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REPÚBLICA DE CHILE
DIARIO DE SESIONES DEL SENADO
PUBLICACIÓN OFICIAL
LEGISLATURA 354ª
Sesión 20ª, en miércoles 7 de junio de 2006
Especial
(De 12:4 a 14:9)
PRESIDENCIA DEL SEÑOR EDUARDO FREI RUIZ-TAGLE, PRESIDENTE
SECRETARIO, EL SEÑOR CARLOS HOFFMANN CONTRERAS, TITULAR
____________________
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VERSIÓN TAQUIGRÁFICA
I. ASISTENCIA
Asistieron los señores:
--Allamand Zavala, Andrés
--Alvear Valenzuela, Soledad
--Arancibia Reyes, Jorge
--Ávila Contreras, Nelson
--Bianchi Chelech, Carlos
--Cantero Ojeda, Carlos
--Chadwick Piñera, Andrés
--Coloma Correa, Juan Antonio
--Escalona Medina, Camilo
--Espina Otero, Alberto
--Flores Labra, Fernando
--Frei Ruiz-Tagle, Eduardo
--García Ruminot, José
--Gazmuri Mujica, Jaime
--Girardi Lavín, Guido
--Gómez Urrutia, José Antonio
--Horvath Kiss, Antonio
--Kuschel Silva, Carlos
--Larraín Fernández, Hernán
--Letelier Morel, Juan Pablo
--Longueira Montes, Pablo
--Matthei Fornet, Evelyn
--Muñoz Aburto, Pedro
--Muñoz Barra, Roberto
--Naranjo Ortiz, Jaime
--Navarro Brain, Alejandro
--Novoa Vásquez, Jovino
--Núñez Muñoz, Ricardo
--Ominami Pascual, Carlos
--Pérez Varela, Victor
--Prokurica Prokurica, Baldo
--Romero Pizarro, Sergio
--Sabag Castillo, Hosaín
--Vásquez Úbeda, Guillermo
Concurrieron, además, los señores Ministros del Interior, Secretaria General de la Presidencia, Secretario General de Gobierno, de Educación y de Justicia, y el señor Subsecretario de la Secretaría General de la Presidencia.
Actuó de Secretario el señor Carlos Hoffmann Contreras, y de Prosecretario, el señor José Luis Alliende Leiva.
II. APERTURA DE LA SESIÓN
--Se abrió la sesión a las 12:4, en presencia de 15 señores Senadores.
El señor FREI, don Eduardo (Presidente).- En el nombre de Dios, se abre la sesión.
III. ORDEN DEL DÍA


PROBLEMÁTICA DE EDUCACIÓN SECUNDARIA Y SUPERIOR
El señor FREI, don Eduardo (Presidente).- Hemos sido convocados para tratar la problemática de la educación secundaria y superior en nuestro país.
Tiene la palabra el Senador señor Cantero.

