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Una propuesta inteligente

Ignacio Walker, senador por la Región de Valparaíso

13 de abril de 2017

LA Presidenta de la República ha presentado un proyecto de reforma constitucional que faculta al Congreso para convocar a una Convención Constitucional para la elaboración de una Nueva Constitución, con acuerdo de las dos terceras partes de los diputados y senadores en ejercicio.Imagen foto_00000002

 

La propuesta es oportuna -somos muchos los que creemos que llegó la hora de discutir y aprobar una Nueva Constitución para Chile- y, sobre todo, inteligente.

 

Lo es porque resuelve la cuestión del mecanismo de una manera impecable: se necesitan dos terceras partes de los diputados y senadores en ejercicio para reformar el capítulo XV de la Constitución sobre ”Reforma de la Constitución”, y dos terceras partes para, una vez aprobada dicha reforma, convocar a una Convención Constitucional para la elaboración de una Nueva Constitución.

 

En otras palabras, estamos obligados a poneros de acuerdo. Así de simple. Si no hay acuerdo, no hay reforma a la Constitución, y tampoco Nueva Constitución y, agrego yo, que cada cual asuma su responsabilidad. Yo anuncio mi voto a favor.

 

Se cumple así, a cabalidad, y de manera inteligente, con las dos promesas que hemos hecho al país en esta materia: una nueva Constitución, a través de un mecanismo democrático, participativo e institucional.

 

Esto último es clave para evitar cualquier suspicacia, subterfugio, resquicio, “decretazo”, o como quiere llamársele. El proyecto no altera en un ápice los artículos 127, 128 y 129 de la actual Constitución sobre procedimiento de reforma. Agrega un nuevo artículo 130 para incluir el mecanismo de convocatoria a la Convención Constitucional, pero manteniendo los dos tercios exigidos por la actual Constitución.

 

Lo mejor del proyecto es el mensaje. Alude a la historia constitucional chilena, la que repasa con cuidado y prolijidad, especialmente recordando la forma (muy restrictiva) en que se originaron las constituciones de 1833 y 1925; adhiere a la forma de “democracia representativa”, llama a una “profunda deliberación democrática”, junto con recordarnos los serios problemas de legitimidad asociados a la Constitución de 1980, a pesar de que ha sido 38 veces reformada. Una especial valoración se hace de las grandes reformas -así las califica- de 1989 y 2005. Adicionalmente, le da una muy destacada participación al Congreso en todo el proceso constituyente.

 

El que esté pensando en una hoja en blanco, borrón y cuenta nueva, partir de cero, y todas esas cosas que nos alejan del sentido común ciudadano y la tradición republicana, democrática y constitucional de Chile, se llevará una sorpresa -para bien, o para mal- al leer el mensaje y el texto de la reforma propuesta.

 

Hace pocos días, con Genaro Arriagada y Jorge Burgos, lanzamos un libro que denominamos “Una Nueva Constitución para Chile”, como un aporte al rico debate que es dable esperar cuando se trata de discutir y aprobar una nueva Constitución.

 

En ese texto nos manifestamos a favor de una Convención Constituyente; esto es, treinta diputados y senadores, y treinta ciudadanos, elegidos por el próximo Congreso, constituido en sesión plenaria, el que, en el plazo de seis meses, sometería un texto constitucional a un referéndum de aprobación o rechazo. Recogemos así la propuesta que en tal sentido hiciéramos con Patricio Zapata, en 2015.

 

Cualquiera sea el nombre que se le de, y al margen de cualquier caricatura, prejuicio o estereotipo, considero que este proyecto coincide, de manera muy fundamental, con la propuesta que ahí hemos formulado.

 

Mi propuesta es muy simple: regalémonos como nación, una Constitución del Bicentenario, con sentido patriótico y republicano, producto de una gran acuerdo nacional. El proyecto propuesto por la Presidenta de la República es un buen punto de partida.

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