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Reflexiones en torno a la reforma laboral.

19 de junio de 2015

Es muy digna  de admiración la persona que concibe una idea de producción y, poniendo sus conocimientos y su tesón, logra estructurar una Empresa y, con capitales propios o uniéndose a  capitales ajenos, logra concretarla.

 

Es admirable la persona que, gracias a su trabajo y ahorro, logra formar un capital que, al ponerlo al servicio de la creación de una Empresa contribuye a producir y a crear una fuente de trabajo.

 

Pero estos dos elementos indispensables en la creación de un ente productivo,  no pueden actuar sin la cooperación de operarios y administrativos, es decir, Recursos Humanos.

 

Desde este punto de vista, pienso que una Empresa es “la complementación de estos tres elementos: Empresario, Capital y Trabajo.”

 

Cada uno de ellos deben ser recompensados justamente por su participación en la Empresa, proporcionalmente a  su aporte y responsabilidad dentro de ella         .

 

Una Empresa es “viable” cuando es capaz de generar ingresos que cubran todas las necesidades de producción, reposición de maquinarias, transporte, seguros, propaganda, imprevistos etc. y, al mismo tiempo, recompensar a sus colaboradores con un “salario justo.”

 

Salario justo es el que: “permite al individuo cubrir las necesidades básicas propias y de su familia, en materia de habitación, vestuario, alimento, salud, esparcimiento, educación de la prole y ahorro para una vejez digna”

 

El salario justo es lo último que se debe sacrificar para hacer que una Empresa aparezca como “viable”.

 

Si la empresa genera más recursos que los necesarios para cubrir sus objetivos y todo lo anteriormente dicho, estimo que los excedentes deberían distribuirse equitativamente entre todos los miembros que la componen o si se llega a un acuerdo entre las partes, destinarlo a fondos para crear una nueva empresa, fuente de trabajo, en la que las personas que contribuyeron a formarlo pudieran ser accionistas.

 

Así, cada uno se sentiría responsable de cuidar cada elemento de la Empresa y vigilar que  los otros hagan lo mismo, pues sabría que, mientras más se ahorre, más utilidades se generan y más se beneficia cada uno.  Es decir, cada miembro se pondría la camiseta de la Empresa y habría una mejor distribución.

 

Se habla mucho de la brecha que hay entre los que ganan  mucho  y los que ganan poco y a todos nos duele cuando sale en la prensa la diferencia de entradas entre los que ganan más allá  de lo que necesitan  y los que  tienen que pelear todos los días para alimentar y sacar adelante a su familia.

 

Si Empresarios y Trabajadores se relacionaran en espíritu de colaboración y solidaridad y no en espíritu de confrontación, no habría huelgas por salario justo, no habría destrucción, odio, heridos, ni presos.

 

Creo que cada empresa debe tener, fuera de su rol productivo,  un rol social (pienso en creación de escuelas o centros de capacitación) en relación con los miembros que la componen y sus familias,  porque a todos nos debe importar el destino y el bienestar de cada ser humano que comparte nuestro andar.

 

Las Entidades Bancarias que en un momento dado, estando en apuros, se beneficiaron con dineros de todos los chilenos para resolver su situación, deberían ahora que tienen cuantiosas entradas aportar al crecimiento de Chile beneficiando a los emprendedores  que inician una pequeña empresa con créditos blandos, con bajos o sin  intereses  y con años de gracia para empezar a pagar mientras ella despega.   Me refiero a proyectos serios y viables y en atención a que ellas  dan oportunidad de empleo a muchos chilenos.

 

El exceso de dinero y poder en pocas manos, generalmente, produce corrupción como el exceso de ambición y falta de solidaridad.

 

Marta Fernández

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