El señor CANTERO.- Señor Presidente, voy a fijar la posición de Renovación Nacional en el tema de la crisis educacional.
Ante todo, agradezco la buena disposición habida para aceptar nuestra petición de realizar esta sesión especial, atendida la importancia que atribuimos a la referida materia.
El sistema educacional chileno atraviesa por una grave crisis, que alcanza a sus niveles prebásico, básico, medio y superior, y se halla caracterizada por los malos resultados del proceso. Y peor aún: dentro de los precarios estándares de calidad, es inaceptable la brecha entre la educación pública y la privada. Así, el sistema reproduce y agudiza las desigualdades.
Por ello, asumimos la necesidad de una profunda modificación estructural y conceptual, que exige una redefinición del rol del Estado y de su capacidad de constituir a la educación en un efectivo vehículo de cambio y movilidad social para los hijos de las familias chilenas. No es aceptable que nuestro sistema educacional se haya transformado en una instancia de segregación social y económica.
Señalamos nuestra voluntad política de discutir y reformular la educación. Ello implica abrirnos al análisis de la LOCE (Ley Orgánica Constitucional de Enseñanza), de la jornada escolar completa, del Estatuto Docente, de los sueldos de los profesores y de las prioridades de financiamiento en esta área, problemas que, en su conjunto, mantienen un sistema basado en el mercado y que ha obligado a la educación pública, en todos sus niveles, a competir en una grave desigualdad de condiciones, lo cual ha generado las odiosas asimetrías evidenciadas por aquél.
Renovación Nacional postula que el sistema educacional chileno debe compatibilizar la libertad de enseñanza, la calidad de la educación y la equidad en el acceso, abriendo posibilidades y asegurando igualdad de oportunidades reales para todos los chilenos.
Valoramos el mérito del movimiento estudiantil secundario, que ha puesto en evidencia el problema y ha priorizado la urgencia de atenderlo, rompiendo la inercia y la cerrada negativa de los Gobiernos de la Concertación a reconocer la gravedad de este fenómeno.
La responsabilidad fundamental de la actual crisis educacional corresponde a los Gobiernos de la Concertación, que, no obstante haber más que triplicado los recursos financieros respecto de los disponibles en los años noventa y ejercido el poder ininterrumpidamente durante los últimos dieciséis años, han sido incapaces de articular e impulsar el conjunto de políticas públicas necesarias para superarla.
Los Gobiernos de la Concertación han estimulado políticas equivocadas; han mostrado incapacidad para corregir los errores en que han incurrido sistemáticamente, menospreciando las advertencias que se les formularon acerca de las falencias del actual sistema, evidenciando debilidad frente a presiones políticas y corporativas del magisterio.
Los Gobiernos de la Concertación han mostrado improvisación, ideologización y deficiente capacidad de gestión.
Renovación Nacional denuncia como un falso dilema aquel que supuestamente obligaría a elegir entre el derecho a una educación de calidad y la libertad de enseñanza. Tal antagonismo es inexistente, toda vez que la libertad de enseñanza, rasgo vital de toda sociedad democrática, se expresa en la coexistencia armónica de diversos proyectos educativos, y el derecho de los padres a elegir entre alternativas educacionales es fundamental para asegurar la calidad general de la educación del país.
Tampoco es aceptable la falsa dicotomía planteada por sectores de la Concertación en el sentido de que la disyuntiva es regresar la administración de la educación al Estado, pretendiendo con ello responsabilizar a las municipalidades del fracaso del sistema, en circunstancias de que éstas han recibido un sistema desfinanciado, amortiguando la caída de la calidad educacional por la vía de restar recursos al desarrollo comunal para paliar en parte el deficitario sistema educativo.
La actual situación exige que el Gobierno de la Presidenta Bachelet adopte y exponga ante el país las definiciones que deben orientar el diseño de las políticas públicas en el área, sin dejarse inmovilizar ni confundir por el conjunto de propuestas improvisadas, contradictorias y antagónicas emanadas de la combinación de partidos que apoya al Gobierno y que no atienden a las causas basales de la crisis de la educación. El Ejecutivo tiene el deber de señalar cuál es el proyecto educativo que se quiere para Chile.
Renovación Nacional plantea, como ejes fundamentales de la reforma educacional que el país exige, los siguientes:
1° Acentuar el proceso de descentralización de la educación y terminar con los abultados déficits municipales derivados del traspaso desde el Estado; aumentar la autonomía de la gestión tanto de los municipios como de los establecimientos educacionales y exigir a ambos cuenta de los logros en el proceso de enseñanza; promover la asociatividad, integración y complementación de los diversos sistemas municipales y las corporaciones entre comunas con diferentes realidades socioeconómicas, con herramientas básicas para gestionar de forma adecuada los establecimientos.
2° Mejorar el sistema de subvenciones con cantidades reales por alumno para lograr una efectiva calidad de la educación; determinar criterios de subvención diferenciada que permitan mitigar las carencias de las familias más pobres aumentando el monto de las destinadas a favorecer a los estudiantes provenientes de sectores socialmente vulnerables y de establecimientos con educación diferencial; y permitir la competencia que amplíe la oferta entre los planteles que puedan elegir las familias, sean públicos o privados.
Se debe tener presente la grave inequidad que afecta al sistema municipalizado, respecto de la educación particular subvencionada, en materia de remuneraciones. Todos los sostenedores reciben la misma subvención por atender alumnos de cierto nivel socioeconómico; pero, en el caso de establecimientos municipales, deben pagar asignaciones derivadas del Estatuto Docente que encarecen sus costos, sin percibir recursos adicionales, y los ponen en condición de desventaja frente a la educación particular subvencionada.
Postulamos que esa situación debe remediarse, para asegurar los recursos que hagan posible la igualdad de oportunidades. Los municipios pagan por asignación de experiencia o bienios aproximadamente 26 por ciento del total de las remuneraciones; la asignación de perfeccionamiento representa 5 por ciento de la planilla, y la de responsabilidad por función directiva, 2 por ciento adicional. Es decir, el sistema municipal registra una sobrecarga de 33 por ciento del costo de la planilla, pero los recursos son exactamente iguales a los de la educación privada subvencionada.
3º La interrogante es: ¿cómo podemos responsabilizar a un director por la calidad de la educación en su establecimiento si no cuenta con las herramientas para gestionar, para formar equipos, y no puede evaluar a su personal?
Se debe impulsar un nuevo marco normativo laboral para el profesorado del sector público, incluyendo una verdadera carrera profesional; perfeccionamientos idóneos para la práctica pedagógica; evaluaciones reales y oportunas, y remuneraciones vinculadas, a lo menos parcialmente, al desempeño.
El nuevo marco laboral debe facilitar, asimismo, mecanismos de jubilación para los profesores y remediar el llamado "daño previsional". Es preciso erradicar la triste realidad de docentes sobrecargados que corren entre distintos establecimientos o redoblan jornadas para completar horarios en diferentes unidades educativas, en la búsqueda de ingresos que les permitan vivir con dignidad.
4º Revisar la jornada escolar completa y corregir a la brevedad fallas ostensibles en su aplicación (más de lo mismo), sobre la base de considerar que se trata de un problema de calidad del proceso educativo y no de cantidad de horas de permanencia en los establecimientos. Es necesario concentrar la jornada de los profesores para el reforzamiento y el desarrollo de competencias y habilidades cognitivas que lleven a superar la mala base que entrega el sistema en cada nivel.
Debemos asumir que el exceso de carga horaria afecta el rendimiento tanto del profesor como del alumno, al igual que las falencias provenientes de la mala nutrición y de raciones alimentarias insuficientes de los alumnos de sectores más vulnerables económicamente. La idea es avanzar en que la extensión horaria pueda ser aprovechada como una verdadera instancia de utilidad pedagógica.
5º Avanzar con mayor velocidad en la cobertura y calidad de la educación preescolar, ya que la carencia en ese ámbito conspira contra el buen resultado global del sistema y deviene en una irremontable desventaja para los niños que no acceden a dicho nivel, especialmente entre las familias más pobres.
Asimismo, se debe fomentar la integración al sistema educacional de las personas que requieren educación diferencial especializada, para permitir la inserción de quienes sufren déficit intelectual, visual, auditivo o de lenguaje.
Anunciamos desde ya que Renovación Nacional apoyará también el aumento de la subvención en esa área.
6º Incentivar el compromiso y participación de los padres y apoderados en el proceso de enseñanza-aprendizaje, e integrarlos en el desafío de buscar la calidad de la enseñanza, en la exigencia de estándares y mecanismos de rendición de cuentas en todos los niveles del sistema educacional. Es preciso asumir que la calidad del proceso guarda directa relación con el funcionamiento de toda la comunidad educativa: profesores, alumnos, padres y apoderados, más aún cuando los estudios revelan la alta incidencia que en el rendimiento escolar registran las carencias familiares, afectivas y valóricas derivadas de la presencia de familias irregulares, que dañan la autoestima y adaptabilidad del educando.
7º Reformular el rol del Estado en la educación y adecuar la estructura y funciones del Ministerio del ramo para sintonizarlas con la envergadura de las tareas que debe enfrentar, además de redefinir especialmente sus funciones de regulación y supervisión. En esa línea, postulamos la creación del Consejo Nacional de Educación, de carácter permanente y autónomo -como lo es hoy el Banco Central-, y representativo de todos los actores del proceso educativo, a fin de que se vele por la calidad de la enseñanza en cada uno de los niveles.
Tales son los planteamientos fundamentales que orientan la posición de Renovación Nacional en estos temas.
Señor Presidente, no puedo terminar sin antes señalar cómo abre esperanzas el proceso de cambio cultural que vive el país. Una sociedad que hasta ahora se definía como "no estando ni ahí" en los temas políticos cobra hoy un rol protagónico mostrando un estilo de hacer política que marca el rompimiento de la dualidad de actores que monopolizaron la acción: el Estado y el mercado. En la actualidad surge una sociedad civil organizada, capaz de defender sus puntos de vista con firmeza. Pero lo más importante es que se ha puesto fin a la guerra de trincheras observada en la política en los últimos 50 años, mostrándose una capacidad de trabajo transversal, pluralista, tolerante, con una gran fraternidad, lo que constituye un ejemplo que debe ser asumido por la política nacional. De lo contrario, la juventud nos pasará por encima y nos cobrará la cuenta por la falta de eficiencia y oportunidad en nuestro actuar y en nuestro quehacer.
He dicho.

