicionales como stickers, regalos y otros; y otra cosa muy importante, prohíbe la venta de comida chatarra en los colegios. Asimismo, buscamos reponer normas de etiquetado que informen con claridad, y con luces verdes, amarillas y rojas, los niveles de grasa, azúcar y sal.

 

 

No se puede jugar con los niños ni con problemas de salud que se convierten en crónicos y demandan un altísimo esfuerzo del sistema de salud pública para responder a ellos.

 

Hay enfermedades que se pueden controlar, cuya prevalencia depende de la educación de los hábitos de la población y especialmente de los niños.

 

Las leyes sancionan conductas y está muy bien que la sociedad regule todos aquellos aspectos donde se juegan el interés y el bien público, pero es preciso que hagamos más. Necesitamos políticas públicas y un fuerte debate ciudadano en torno a la protección de la salud de los niños y la prevención de la obesidad. Con el proyecto de ley que comenté más arriba, la publicidad en textos escolares sería derechamente ilegal. Pero insisto: necesitamos más.

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