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Presentación del libro “Partidos Políticos” en el Centro de Estudios Públicos

Por Camilo Escalona, Presidente del Senado

29 de noviembre de 2012

Imagen foto_00000001Espero que mi reflexión sea útil para los propósitos que se proponen, tanto el Centro de Estudios Públicos como CIEPLAN.

Dado que el título lo dice todo, Democracia con Partidos, está señalando un concepto, un juicio, respecto que es imposible que exista democracia como nosotros la conocemos o imaginamos sin la existencia de partidos políticos, además que es un esfuerzo editorial gigantesco, un trabajo intelectual de enorme alcance así que no puedo sino que valorarlo, pero siento yo desgraciadamente que no voy a coincidir en un aspecto esencial, con lo que el libro dice, a pesar de valorarlo tanto.

El libro señala que hay dos fenómenos que interactúan en el debilitamiento de la política, fenómeno que en general puedo compartir.

POLITICA Y MEDIOS DE COMUNICACIÓN

Está en la retina de la sociedad nuestra la política previa al año 73.  Tal vez el año más significativo sea 1970, en que cada candidato presidencial reunió en la Alameda un millón de adherentes y en que el ejercicio de la actividad política era lo que se podría llamar en propiedad una actividad de masas.

Se trasladó eso en la memoria histórica, en el relato de abuelos a nietos o de padres a hijos, se repuso a través de los medios de comunicación, en las películas o videos, estuvo adormecido por la experiencia autoritaria, pero de alguna forma siempre, por lo menos la experiencia que yo conozco de las personas que tienen actividad política en la Concertación y en las fuerzas de izquierda, está siempre esta idea recurrente de la actividad política, como era antes del 73; y creo que no puede ser igual porque la manera en que las personas se socializan, en que se hacen adultas, ahora es completamente  es distinta.

Para imaginar como era Salvador Allende, para saber cómo era, cómo físicamente eran los líderes de los partidos políticos las personas tenían que ir a los actos públicos, hoy eso lo ven por la televisión, o incluso más, ahora lo ven por internet.  Es casi absurdo ir a un acto de masas, en que las personas las van a empujar, las van a pisotear, si hay algún pillo por ahí les va a robar la billetera, o sea, no veo que haya ningún incentivo, en cambio por medios informáticos las personas están recibiendo una percepción directa y están registrando en su memoria los menores gestos de la persona que está interviniendo.

Quien está mirando, quien está observando el discurso sabe si la persona está agitada, si no está agitada, si cree lo que dice, si no cree lo que dice, o sea, del punto de vista de los estímulos de la información no hay, creo yo, la posibilidad de comparar lo que era la importancia decisiva de ir a una actividad pública, previo al año ‘70, con la importancia que tiene ahora porque el impacto de los medios de comunicación es, en mi opinión, determinante.

Y en segundo lugar, y aquí entro en materia más específica, está el tema del sistema electoral.

SISTEMA BINOMINAL

Nuestra democracia tiene un sistema electoral perverso que determina los fenómenos negativos que hoy vivimos no de manera exclusiva pero sí, insisto en la palabra, de manera determinante, ¿Por qué razón?, Y esta es mi discrepancia básica con el libro, o mi manera de ver las cosas distinta a como la ven los autores en el libro, porque parten de la base que los partidos tienen mucho poder, lo dicen sus diferentes autores, y que este es un poder que está administrado, a veces se dice de manera directa otras veces indirecta, está administrado con malas prácticas, con malas artes o de manera maliciosa o autoritaria o excluyente o centralista. Se parte de la base que tienen un poder enorme y son capaces en consecuencia de determinar lo que pasa y lo que no pasa en la política chilena; no es así , yo creo que quien decide lo que pasa en la política chilena son las bancadas parlamentarias y no los partidos políticos, sobre todo si miramos el escenario desde el centro hacia la izquierda.

¿Por qué razón digo esto?, Lo digo francamente, por mi propia experiencia como Presidente del Partido Socialista, me he enterado después que mis colegas, antes de ser yo Senador, siendo Presidente del Partido y siendo Diputado, la bancada de Senadores tenía reuniones permanentes y periódicas con quienes eran Presidente de la República, de las cuales yo, como Presidente del Partido, nunca me enteré.

Si un partido quiere tener una cierta cantidad de parlamentarios depende de las figuras necesarias para ello, ¿Por qué razón?, porque el sistema binominal exige que para poder asegurar la elección de un parlamentario tiene que tener candidatos que le garanticen arriba del 20%, 25%, si no, no tiene candidato competitivo.

