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Un reajuste acorde con la capacidad económica

Por Jovino Novoa, senador por la Región Metropolitana

11 de abril de 2013

Imagen foto_00000012El proyecto sobre salario mínimo presentado por el Gobierno propone un reajuste real de menos del 4% y nominal de sobre el 6%. Este es un incremento que se suma a los aumentos reales que año a año está teniendo el salario mínimo. Desde ese punto de vista, me parece razonable lo que se propone, y creo además, que si uno ve los últimos 12 años, hemos tenido incrementos efectivos del salario mínimo muy encima de la inflación.

El salario mínimo, y particularmente en este año, se da en un marco de crecimiento económico y de pleno empleo, al punto que lo que se señala es que solo afecta a alrededor de un 10% de la fuerza laboral.

Uno podría pensar entonces que al afectar solo un 10% de la fuerza laboral, podría considerarse un incremento mayor, como se propone por algunas personas y llegar a 250 mil pesos el 2015, lo que sería prácticamente un incremento del 30% en tres años. Yo considero que una proposición de ese tipo es irresponsable, porque el incremento del salario mínimo no solo afecta a ese 10% de personas que están en el salario mínimo, sino que va a afectar de una forma generalizada el incremento de remuneraciones.

Y si nosotros nos ponemos, por ejemplo, en un caso de un incremento general de remuneraciones del orden del 8% o 10%, va a haber un incremento de costos equivalente al 3, 4 %. Y eso va a afectar en inflación. No va a ser fácil trasladar los incrementos de costo a precio en forma automática.

Por eso, cada vez que año a año discutimos este salario, y no solo en este Gobierno, sino que también en los Gobiernos anteriores, a veces toca la odiosa labor de pedir que los reajustes que se hagan sean concordantes con la capacidad económica, con el estado de la economía, con la inflación, con la productividad. Todos quisiéramos que en nuestro país los ingresos mínimos fueran de $250 mil o $ 300 mil. Pero desgraciadamente eso no es posible.

Por otro parte, aunque solo el 10% gana el mínimo, lo reciben las personas con una menor calificación laboral y muchas veces los jóvenes. También ocurre que muchas veces los ingresos mínimos se concentran en mujeres, que por distintas razones -que yo espero que con el tiempo se vayan solucionando- no tienen una calificación laboral que les permita ser competitivas en el mercado laboral. Y qué decir de los jóvenes. Hay zonas de sectores populares de nuestro país donde la cesantía juvenil puede ser del orden del 40 %.

Estas serían las personas más afectadas por aumentos desmedidos del salario mínimo.

Finalmente, el salario mínimo no lo paga el Estado ni tampoco las grandes empresas. Lo pagan normalmente pequeñas o medianas empresas, que les cuesta poder insertarse en el mundo laboral.  Entonces, cuando analizamos esta situación pongámonos en el caso de muchas pequeñas y medianas empresas donde el empresario con esfuerzo gana lo mismo o poco más que sus trabajadores.

Respecto al planteamiento de incrementar la asignación familiar, lo considero interesante, hay que analizarlo. Actualmente no tengo los antecedentes de costos, habría que revisarlos bien, ya que esos significan compromisos permanentes del Estado que obviamente habrá que tratar de una forma más profunda que lo que significa subir el salario mínimo.

Y, en segundo lugar, creo que también hay que analizar esa proposición dentro del espíritu y del esquema de lo que es el ingreso ético familiar, porque esa es la ayuda que da el Estado, que va de alguna forma de la mano de una cantidad de estímulos para que las personas sean autosuficientes en sus ingresos y no estén dependiendo constantemente de ayuda estatal.

Señalado eso, creo que una distribución de recursos a los sectores más vulnerables que se dé a través del incremento de la asignación familiar es una distribución más objetiva y, probablemente, más justa que los bonos que se dan desgraciadamente con demasiada frecuencia y que, a mi modo de ver, no constituyen una forma razonable de administrar los recursos fiscales. Puede ser razonable,  pero creo que hay formas más razonables para la Administración de recursos fiscales.

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