El señor FREI, don Eduardo (Presidente).- Solicito la autorización de la Sala para que asista a la sesión el Subsecretario General de la Presidencia, señor Edgardo Riveros.
Acordado.
Tiene la palabra el Senador señor Bianchi.

El señor BIANCHI.- Señor Presidente, en buena hora los estudiantes han sacado al pizarrón al Gobierno y a la clase política, dejando al descubierto que como sociedad no hemos hecho nuestra tarea, sobre todo en un ámbito tan importante y estratégico como el de la educación.
Tal cual era de esperar, pese a todos los anuncios exitistas, nunca se quiso reconocer los problemas que aquejaban a la educación. Y, como consecuencia, hoy nos encontramos rindiendo un pésimo examen ante quienes debieron haber sido, supuestamente, los grandes beneficiarios de nuestra preocupación: las nuevas generaciones de niños y jóvenes, vale decir, el futuro de nuestro país.
Basta de discursos. Basta de desgastarnos en buscar responsables. Nuestro deber, ahora, es entregar a aquéllos una respuesta seria, consensuada y técnicamente viable, que corrija los grandes males de la educación que actualmente se denuncian, sobre todo en la municipalizada.
Sólo queda agradecer a los jóvenes que hayan puesto en el centro del debate nacional un tema tan relevante como el que nos ocupa, habiendo quedado instalados, en consecuencia, como actores de primer nivel en la discusión país. Por ende, la sociedad y el Gobierno, en particular, deberán buscar la manera de relevarlos, junto con apoyar su participación.
Sobre la base de lo anterior, y teniendo presente que hemos mal administrado una educación municipal que ha terminado por ser una mochila incómoda y no deseada tanto para los municipios como para el propio Estado; que en este perverso esquema la prioridad obligada para los municipios ha sido equilibrar un presupuesto y no atender los fines de esta responsabilidad; que, como resultado del proceso, hemos tenido una descentralización de papel y trunca, debido a lo cual, en los hechos, se ha establecido un modelo donde nadie asume las responsabilidades (menos el Gobierno); y que, en la práctica, la educación ha tenido una visión sesgada y el énfasis se ha centrado en la inversión más que en la operación, lo cual ha dado lugar, entre otros, a un cuerpo docente y codocente que estoicamente resiste precarias condiciones de apoyo al trabajo formativo, propongo:

1.- La urgente puesta en marcha de un Sistema Nacional de Apoyo a la Gestión Integral (administrativa y docente) de las Corporaciones y Departamentos de Educación de las Municipalidades, sobre todo de las que atienden a los sectores socialmente más vulnerables.

2.- Revisar los criterios técnicos usados en el proceso de enseñanza, en particular aquellos tan críticos como la carga de aula y la carga horaria de los profesores y alumnos.

3.- Nivelar y garantizar los contenidos curriculares con los exigidos en las pruebas de admisión universitaria.