Y en un cierto momento de la historia de nuestro país, ahora eso ha cambiado, en el curso del año 2010, 2011 hay un momento social de revisión crítica de la experiencia de los últimos 20 años, pero nuestra sociedad seamos claros, premió el pragmatismo durante una buena parte de estos últimos 20 años y el presidente de  partido que tenía muchos candidatos, por muy buenos que sean, y no salían elegidos, era un mal presidente de partido.  No solamente iba a perder el cargo sino que además iba a ser valorado como se definió ayer el entrenador del Colo Colo como un tarado, ¿Qué presidente de partido podía presentarse razonablemente como una persona mínimamente capacitada para el ejercicio y la función política si es que su partido quedaba desprovisto de parlamentarios? Si no tenía una masa crítica, un mínimo, de Diputados y de Senadores, y eso, ¿Cómo obtener esos parlamentarios? Sobre la base de personas concretas que en sus respectivos distritos y circunscripción eran capaces de tener un caudal electoral suficiente para ser electos y entonces, en consecuencia, esas personas dictaban las normas del juego, porque acá se sostiene la teoría de que la lista la hace el presidente del partido o la mesa directiva, eso es una ilusión, es un espejismo.

La lista parlamentaria se hacía en el propio parlamento, porque las propias bancadas imponían la lista parlamentaria sobre la base del apoyo mutuo corporativo de los parlamentarios y además sobre la base del argumento irrebatible del punto de vista de las directivas de los partidos que allí estaban las personas que podían competir en los distritos teniendo cada una arriba del 20% de los votos y ¿por qué se necesita tener arriba del 20% de los votos?, porque el sistema binominal así lo impone.

¿Qué es lo que tenía que tener una lista? Un candidato capaz de tener un 25 %, un 27% de los votos, porque con ese porcentaje de los votos iba a ser la primera mayoría de su lista, y siendo la primera mayoría de su lista era parlamentario seguro.

Entonces el dirigente de partido podía tener los mejores candidatos pero si tenía puros candidatos que tenían menos del 20% de los votos como potencial posible de votación no iba a tener ningún parlamentario electo y en consecuencia su capacidad de influir y decidir iba a ser igual a cero.

No sé si mis cuentas fueron suficientemente claras, o sea la lista de la Concertación empezó a tener 55, 56% de los votos, luego descendió al 50 ó 52% de los votos, o sea, promedio un candidato exitoso tenía que tener 26, 27% de los votos, bastaba estar acompañado por un candidato que sacara el 20% de los votos y lógicamente esa primera mayoría se imponía, y se imponía una vez, dos veces, tres veces, cuatro veces, cinco veces, seis veces.

Algunos colegas míos de la Cámara de Diputados, o ex colegas míos de la Cámara de Diputados van ahora a su séptima relección, es la expresión de este fenómeno.

Fenómeno distinto es el de la Alianza, porque sus partidos tienen una capacidad económica cardinalmente distinta, en consecuencia es capaz por la vía de un esfuerzo de marketing de movilizar un 25 o al 30% del electorado y con ese 25, 30% de los votos se asegura un parlamentario porque lo que importa es que si la lista de la Concertación saca 56 %, la lista de la Alianza saque 28,5 %, más 28,5 % son 57%; o sea no se dobla.  Es decir, el sistema binominal en nuestro país ha impuesto una práctica que ha ido siendo decadente la actividad política progresivamente.

Entonces aquí se cruza mi experiencia de dirigente de partido con la de parlamentario, en mi experiencia desde el año  90 para acá, o sea, de los últimos veintitantos años.  Mucho se habla de los mecanismos internos de que los mecanismos internos no son democráticos, pero el mecanismo interno no puede ser democrático cuando a la asamblea que decide, sea el Consejo Nacional del partido, sea el Comité Central del partido, como el Consejo General, o como se le llame, se presenta una persona que frente a esa entidad dice; mire señores yo en la última elección saqué el 28% de los votos y en la penúltima saqué el 27% de los votos y en la antepenúltima saqué el 29% de los votos y las encuestas me dan el 27% de los votos contra este señor que no lo conoce nadie, o sea, llevan a ustedes a él o me llevan a mí, en mi tiene un parlamentario prácticamente electo, en este tiene un parlamentario prácticamente derrotado, elija usted.

Entonces, de mi punto de vista el sistema binominal es el peor freno a la necesaria renovación de la actividad política, por lo menos en las fuerzas políticas en que la potencia de los candidatos no depende decisivamente de la capacidad económica que tengan sus respectivos partidos políticos de montar una campaña con un piso mínimo para poder competir. Entonces, esos partidos descansan en el grado de conocimiento que tiene la persona con el propósito de asegurar su representatividad en el Congreso Nacional, de manera que, en mi opinión, el sistema binominal y deterioro de la política, son una combinación inseparable.

Eso no está dicho aquí en el libro porque incursiona en los mecanismos internos de los partidos. Pienso que todos esos mecanismos internos están completamente sobredeterminados por esta otra realidad.  Podría ocurrir que ahora en la próxima elección esta situación cambie con las primarias porque el día 30 de junio, de acuerdo con la ley que  recientemente se aprobó, debiesen haber elecciones primarias, pero ya se empiezan a ver personas que empiezan a decir: “pero cuidado, elecciones primarias cuando convenga, ya empiezan a haber ciertas cortapisa a cómo se van a ejercer esas elecciones primarias. A mí no me sorprende para nada aquello porque está directamente relacionado con lo anterior.

