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  Un crimen inaceptable

  Por Mariano Ruiz-Esquide, senador por la Región del Bíobío

29 de marzo de 2012

ImagenChile se ha visto conmovido por la muerte de un muchacho cuya opción sexual es distinta a la mayoría de los chilenos. Un grupo de neonazis lo mataron a golpes.

 

Frente a esto, la inmensa mayoría del país ha rechazado esta violencia y hemos pedido la próxima discusión y promulgación de las leyes antidiscriminación. Es la hora de hacer unas pequeñas consideraciones más allá de esto.

 

Hace mucho tiempo que vengo señalando que Chile se ha vuelto violento, autoritario, intolerante, individualista en la apreciación de los hechos y se ha hecho de la violencia verbal o física una secuencia casi rutinaria.  Si a eso se agrega la ideología que parece estar detrás de este ataque, debemos preocuparnos muy en serio.

 

El nazismo fue la expresión más brutal de la fuerza y el rechazo intolerante a toda democracia.  El nazismo fue la suma de todos los miedos y recibió en su tiempo la repulsa universal.

 

Pero siempre cuando una ideología se impone con tal fuerza hay que reconocer que al comienzo de ella crece en la parsimonia de los demás y el análisis errado para valorar su fuerza destructiva.

 

Así pasó en Alemania del ¿33 y lo señala Berthol Brecht cuando dijo: "Primero se llevaron a los intelectuales y como yo no era intelectual no hice nada. Después vinieron por los demócratas y como yo no era de ningún partido tampoco dije nada. Después se llevaron a los judíos y como yo no soy judío tampoco dije nada. Ahora que me vienen a buscar ya no hay nadie que hable por mí".

 

Esta es la tragedia de la violencia contra la cual tampoco es útil y adecuado levantar la violencia contraria,porque la violencia solo genera violencia y solo la paz de los espíritus genera un ambiente de consideración y respeto, base esencial de la libertad y  la democracia.

 

¿Cuál es entonces el camino a  seguir y cuál es la raíz de lo que nos está pasando?

 

No es fácil hacer un balance de la violencia del mundo y en nuestro país.

 

Es el egoísmo brutal que genera la violencia institucionalizada.  La violencia del dinero sobre el trabajo. La violencia del poder contra el dominado. La violencia de la usura sobre la humildad. La violencia de la fuerza sobre el raciocinio.

 

El origen no está solo en unos pocos, desgraciadamente, está en todos y cada uno de nosotros en alguna medida.

 

La inconsecuencia, el acomodo, la ruptura de la palabra empeñada son también elementos que están en la esencia de una violencia que se sabe como comienza y no como termina.

 

Nos preguntamos qué ha pasado en Chile y a veces no sabemos contestar pero creo que no es difícil distinguir estos focos de origen.

 

¿Por qué debemos castigar a los niños con tal típico maltrato infantil?

¿Por qué el hablar chileno de lenguaje armonioso se ha transformado en un lenguaje duro y arisco?

 

¿Por qué no se respeta la sabiduría de los viejos?

 

¿Por qué  a los jóvenes se les enseña en la televisión la manera de robar y de matar?

 

¿Por qué el debate nacional no es de ideas sino de ataques personales?

 

Ahí también está el comienzo de nuestra violencia que al crecer no nos puede sorprender.

 

Ojalá nunca suceda lo de las viejas cortes españolas en 1936 cuando la Pasionaria dijo: Se acabó la paz y al día siguiente arrasó el fascismo.

 

 

 

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