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Una contribución al fortalecimiento institucional de la democracia

Por Camilo Escalona, Presidente del Senado

18 de enero de 2013

Imagen foto_00000005Una encuesta entregada a la opinión pública por el Centro de Estudios Públicos y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo señala que el 61 % de los consultados, es decir, una mayoría considerable, se pronuncia por las primarias abiertas como el mecanismo más aceptado para la designación de las diferentes candidaturas en los comicios que enfrentará el país en los próximos meses.

 

Este criterio mayoritario está directamente relacionado con el severo debilitamiento del sistema político que se ha registrado en Chile en los últimos años. En la misma medición se establece que el 62 % de las personas no tiene simpatía alguna hacia las organizaciones partidistas. En este contexto, tanto el bloque de gobierno como el de oposición se ven disminuidos en su convocatoria ante las exigencias que se presentan al país.

 

No soy de los que buscan una respuesta fácil haciendo recaer todas las culpas de los males de este mundo en los partidos políticos, satanizándolos a un extremo grotesco, buscando ventajas fáciles y oportunistas, cuando muchos de esos críticos interesados provienen del mismo tronco del cual ahora reniegan y condenan con una facilidad asombrosa. Por el contrario, se trata de una situación estructural, el Estado mínimo, en la concepción de los “Chicago Boys” que implementó la dictadura, dejó en una situación de postración el aparato estatal, sin herramientas potentes y eficaces para regular, fiscalizar e imponer el interés general de la nación.

 

Hoy, muchos neoliberales con altos cargos en el gobierno se ufanan, se congratulan entre sí y culpan a las cuatro administraciones concertacionistas de cuanta ineficacia propia y del aparato estatal se produce, olvidando que en numerosas ocasiones en veinte años se ha tratado de modificar este esquema y ellos se han opuesto tenazmente. A la derecha le sirve el Estado inoperante e ineficaz, es funcional a su manera de pensar y comprender la desigualdad existente en el país, como un hecho “natural”, como una fatalidad enesquivable. Resulta paradojal y, al mismo tiempo, irritante y violento que quienes se empeñaron en empequeñecer el Estado, cada vez que el mismo resulta impotente o “no da el ancho” para acometer sus desafíos sociales, se apresuren a propiciar y acometer nuevos esfuerzos para ahondar y acrecentar la debilidad del Estado. En ello, los neoliberales piensan como los anarquistas, mientras menos aparato estatal exista mejor, así lo entienden desde su concepción minimalista del bien común.

 

En el próximo período estamos ante una urgencia inescapable: restablecer la legitimidad y prestigio del sistema político, porque, además, en sus mismos protagonistas existe la fuerte y riesgosa tentación a la “salvación” individual, a través de dudosos mecanismos como conductas farandulescas, caudillistas o demagógicas que no hacen sino que aumentar la confusión y el desprestigio en el escenario nacional, acentuando la débil convocatoria del sistema político.

 

De manera que la realización de primarias abiertas constituye una correcta contribución al fortalecimiento institucional de la democracia chilena, mediante la ampliación de la base de sustentación de los aspirantes a las diferentes responsabilidades de representación popular; ello, naturalmente, con las garantías adecuadas a los participantes en las mismas, haciendo uso de la legislación recientemente aprobada para ello en el Parlamento, en la ley de primarias legales abiertas. Ante partidos políticos debilitados, la más amplia inclusión y participación será una contribución esencial al robustecimiento democrático del país.

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