4.- Cambiar el criterio de transferencia de recursos del Gobierno al sector municipalizado, desde el actual, que asigna según asistencia, hacia uno nuevo que asigne según matrícula, bonificando de manera especial a aquellos colegios ubicados en sectores rurales o apartados con mayor dificultad de acceso.

5.- Diseñar un sistema de costo que refleje las necesidades reales de recursos del sistema municipal, incorporando todos los requerimientos propios de un proceso de enseñanza moderno.
Lamentablemente, señor Presidente, no dispongo de más tiempo como para referirme a otros aspectos claves para mejorar la calidad de la educación, tales como formación de profesores; revisión del Estatuto Docente; estimulación del recambio generacional de los docentes; profesionalización de las funciones de los no docentes; rediseño de la LOCE; revaluación y perfeccionamiento de la JEC, y otros tantos más, que debieran abordarse en una reforma seria que corrija de manera real los graves problemas que nos aquejan.
He dicho.

El señor FREI, don Eduardo (Presidente).- Tiene la palabra el Honorable señor Muñoz Barra.

El señor MUÑOZ BARRA.- Señor Presidente, la verdad es que son poquísimos los minutos de que disponemos para intervenir respecto de un tema tan complejo como el que tratamos hoy.
Todos estamos a favor de mejorar nuestro sistema educacional, pero creo que cometemos un error si visualizamos el asunto desde algunas coyunturas específicas.
Nadie puede desconocer que en estos 16 años de Gobierno -y asumo la responsabilidad que ello significa- hemos creado distintos tipos de educación: una de primera, que es la pagada; otra de segunda, la particular subvencionada; y una de tercera, la pública.
La última es un concepto bastante híbrido. Se habla de "educación pública" y, sin embargo, ella depende de las municipalidades; o sea, de los alcaldes: de 346 "ministros alcaldes" que tiene la educación chilena. Esto es algo que creo necesario corregir.
Uno de los aspectos centrales a que hemos de apuntar es la modificación de la ley Nº 18.962, Orgánica Constitucional de Enseñanza. Que no se equivoque nadie, ni los jóvenes ni las autoridades: la educación no va a mejorar porque se dé gratuidad al pase escolar; porque se libere de costo la PSU; porque aumenten en algún porcentaje las raciones alimenticias. La educación va a mejorar, estimados colegas, si nosotros tenemos capacidad -creo que es así- para incidir en la reforma de dicha ley, conocida como LOCE.
Hoy en día -esto es indesmentible- existe un mercado de la educación. Debiera idearse, con modernidad, un sistema que corrija y norme, y que regule inclusive la especulación.
Y no estoy exagerando cuando hablo de "especulación". Porque a esta movilización estudiantil, que comenzó en los colegios municipales, se han incorporado -con una generosidad que aplaudo desde esta bancada-, los alumnos de colegios particulares subvencionados y algunos particulares pagados.
Ahí hay un mensaje que no podemos pasar por alto, pues esos jóvenes, que poseen recursos para ser partícipes de la educación particular subvencionada de elite y de la educación pagada, nos están dando una clara lección. Porque dicen: "Reconocemos que disponemos de recursos económicos para acceder a una educación de mejor nivel, pero somos solidarios, como buenos chilenos, para con quienes carecen de ellos".
Y por eso se han sumado a la movilización, dándonos una señal muy positiva que nos va a convocar -no cabe ninguna duda- a tratar esta materia sin dogmatismo, sin cálculos políticos electorales, como generalmente funcionamos en el Senado.
Reconozco lo que está logrando la participación masiva de los estudiantes.
Nos encontramos, entonces, ante el imperativo de corregir el sistema. No tenemos derecho a demorarnos ni a condenar a generaciones de jóvenes porque no actuamos con la prontitud y la celeridad requeridas.
Señor Presidente, creo que en Chile se debe discriminar positivamente donde es más necesario. Y así lo entienden todos los sectores del país.
En la educación pública o municipalizada hay brechas que no podemos pasar por alto. ¿Por qué ese sector no obtiene mejores resultados? ¿Acaso los profesores tienen la total y absoluta responsabilidad de ello?
¡No nos engañemos! Aquí hay un aspecto que no se debe perder de vista: la pésima distribución de la riqueza en Chile. Somos uno de los países más inequitativos; uno de las últimos en hacer justicia con respecto a la distribución de la riqueza; estamos muy por detrás, incluso, de las naciones africanas.
¡Digamos la verdad, señores Parlamentarios!
¿Quiénes van a la educación pública? Un porcentaje grande de jóvenes de colegios provenientes de hogares pobres donde, a pesar de la humildad, existe un entorno familiar positivo. Pero también un porcentaje de jóvenes que trabajan como empaquetadores en los supermercados cumpliendo largas jornadas laborales, después de las cuales se incorporan, al día siguiente, a su colegio. Y menores de la educación básica que, luego de terminar sus clases, van a las "caletas" a aspirar neoprén y consumir droga o alcohol. Asimismo, un porcentaje de jóvenes procedentes de hogares con padres golpeadores, jóvenes que consumen alcohol e incluso llegan en condiciones inapropiadas a los respectivos establecimientos.
Yo quiero preguntar, sin ofender a nadie, cuántos de los que estamos aquí -y me incluyo- tenemos a nuestros hijos y a nuestros nietos en la educación pública.
--(Aplausos en tribunas).

El señor MUÑOZ BARRA.- ¿Y cuántas de nuestras propias autoridades, las de mi Gobierno, tienen a sus hijos en la educación pública?
--(Aplausos en tribunas).

