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  Un avance en el Estado de derecho democrático

  Por Camilo Escalona, Presidente del Senado

10 de mayo de 2012

El Senado vivió este miércoles un día que hará historia: se aprobó la Ley Antidiscriminación.

 

La memoria del joven Daniel Zamudio ha sido honrada.

 

Millones de personas -conmovidas por su brutal asesinato, generado por el odio descontrolado de un grupo irracional a su condición homosexual- lograron cambiar la situación prevaleciente en el Congreso Nacional.

 

El conservadurismo tuvo que retroceder y a pesar de los rezagos de homofobia, que son fuertes y que no han desaparecido, se generó una correlación de fuerzas que hizo posible la aprobación de este nuevo avance en el Estado de Derecho democrático de nuestro país.

 

Mucho se habla y se escribe, señalando que el Congreso Nacional y los políticos son enteramente ajenos al sentimiento ciudadano y que dan la espalda al clamor de las personas. La aprobación de la Ley Antidiscriminación indica lo contrario. El impulso de la opinión pública permeó y empapó profundamente a los legisladores.

 

Hubo un cambio cultural que no pudo sino que reflejarse en el ámbito institucional. Una clara mayoría se pronunció para establecer nítidamente el pleno respeto a la dignidad de la persona humana, independientemente de su raza, sexo, identidad de género, origen social, credo religioso, opción ideológica o política.

 

Los votos en contra fueron pocos. Pero, tal vez, lo más significativo es que aquellas voces más refractarias no fueron capaces de presentarse al debate, quedaron en silencio o, simplemente, no concurrieron a la sesión, incapaces de defender lo indefendible, pero que, hasta hace poco, presentaban como verdad definitiva e inamovible.

 

Por todo ello, es que resulta importante el avance civilizacional dado por nuestro país. La Ley Antidiscriminación, cuyo trámite legislativo concluyó este miércoles, es un orgullo para el Senado de la República.

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