Click acá para ir directamente al contenido

  Unidad y solidaridad a toda prueba.

  Por Baldo Prokurica, senador por la Región de Atacama

21 de octubre de 2010

El pasado 5 de agosto será recordado como uno de los días más negros de la historia de la mineríaImagen chilena. Un derrumbe al interior de la mina San José, dejó a 33 mineros atrapados a más 700 metros de profundidad. Pero también, este accidente, dio lugar a muestras de solidaridad y resaltó, nuevamente, la unidad de nuestro país ante la adversidad.

 

Por azares del destino, ese 5 de agosto me dirigía a Copiapó en el mismo avión en que también viajaba la Intendenta. Al aterrizar, ella recibe un llamado telefónico estremecedor que le informaba sobre un accidente en una faena minera, donde existirían trabajadores atrapados y desconociéndose el estado en que ellos se encontraban.

 

Viajé inmediatamente al sector. En el camino solicité ayuda a los Radioaficionados de Copiapó, quienes, en forma voluntaria y desinteresada, subieron equipos, instalaron antenas y establecieron turnos las 24 horas del día, poniendo estaciones móviles en el Hospital, la Intendencia y Carabineros. Por una semana, gracias a ellos se mantuvo las comunicaciones hacia y desde campamento. Luego, las compañías de celulares instalaron antenas móviles, lo que permitió llamadas e internet gratuitos.

 

Lo inaccesible del sector, la inexistencia de insumos de primera necesidad y la inclemencia del tiempo,  hacían mucho más complicado el operativo.

 

Transcurrían las horas y las familias de los afectados llegaban poco a poco a la mina. La Municipalidad de Copiapó instaló una carpa donde se prestaron las primeras ayudas. Este trabajo fue luego apoyado, principalmente, por los municipios de Caldera, Vallenar y Tierra Amarilla.

 

Las empresas privadas se hicieron presentes desde el primer minuto, facilitando personal y equipos de rescate, alimentos, ropa de abrigo, leña para fogatas, agua, baños químicos, torres de iluminación, combustible, vehículos  y muchos otros elementos. Sólo en las operaciones de sondaje, se usaban, al día entre 10 mil y 15 mil litros de petróleo y unos 600 mil litros de agua, muchos de los cuales correspondieron a donaciones de privados.

 

Las empresas públicas también colaboraron: ENAMI, liberó recursos que tenía retenidos a la empresa San Esteban, los que fueron utilizados para pagar los sueldos de los más de 300 trabajadores de la compañía y, CODELCO apoyando con maquinarias, combustible, técnicos y rescatistas.

 

Importante labor también realizaron las Fuerzas de Orden y Seguridad. El Ejército de Chile, tan pronto sucedió el accidente, envió un destacamento desde el Regimiento de Copiapó que colaboró en la instalación del campamento, proporcionó alimentación a los equipos de rescate y trasladó a los familiares de los mineros atrapados desde Copiapó hacia la mina. Por su parte, Carabineros e Investigaciones realizaron trabajos destinados, principalmente, a resguardar la seguridad de las miles de personas que llegaron al sector.

 

Este accidente demostró, una vez más, que ante una catástrofe CHILE se transforma. Dejamos nuestras diferencias de lado y todos nos unimos por tratar de sacar una tarea adelante. Y este caso no fue la excepción. Luego del trabajo incansable de cientos de rescatistas, de la labor desarrollada por el Gobierno Regional, encabezado por la Intendenta Ximena Matas, la ayuda solidaria de empresarios y particulares y, el compromiso del Presidente de la República de poner a disposición a los mejores técnicos y todos los recursos económicos necesarios, se logró con éxito el pasado 13 de octubre y, luego de 70 días, el rescate de estos verdaderos héroes.

Imprimir