El señor MUÑOZ BARRA.- Pregunto eso sin afán de molestar a nadie, porque tengo responsabilidad en ello y no me excluyo de ese hecho, que certifica que algo no funciona bien en ese sector de la educación.
Por lo tanto, el Estado no puede cumplir un rol subsidiario en la educación pública, sino que tiene la obligación de entregar su apoyo y respaldo como "padre de la criatura".
En la historia de Chile siempre se ha sostenido que la educación pública pertenece al Estado. Hoy no me gusta un Estado que se lava las manos; que entrega cierta cantidad subsidiaria, pues paga una subvención por concepto de asistencia, y que deja que los alcaldes busquen el resto de los recursos.
Tenemos que examinar el punto y entregar más fondos a la educación.
Yo no estoy en contra de la educación particular subvencionada ni de la educación pagada, porque reconozco que el Estado no puede asumir la total responsabilidad. Pero quiero dar a conocer el siguiente dato: Chile destina a la educación aproximadamente 3 por ciento del PIB; en cambio, Indonesia, Tailandia, Corea y otros países asiáticos y de Europa (Polonia, República Checa), un 7 por ciento.
¡De esa manera se construye una sociedad que pueda participar en este siglo!
Reconozco, señor Presidente, que nosotros llevamos 16 años de gobierno y no hemos avanzado para conseguir el objetivo que ahora nos grita ese millón de jóvenes que se encuentran movilizados a lo largo del territorio.
Hoy día, me alegro de que desde todas las bancadas se celebre la capacidad de los estudiantes, porque con ello se ahuyentan algunas vacilaciones que existían aquí, en el Senado, cuando queríamos reconocer a los centros de alumnos para que se integraran a la comunidad educacional en forma activa; para que tuvieran derecho a voz; para que tuvieran derecho a voto.
Creo que tales vacilaciones se ahuyentan como las nubes pasajeras cuando aparece el sol. Ese reconocimiento a los jóvenes y a los centros de alumnos hará posible que cada día tengan mayor participación en la conducción del proceso educacional.
Yo les encuentro razón cuando sostienen que están capacitados para integrar el Consejo Asesor que va a modificar la Ley Orgánica Constitucional de Enseñanza en procura de un horizonte de mejores posibilidades para la educación.
Señor Presidente, así como admito que no hemos actuado con la rapidez necesaria para los efectos de contar con una educación de excelencia, quiero destacar que he trabajado en la Comisión de Educación con Parlamentarios de la Oposición, quienes han realizado aportes positivos. Porque aquí no se trata de políticas chicas ni de intereses electoreros pasajeros. Aquí se trata de entregar todas nuestras capacidades para solucionar un problema tan candente como el de la educación.
Con ellos se crearon el Estatuto Docente, que se debe corregir; la Jornada Escolar Completa Diurna, que es necesario revisar; el Estatuto para Profesionales no Docentes; el Sistema de Evaluación Docente; las normas sobre condiciones especiales de jubilación; la asignación especial de ruralidad; la asignación para establecimientos de niños con deficiencia; la asignación para internados; los aportes por costo de capital para infraestructura a colegios municipales y particulares; la concursabilidad de los directores vitalicios, que permite a los docentes presentar proyectos que "tiren para arriba" el sistema educacional.
Por último -dado que el resto del tiempo lo ocuparán mis colegas del Partido Radical Social Demócrata-, quiero señalar que el problema principal se halla radicado en la LOCE. ¡Mejorémosla, corrijámosla, perfeccionémosla! ¡Ahí está el nudo, ahí está la coyuntura, y no solamente en la gratuidad de ciertos derechos!
Señor Presidente, en esta intervención podría haber dicho muchas cosas más. Pero lo que he planteado también lo he hecho por la experiencia de haber dirigido durante varios períodos la Comisión de Educación tanto del Senado como de la Cámara de Diputados y, fundamentalmente, porque soy maestro. A mucho honor, profesor normalista.
--(Aplausos en tribunas).

El señor FREI, don Eduardo (Presidente).- Tiene la palabra el Honorable señor Núñez.

