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Reflexiones sobre Educación

15 de abril de 2014

Leí hace poco un libro sobre Simón Rodríguez, un admirable venezolano del siglo XIX que fue Maestro de Simón Bolívar y amigo de Andrés Bello.

 

Su particularidad es que, naciendo en las peores condiciones para su época, supo vencerlas y destacarse como hombre ilustrado, con  ideas claras sobre el ser humano y trasgresor de las injustas leyes sociales que imperaban en esa época.

 

En su biografía se lee que nació bastardo, hijo de un clérigo y una negra y, por lo tanto, despreciado por “huacho” y “zambo”. Rebelde ante su destino, tempranamente comprendió que sólo el “saber” lo podía liberar y, con una preclara inteligencia, no perdió tiempo en dedicar sus energías  a ilustrarse.

 

Esto  es destacable si se piensa que en aquella época, principios del siglo dieciocho, la educación estaba reservada a las clases sociales altas.

 

Llegó a ser un destacado Maestro de los hijos de clases altas, entre ellos de Simón Bolívar a quien formó en sus ideas libertarias y  con quien estableció una profunda amistad hasta la temprana  muerte del Libertador.

 

Inventó un método de enseñanza  que hacía muy fácil el aprendizaje y fue  admirado  no solo en su patria sino internacionalmente; en desacuerdo con las leyes restrictivas e injustas de su Patria, emigró a Europa donde ejerció de Maestro en varios países aprendiendo sus idiomas  e incluso llegando a ser profesor de algunos.

 

En sus numerosos escritos abogaba por educación gratuita para todos, por el no lucro en la enseñanza, la amplia preparación del profesorado, la  formación valórica de los niños desde su más tierna infancia, conceptos que parecieran haber sido escritos para esta época y para  la  actual  discusión de cómo resolver la necesaria  reforma  educacional.

 

Creó numerosas escuelas y procuró que de ellas los alumnos salieran con un oficio aprendido paralelamente a las letras y números.

 

Como estoy profundamente interesada en que las reformas  al actual sistema educativo sean efectivas  y adecuadas,  he leído las diferentes opiniones para, analizándolas, formarme la propia.

 

He llegado a la conclusión de que  no basta con la expansión y la gratuidad de ella para hacerla mejor; en mi opinión es necesario revisar los" planes de estudio" adecuándolos a las condiciones actuales del país y, aprovechando los adelantos tecnológicos actuales, traspasar a ellos parte de la "instrucción" (actualmente la tecnología nos pone al alcance muchos medios para instruirnos); es cuestión de enseñar a los niños a utilizarlos y paralelamente  despertar en ellos el anhelo de saber

 

Así se podrá dar más tiempo e  importancia a la "formación" (porque “educar no es sólo instruir sino formar a la persona en su integridad”: física, intelectual, espiritual etc.).

 

Para ello veo importante mas participación de la familia, mejor preparación del profesorado (indispensable la evaluación y su readecuación) y  el comenzar con la formación de los niños en la etapa  preescolar (salas cunas y jardines infantiles) nivelando en ella a los niños "nacidos en desventaja (hijos de la pobreza y de la ignorancia) con los nacidos en situación mas privilegiados

 Es en ese momento, cuando el ser humano está más receptivo, donde se  define su futuro; es ahí cuando se le pueden inculcar hábitos de sociabilidad, de respeto a los demás, de solidaridad, de” anhelos de saber y de superación personal.” disminuyendo efectivamente” la brecha  que separa el país en dos bandos: los que tienen  todas las posibilidades de un buen  futuro y los que seguirán marcando el paso sin esperanzas de superar el camino seguido por sus padres.

 

Por esto, creo en la importancia de que el personal que esté a cargo de la formación de los niños en esta etapa tenga, en primer lugar, amor a los niños (que no vaya sólo por ganar un sueldo) y segundo que tenga la preparación adecuada.

 

He escuchado muchas críticas a los planes educacionales y al largo de las carreras universitarias en comparación con las impartidas en otros países más adelantados que el nuestro; a lo mejor valdría la pena una revisión de los planes de estudio y eliminación de materias obsoletas haciendo los estudios menos onerosos  para el que corre con su costo.

 

Espero que este largo movimiento estudiantil y social consiga los cambios que la educación chilena necesita, porque, hasta ahora, veo que sólo se hace hincapié en gratuidad, financiamiento y becas, pero  no en preparación del profesorado, en planes de estudios, carreras técnicas y profesionales de acuerdo a las necesidades actuales del país y a sus proyecciones futuras.

 

Una esperanzada ciudadana,

 

Marta Fernández Montero

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