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  Un poeta que no esquivó sus compromisos

  Por Guido Girardi, Presidente del Senado

28 de abril de 2011

ImagenHace pocos días, el lunes 25 de abril, murió en Chillán el poeta Gonzalo Rojas, quizá el más premiado universalmente desde Pablo Neruda y sin duda el más reconocido fuera de nuestras fronteras. Es que Rojas, durante su trastierro, como él prefería decirle al exilio que sufrió tras el golpe militar en Chile, se ganó el cariño de otros pueblos, pero porque tuvo la oportunidad de dar a conocer su palabra luminosa en otras latitudes.

En sus funerales, su hijo se me acercó y me dijo que Gonzalo había sido militante del PPD desde su fundación y que apreciaba mucho el carácter libertario y democrático de las posturas del partido. Se lo agradecí. Fue uno de esos apoyos silenciosos que hacen crecer a la democracia y me reconforta siempre saber que hay personas que aunque no lo proclaman explícitamente, apoyan lo que hacemos desde los partidos, apoyan el ejercicio de la política.

Pero Rojas, ante todo, fue un poeta. Un poeta que no esquivó sus compromisos y banderías políticas, pero fue, ante todo, un militante de la palabra. Y eso es lo que quisimos destacar, sobre todo, cuando fuimos a su funeral el Vicepresidente del Senado, Juan Pablo Letelier, y yo, a rendirle un homenaje al poeta. Reproduzco aquí un fragmento del texto que leímos.

Murió Gonzalo Rojas, un poeta que vivió una vida plena y fértil en obra; un poeta enamorado de las mujeres, que indagó en el sexo, en la muerte, en la belleza, en esa siempre elusiva cuestión del amor, es decir, en aquellas cuestiones sobre las que todos nos interrogamos en un momento u otro, cuestiones que su palabra de poeta iluminó con luces nuevas. Un poeta que hizo de la palabra un gesto de liberación, que renovó el lenguaje y la sintaxis, que abrió siempre nuevas fronteras para expresar mejor tanto lo que él veía como lo que nosotros vemos encaramados a su palabra.

El Senado de Chile quiere rendir un homenaje a este poeta que hasta el último momento vivió aferrado a la vida, a la intensidad, aunque no a la velocidad; él prefería los movimientos lentos, la pausa, la aproximación morosa al tiempo y a las cosas, a fin de poder apropiárselos de mejor manera. Un homenaje a este poeta del sur, de Arauco, de Lebu, que se formó en el Internado Nacional Barros Arana y en la Universidad de Chile, esa trayectoria tan propia del Chile republicano cuya valoración del mérito debemos rescatar siempre. Un homenaje a un poeta cuya lucidez ante la muerte le llevó a ponerle día:

"la / Que ese martes de mi muerte llamará",

Muerte que se adelantó un día, porque Rojas murió un lunes, un lunes que nos pone de luto pero que también nos brinda la oportunidad de reconocer y valorar a uno de los grandes, de los verdaderamente grandes, de la poesía chilena.

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