El señor NÚÑEZ.- Señor Presidente, me parece que hemos adelantado la discusión que seguramente vamos a tener en los próximos días, en especial cuando llegue el proyecto de reforma constitucional que el Ejecutivo ya envió al Parlamento. Entonces será fundamental la manera como nos pronunciemos.
Hoy, probablemente haremos muy buenos discursos; les encontraremos razón a los estudiantes; les diremos que han sido señeros en plantear problemas muy de fondo que aquejan a la educación chilena; valoraremos lo que ha significado su movilización; algunos criticarán la violencia que se ha observado en los últimos días, en fin. Pero lo cierto es que ha llegado el momento de iniciar un debate serio y de fondo respecto del sistema educativo que deseamos para el país.
En mi calidad de profesor -al igual que el Honorable colega que me antecedió en el uso de la palabra-, quiero recordar que éste es un tema que se arrastra desde el siglo XIX. Fueron los Gobiernos conservadores de la época ¿no los Gobiernos radicales como algunos dicen; y ni siquiera el del Presidente Salvador Allende- los que por primera vez plantearon la necesidad de avanzar hacia una educación laica, gratuita y democrática. Sólo en la década del 50 se incorporó el concepto de que además debía ser participativa.
Desde el siglo XIX y, por supuesto, durante todo el siglo XX coexistieron en Chile dos sistemas. Y se llevaron a la teoría: unos sostenían que debía prevalecer el Estado docente, y otros, la libertad de enseñanza. La verdad es que nunca existieron, en forma total y absoluta, los conceptos de libertad de enseñanza ni de Estado docente. ¿Por qué? Porque siempre hubo educación pagada, adosada ya fuera a las iglesias, particularmente a la Iglesia Católica, o a las colonias que existían en el país: inglesa, italiana, francesa, etcétera.
Esos dos conceptos coexistieron de manera creativa y muchas veces de modo traumático. Ambos chocaron en las décadas del 50, del 60 y parte de la del 70; pero al menos se mantuvieron de modo creativo, porque se logró equilibrar la responsabilidad del Estado con la que eventualmente podían tener los privados.
Sin embargo, ¡nunca!, en ningún Gobierno, ni siquiera en los de Derecha, se dejó de plantear que debía existir una educación gratuita, laica, democrática y, además, participativa.
¿Cuándo se rompió el equilibrio? En el momento en que se sobreideologizó la discusión, durante el Gobierno del Presidente Allende, en torno a la Escuela Nacional Unificada (ENU) y, posteriormente, a la reforma que dio origen a la Constitución de 1980.
Eso rompió el equilibrio. Y en la Constitución del 80 se consagró sólo la libertad de enseñanza. Se entendió por tal el negocio vinculado al proceso educativo. Ganó el mercado sobre el Estado, una vez más. Y éste es el meollo de la discusión que hoy tenemos.
Así se rompió el equilibrio que durante más de un siglo se había mantenido de manera inestable e incluso traumática.
El Estado dejó de tener la responsabilidad superior de hacer prevalecer los cuatro conceptos referidos: educación gratuita, democrática, laica y participativa. Hoy no existen.
Eso -con franqueza- me parece lamentable. Porque volvemos prácticamente a la década del 40, cuando algunos levantan la voz para decir: "Está en peligro la libertad de enseñanza".
¡En Chile nunca ha estado en peligro la libertad de enseñanza, porque los sistemas público y privado coexistieron de manera equilibrada e inteligente en ciertas épocas de nuestra historia!
Algunos plantean que toda la educación debe quedar en manos del Estado. ¡Nosotros no pretendemos eso! Postulamos que es preciso reponer el equilibrio justo y necesario que tuvimos, y, además, el concepto de que la educación chilena debe ser laica. Esto último no significa que no puedan existir colegios orientados hacia determinada visión religiosa de la vida, o con una visión laica de ella, como los vinculados a la masonería.
En consecuencia, cuando tratemos el proyecto de reforma constitucional tendremos que reponer el equilibrio que se perdió con la Constitución de 1980 y que se rompió con la LOCE.
Como también soy autocrítico -lo mismo que el señor Senador que me antecedió en el uso de la palabra-, porque soy profesor y he estado vinculado con universidades laicas de nuestro país, debo expresar que no logramos romper la "camisa de fuerza" en que nos metió la LOCE.
Ha llegado la hora de profundizar el debate y terminar definitivamente con la idea de que el Estado no debe tener ninguna responsabilidad en el sistema educativo. ¡Sí, señor! ¡Debe tener responsabilidades en la educación! ¡No hay ninguna entidad que pueda velar por la democracia, por la democratización y por la calidad de la educación que no sea el Estado!
Tenemos que ser capaces de reestudiar el proceso de municipalización, el que, en mi opinión -la cual difiere de la de otros Honorables colegas-, en general ha fracasado.
Es preciso reestudiar la Jornada Escolar Completa, porque ha provocado un serio problema. Ciframos grandes esperanzas en que la JEC contribuiría al mejoramiento de la educación. Pero -repito- en general ha fracasado. Es menester examinarla.
Asimismo, es indispensable abocarse al tema de las subvenciones y al del rol de los colegios particulares subvencionados, que es lamentable. ¡Es ahí donde se ha radicado el mal negocio en torno a la educación! ¡Es ahí donde estadísticamente se ubican los malos rendimientos de nuestros jóvenes! ¡Y es ahí, por desgracia, donde está la mayor parte de los muchachos en situación vulnerable!
Igualmente, resulta imperioso modificar el Estatuto Docente, que en su época analizamos con tanta atención. Sirvió para una primera etapa. Ahora, junto con los profesores y, por supuesto, con el Gobierno, tenemos que revisarlo.

Van a quedar pendientes .- y no me cabe duda de que habrá una gran movilización de los estudiantes de la educación superior- los aspectos de la Ley Orgánica Constitucional de Enseñanza relacionados con la educación universitaria.
--(Aplausos en tribunas).

El señor NÚÑEZ.- Debemos abrir -y con esto termino- un diálogo con los jóvenes universitarios, porque ahí también tenemos un cuello de botella muy grande, una situación de permanente desmedro de las diecisiete universidades estatales, de todas las pertenecientes al Consejo de Rectores, y por cierto debemos remediar esa situación antes de que se produzcan acontecimientos lamentables.
He dicho.
--(Aplausos en tribunas).

El señor FREI, don Eduardo (Presidente).- Tiene la palabra el Honorable señor Larraín.

