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Todo o nada

Por Jorge Pizarro, senador por la región de Coquimbo

29 de julio de 2016

Imagen foto_00000019Las declaraciones del ministro de Hacienda, Rodrigo Valdés, quien pidió “más trabajo y menos lloriqueo”para impulsar el crecimiento, develan la urgencia ante sectores que no han sido capaces de deponer las agendas sectoriales, personales y ambiciones puntuales, en favor de acuerdos necesarios para mejorar la economía local.

 

Aunque los empresarios consideren que se los trata con injusticia, lo que en verdad hemos visto este último tiempo es una férrea e ideológica oposición a todo lo que se quiera incorporar en diversos ámbitos del funcionamiento del mercado y su relación con los derechos de la ciudadanía. Se han opuesto a las reformas, a las regulaciones anti colusión, a la profundización de la democracia, ¿qué les pasa?

 

La prestigiosa agencia internacional Bloomberg - que no es de izquierda, ni nada parecido - señaló en un reciente artículo que los grupos empresariales chilenos parecen un “manojo histérico” que ve el apocalipsis y el socialismo en cada esquina. La crítica extranjera y sin eufemismos, da la razón a la reacción del jefe de las arcas fiscales.

 

He escuchado que los dichos del secretario de Estado fueron un exabrupto y que no es momento para usar ese tono. Creo justo lo contrario, es necesario un llamado de atención ante actitudes incomprensibles de parte de sectores que han sembrado un alarmismo ante la reforma tributaria, la reforma laboral y lo que signifique algún cambio al sistema imperante. Es la lógica del todo o nada, si no se hace lo que yo quiero, entonces no aporto.

 

Más compromiso, eso es lo que se requiere en momentos en que la globalización de la economía nos obliga a ser más ingeniosos, más innovadores.

 

El sector político debe acelerar los cambios y ajustes para recuperar el prestigio, la reputación democrática y generar mejor ambiente para el desarrollo de la iniciativa privada. Por su parte, el sector privado debiera dedicarse a lo que sabe hacer, generar riqueza y crecimiento; la defensa política y sus visiones ideológicas, se las pueden dejar a los partidos de oposición.

 

Chile tiene que dar el salto evolutivo en su forma de generar crecimiento, agregar valor a su producción interna y a sus exportaciones, además de profundizar modelos colaborativos de gestión entre empresa y trabajadores. Es menester aumentar dramáticamente el nivel de la formación técnica y formar una pirámide laboral acorde con los desafíos productivos reales, y modernizar un Estado que - como hemos visto- está quedando atrasado y superado en su gestión.

 

La Presidenta Bachelet hizo un sensato llamado a “remar todos para el mismo lado”, una invitación a la que es imposible restarse. La ciudadanía no tiene paciencia eterna para esperar que las cosas mejoren, más aún cuando la tentación de los populismos se nutre justamente de los malos momentos económicos y de la poca conducción, liderazgo y entendimiento entre los actores sociales.

 

 

 

 

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