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  Respeto para todos, Chile es de todos

  Por Jorge Pizarro, Presidente del Senado

16 de septiembre de 2010

ImagenTal vez sea un mal signo que el Bicentenario de la República se celebre en medio de una huelga de hambre de comuneros Mapuche o reivindicaciones territoriales de los Rapa Nui. ¿Es que acaso la cuestión del respeto a los pueblos originarios y su proceso de aceptación e integración a la vida nacional ha sido un fracaso? Quienes participamos de la vida política del país pensamos que no; que ha habido ciertamente errores, malas prácticas o poco compromiso nacional con este y otros temas, pero eso no significa que hayamos fracasado.

Lo crucial es que Chile tiene una oportunidad única: o solucionamos este asunto de una vez o seguimos cometiendo los mismos errores. Las modificaciones legales propuestas por el Gobierno hasta ahora y con las votaciones que se han verificado no suman, restan o no son ninguna salida viable a este conflicto. Está en nuestras manos poner fin a este diálogo de sordos. Mientras unos califican la lucha de los Mapuche como terrorista y mientras otros consideren que la violencia es una vía para conseguir objetivos, por muy legítimos que parezcan, no llegaremos a ninguna parte.

La violencia ha llevado a millones de chilenos, Mapuche, Selknam, Aónikek, Diaguitas e Inmigrantes de muchas otras naciones a morir por causas evitables. Ocurrió durante las guerras de la Independencia, en la mal llamada Pacificación de la Araucanía, también en 1891, en la masacre de Santa María de Iquique o tras el Golpe de Estado de 1973. ¿No vamos a aprender nunca?

Este es un llamado urgente de esperanza, pero con firmeza. Por favor, debemos deponer todos los actos de presión: las huelgas y también las visiones militaristas y represivas frente a los conflictos con los pueblos originarios. Chile no puede darse el lujo de empañar esta fiesta con miradas retrógradas y conservadoras, con posturas ultristas y demagógicas.

El Congreso debe cumplir con su deber y tomar la iniciativa cada vez que el bien de la nación así lo aconseja. Eso es lo que hemos hecho en el caso de la huelga de hambre de los comuneros mapuche: hemos pedido a todos que se sienten a una mesa a conversar para encontrar a tiempo la solución justa, oportuna y de acuerdo al derecho. Nos parece que en eso estamos respondiendo a nuestras mejores tradiciones y no nos apartaremos de ese camino.

Chile es para todos. Es un país llamado a grandes cosas y que puede alcanzar el desarrollo en un futuro no tan lejano, pero para conservar la paz social y así lograr esta tarea, se requiere que ese desarrollo llegue a todos, Chilenos y Mapuche, inmigrantes y criollos, pero respetando las diferencias culturales y ancestrales. Sólo de esa manera seremos una sociedad integrada, justa y buena con todos quienes trabajan día a día por hacer nuestro mañana posible.

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