El señor LARRAÍN.- Señor Presidente, lo primero que se debe destacar en esta importante discusión sobre la calidad de la educación en Chile y la grave crisis que la afecta es que ella se origina en un movimiento de los estudiantes secundarios, que la ha puesto en el tapete del debate nacional.
Creo que debemos ser justos en reconocer que ahí está el origen de esta discusión y de muchas otras que han mantenido ocupado al país en la última semana. Por lo tanto, debemos valorar esta expresión juvenil, advirtiendo que si acaso no somos capaces como instituciones de asumir las causas de la ciudadanía, de la sociedad civil, sin lugar a dudas va a seguir ocurriendo aquello de lo cual hemos sido testigos en estos días: que las instituciones son sobrepasadas porque no son capaces de dar respuestas adecuadas a las verdaderas inquietudes de la gente.
Por eso valoramos lo que los jóvenes han realizado. Ojalá podamos trabajar adecuadamente para no tener que llegar a esta situación cada vez que se presenten inquietudes ciudadanas.
¿Qué pasó en esta oportunidad?
Hay motivos próximos y de fondo que explican lo ocurrido. Los primeros se refieren fundamentalmente a la existencia de peticiones concretas de los estudiantes que no fueron atendidas en su momento por las autoridades. El petitorio estuvo en manos de los personeros del sector en noviembre del año pasado; de manera tal que, cuando se incorporaron los actuales, ya lo conocían.
Se trata de peticiones sencillas, concretas y absolutamente justas. Lo de la gratuidad de la PSU es una cuestión que debió haberse resuelto hace mucho tiempo -el SIMCE lo es y a nadie se le habría ocurrido cobrar por él-, sobre todo porque la PSU es un elemento discriminatorio que restringe el acceso de la gente a la educación superior. Y deberían pagar su costo los beneficiados, que son las universidades, porque les facilita el acceso de estudiantes.
Otro tanto ocurre con el pase escolar, que es un beneficio personal y, por lo tanto, deben pagarlo quienes tienen recursos; pero debe ser gratuito para todos los alumnos de la enseñanza básica o media que no puedan costearlo.
En fin, las raciones alimenticias, la infraestructura, y tantos temas precisos y concretos que, luego de la presión del alumnado, fueron acogidos en lo fundamental. Si la autoridad hubiera reaccionado a tiempo y tenido la sensibilidad de entender la legitimidad de las inquietudes, quizás no habríamos llegado tan lejos. Es una contradicción -hay que reconocerlo-, pero el mal manejo del conflicto por parte de las autoridades explica, sin lugar a dudas, que éste creciera y se trasladara al origen de la crisis: la calidad de la educación en el país.
¿A qué se debe tal problema?
Es indudable que la Concertación tiene una deuda con Chile. Y me alegro de haber oído a Senadores haciendo una autocrítica, cosa que no hemos visto con frecuencia en estos días, cuando la autocomplacencia muchas veces reina en las voces oficiales, que defienden todo lo hecho y, por cierto, buscan la responsabilidad en la historia, nunca asumiendo la parte que les corresponde por su gestión.
En 1994, una Comisión creada por el propio Gobierno de la época, presidida por el conocido educador José Joaquín Brunner, ya advertía: "¿el sistema escolar chileno se ha quedado atrás con respecto a los requerimientos del país. Ofrece una cobertura amplia, pero de calidad pobre y desigual, es por eso inequitativo y además, es poco eficiente. Sus logros" -su calidad- "son, en general, insatisfactorios. Para la mayoría de los alumnos provenientes de los hogares de menores recursos los niveles de logros son francamente malos.".
Reitero: estas consideraciones se hacían en el año 1994.
El Gobierno ha tenido todo el tiempo, posibilidades y recursos para avanzar y resolver estas materias. Sin embargo, pasados los años, los resultados demuestran que su gestión ha fracasado.
En cuanto a otros casos concretos, si Sus Señorías observan los resultados del SIMCE en lo fundamental, es evidente que, por ejemplo, después de diez años de aplicación de la principal reforma del Gobierno de la época, la Jornada Escolar Completa, sus resultados no han mejorado un centímetro. Éstos son datos objetivos. Todavía más, existe una importante brecha de calidad entre los establecimientos educacionales municipales y particulares subvencionados con relación a los colegios pagados.
En el 10 por ciento de mejores puntajes de las pruebas SIMCE en Cuarto Básico, sólo el 27 por ciento corresponde a colegios pagados. Sin embargo, al terminar la educación secundaria, de ese 10 por ciento, el 56 por ciento proviene de dichos colegios. Es decir, a medida que avanzan los años se va profundizando la brecha en perjuicio de la educación municipal y particular subvencionada.
Esos resultados no sólo corresponden a la situación en Chile. Lamentablemente, nuestro desempeño educativo a nivel internacional prueba que los fracasos siguen a la orden del día.
Según el TIMSS (prueba internacional que mide matemáticas y ciencias en países de nivel económico y de desarrollo similar al nuestro), Chile está en el lugar 35, de 40 países encuestados. El promedio en matemáticas es 487, pero nosotros estamos por debajo, con 392. Y en ciencias, siendo el promedio 488, Chile registra 420.
De acuerdo con un estudio de la OECD sobre comprensión lectora, apenas alcanzamos al 50 por ciento, siendo de nuevo superados por países equivalentes en muchos sentidos.