Si un partido va a las primarias y de esas primarias no salen electos los candidatos con los cuales puede competir en la elección de noviembre ahora, ¿Para qué va a ir a primarias?  Un partido lo que necesita es un piso mínimo de parlamentarios para asegurar su peso en las discusiones políticas, su peso en el Gobierno y de gravitar en política.  Eso está directamente vinculado con el peso  de los parlamentarios y ese peso está vinculado en consecuencia con un ticket como le llaman en la jerga de los negociadores de las listas, con una nómina de personas que le aseguren una elección mínima que le garantice a ese partido la representatividad que quiere y, para alcanzarlo, las directivas de los partidos se someten a las condiciones que la fuerza de los parlamentarios imponen.  Dicho de otra manera, la Constitución del 80 ha tratado de reforzar el presidencialismo pero sin embargo, el sistema electoral entrega a los parlamentarios un poder político determinante.

 

LEY DE CUOTAS

En nuestro país, la presencia de la mujer es francamente reducida, a un nivel que comienza a ser vergonzoso, la octava parte de las Cámaras es femenina, es demasiado poco.

Yo tenía pensado hacer esta mención en la intervención que hice pero más me convencí cuando fui a esperar protocolarmente la llegada del Presidente de la República al pórtico del Senado, esperaba la llamada “Comisión de Pórtico”, que la constituyen nueve Senadores, de las cuales una era mujer, o sea, la novena parte.

Los niveles actuales de participación de la mujer en el Congreso Nacional no son posibles de asumir así como están, pero para mí no es ajeno al sistema binominal este problema, porque el binominal exige una base de partida muy alta para poder competir y el sexo masculino tiene redes históricas más potentes que las redes femeninas, entre otros, para conseguir los recursos que se necesiten  para una campaña.

Entonces, difícilmente una candidata mujer va a reunir, por ejemplo, el piso mínimo de recursos que se necesita para competir porque no es casual  que, fíjense ustedes, ha habido una mujer en la Presidencia de la República, hay cada día más cargos que aparecían imposibles que fueran ejercidos por una mujer, que son ejercidos por una mujer.  Hay mujeres que son Generalas de Carabineros, mujeres ya pilotean aviones de guerra, entraron ahora a ser también oficiales de línea en la Armada;  y en el Congreso Nacional se va reduciendo la cantidad de mujeres en vez de ir aumentando. Es cierto, yo creo que no es ajeno al binominalismo este fenómeno, por las exigencias de partida que pone para competir y no cabe ninguna duda que el poderío de las redes masculinas es enormemente más poderosas que las femeninas y por lo tanto el candidato hombre parte con una ventaja enorme en relación a una candidata mujer.

Entiendo que no podemos perpetuar una situación como esa y la única posibilidad de corregirla, en mi opinión, es la Ley de Cuotas. Pienso que también ayudaría el sistema proporcional, pero como no hay acuerdo para modificar el binominal por el proporcional, entiendo que una Ley de Cuotas se hace indispensable antes de cambiar, incluso, el sistema binominal.  Ahora si pudiéramos partir por el binominal, perfecto, pero como no tenemos acuerdo en esa materia.

 

PARTIDOS POLITICOS Y VOCACIÓN NACIONAL

Y una última reflexión.  Los partidos políticos no deben olvidarse de lo que son, son opciones nacionales, y uno de los más severos problemas culturales que hoy tienen los partidos políticos es que tienen vergüenza de si mismos y se subsumen en propuestas locales o regionales.  Para la comuna el municipio, el gobierno local, para la región, los concejos regionales, si hay que mejorarlos, mejorémoslos, por ejemplo, está la idea de la elección directa de los concejeros regionales, perfecto, pero para el país, es el Gobierno y el Congreso Nacional, que deben ser sostenidos, respaldados y promovidos por los partidos políticos.

Ahora los políticos hablan de todo, menos de proponer opciones de gobierno; se dedican a la farándula, al deporte, a una serie de actividades que, claro, son gratas -quién las podría cuestionar en sí mismas- pero no son  el objeto del sentido de la política.

Estuve hablando con un destacado dirigente socialista en España hace pocos días y me decía: “mira, estamos un problema, porque hay algunos de los nuestros que andan detrás de los independentistas de Cataluña, otra parte de los nuestros están en acuerdo con los comunistas en tal región y otra parte de los nuestros se entienden con la derecha en esta otra región”. O sea, al final, las fuerzas políticas no pueden ser la suma de la casuística.  Las fuerzas políticas no son la enumeración de los detalles, como la “Hora de Incidentes” del Congreso, en que se piden más funcionarios de la Oficina del SAG en tal comuna, el camino en esta otra, el progresar en aquella otra, en fin, eso está bien, claro, cumple una parte de la función parlamentaria, el abogar y promover la solución de temas concretos.  Pero, ese total de las pequeñas cosas tiene un ámbito limitado.

Para gobernar los países hay  tener fuerza nacional, una alternativa de país, ideas que no renuncien a su condición de tal, que no se avergüencen de querer gobernar.  Las fuerzas políticas no se pueden consumir en lo local, tienen que proponerse asumir para lo que existen, que es conducir la Nación.

Gracias.         

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