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Una oportunidad para hacer las cosas bien

Por Ricardo Lagos Weber, Presidente del Senado

10 de junio de 2016

Imagen foto_00000019Hace pocos días, el experto colombiano Juan Luis Isaza entregó el Estudio de Impacto Patrimonial que le fue encargado por las autoridades regionales, referido a la construcción del Terminal 2, en terrenos que colindan con la zona patrimonial del puerto de Valparaíso.

 

Estamos de acuerdo en que hay que poner en valor el borde costero del puerto. Por eso el proyecto del Terminal 2, que representa una alta inversión y permitiría potenciar a Valparaíso como ciudad portuaria, fue inicialmente bien recibido. Pero el EIP arroja antecedentes nuevos que obligan a reflexionar sobre la construcción del T2.

 

Porque ahí se indica, por una parte, que el impacto de estas obras es imposible de mitigar; y, por otra, entrega una mirada muy crítica sobre el estado actual de las condiciones patrimoniales de la ciudad. Tenemos que hacernos cargo de esas críticas. Como bien dice Isaza, la ciudad tiene un Valor Universal Excepcional, cuestión que motivó que la Unesco la incluyera en la lista de Patrimonio Mundial. Ese valor universal ya está en riesgo, por deficiencias en la gestión y por características propias de la manera de tomar decisiones en el ámbito público.

 

Todo hubiera sido muy diferente si desde el inicio de este proyecto hubiésemos tenido un informe de esta contundencia. Sin embargo, siempre pensando en valorar el borde costero y en velar porque Valparaíso “recupere un estado de conservación aceptable dentro de los estándares internacionales y regionales”, como indica el EIP, debemos tomar este informe como una oportunidad para hacer las cosas bien.

 

Estamos a tiempo para tomar las decisiones indicadas. Los costos de tomar una mala decisión pueden afectar para siempre la vida de Valparaíso. Ahora bien, si la empresa considera que el proyecto del Terminal 2 se torna inviable por diversas razones, el Estado y la comunidad debemos buscar juntos un desarrollo alternativo para el borde costero. Más que una situación crítica, tenemos una tremenda oportunidad de lograr un desarrollo distinto y en armonía con nuestra condición patrimonial, que tome en cuenta el deterioro presente y enfrente con una mirada global las acciones y decisiones que se tomen en la ciudad.

 

Detener un proyecto de esta naturaleza puede traer grandes costos por las cláusulas de salida establecidas en los contratos de licitación. Sin perjuicio de aquello, creo que es más relevante pensar en el proyecto de ciudad en el largo plazo: cuál es el Valparaíso que queremos, cómo integramos el borde costero a la ciudad, cómo damos un golpe de timón que revierta el deterioro patrimonial y sostenemos una ciudad cuya riqueza arquitectónica y cultural se mire con orgullo en las aguas del Pacífico.

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