Ésa es la realidad, que se ve acompañada, además de déficit en los presupuestos municipales, por una subvención insuficiente. Y hay que admitir que gracias a las transferencias de los municipios el déficit no es peor. El Ejecutivo no ha reajustado debidamente la subvención educacional, que en estos años solamente ha aumentado en 170 por ciento. Sin embargo, ha desarrollado muchos programas por fuera, como la MECE, la Jornada Escolar Completa, los Programas de Mejoramiento Educativo, el P-900, para las 900 mejores escuelas, entre otros, que se han incrementado en más de 500 por ciento en el mismo período. ¿Por qué? Porque prefiere manejar la plata centralizadamente y no a través de los propios establecimientos educacionales.
El centralismo excesivo ha penado en las actividades gubernativas en lo pedagógico, sin dejar espacios para la creatividad de los profesores. No hay confianza cuando se ponen los acentos en la burocracia del Ministerio de Educación y no en los maestros, en quienes deben descansar la tarea y el trabajo pedagógico en todo el nivel escolar.
Ciertamente, donde más afecta la crisis es en la educación pública, municipal, en las escuelas y liceos bajo su dependencia. Y los resultados -como ya mencioné- así lo acreditan. Aquí debemos reflejar hechos concretos, entre otros, el de la falta de medios para atender alumnos con grave riesgo social y alta vulnerabilidad.
Basta pensar que en la educación municipal los alumnos provenientes del primer y del segundo quintil, esto es, de los niveles más pobres, son 73 y 63 por ciento, respectivamente. Vale decir, ahí están los alumnos con mayor vulnerabilidad y, sin embargo, la subvención no ha sido capaz de reconocerlo y de ir en apoyo de esos establecimientos municipales, para otorgarles los medios que les permitan atender y superar los escollos. De ahí los malos resultados.
Las rigideces del Estatuto Docente también han perjudicado a la educación municipal. Así, mientras la particular subvencionada, que se rige por el Código del Trabajo, no tiene que pagar ni perfeccionamiento ni bienios ni todo lo demás, debido al Estatuto Docente la educación municipal tiene mayores costos por hacer exactamente lo mismo. Y, por lo tanto, el rendimiento de sus recursos va en perjuicio, en desmedro de los alumnos. Esas rigideces deben ser revisadas.
Sin lugar a dudas, la Jornada Escolar Completa ha sido una extensión del programa de trabajo, pero sin el acompañamiento de una idea educativa.
Aquí tenemos una gran reforma, que se anunció con mucho bombo. Yo recuerdo que cuando el entonces Presidente Frei la proclamó, fuimos con el Senador señor Cantuarias, preocupados del tema educacional, a hablar con el Ministro de Educación de la época, quien nos dijo que debíamos ir a ver al de Hacienda, porque el proyecto lo había iniciado este último. Y así tuvimos que hacerlo para que nos explicara en qué consistía.
Nos pareció que no partió desde la base, no hubo un reconocimiento de los profesores: fue impuesto, y ni siquiera por los órganos técnicos del Gobierno de la época.
En seguida, tenemos problemas en el profesorado, desde su formación hasta la manera como se evalúa su desempeño.
En la cobertura, si bien en enseñanza básica y media hemos avanzado enormemente, eso no ocurre en los otros niveles. En la educación parvularia o preescolar de nuevo aparecen diferencias abismantes desde el punto de vista social: en el primer quintil de pobreza, sólo el 25,5 por ciento recibe asistencia, mientras que en el quinto, más del 50 por ciento. En cuanto a la educación parvularia urbana, su cobertura alcanza al 34,8 por ciento; en cambio, en la rural sólo llega al 17,2 por ciento.
Sin embargo, es en la educación superior donde se nota más la disparidad: del primer quintil de pobreza, menos del 10 por ciento ingresa a la universidad, a diferencia del quinto, en el que casi dos tercios lo logra.
Esas diferencias resultan odiosas y son, aparte el problema relativo a la cobertura, las que, con razón, tienen complicada e inquieta a la juventud.
Por tales motivos -y serían muchos más los que desearíamos plantear- es que decidimos avanzar en la resolución de la totalidad de los problemas atacando su raíz. Ellos no se resuelven con simples cambios legislativos, que deben ser el resultado de políticas concretas que reflejen lo que se quiere hacer. La ley recoge criterios y, por lo tanto, sobre éstos debemos trabajar y decidir qué deseamos incorporar.
Eso será lo medular en la discusión de los próximos días.
El primero y más profundo de nuestros planteamientos -que se encuentran recogidos en un proyecto de acuerdo que entregamos a la Mesa con la idea de que pueda ser votado- se refiere a la necesidad de tomar una decisión de fondo sobre dónde queremos radicar el futuro de la educación.
A nuestro juicio, estimados colegas, tal determinación no puede apuntar ni al Estado ni al mercado. Nosotros queremos pasar de la burocracia docente a la comunidad escolar autónoma, y que el proceso educativo sea manejado desde la escuela: la dirección, los profesores, los padres y apoderados, con participación de los estudiantes. Ahí es donde puede descansar con éxito el futuro de la educación chilena, dejando los roles normativos y de supervisión al Ministerio de Educación -que esperamos se modernice- y el control administrativo al ámbito municipal.
En la medida que entendamos el significado de pasar de este Estado burócrata a la comunidad escolar autónoma podremos pensar que habrá en Chile una educación flexible, aterrizada, donde los profesores tengan espacio para la creatividad; los padres puedan responsablemente participar; la dirección de la escuela posea atribuciones; los estudiantes cuenten con la posibilidad de intervenir, de expresarse, y no sea necesario que salgan a las calles para ser oídos por las autoridades.
Ésa es la modificación central, que debe ir acompañada de otras, como las que a continuación señalaré:
-Cambio en el régimen de subvención. Para terminar con el déficit municipal en educación hay que, a lo menos, duplicar la subvención y diferenciarla para que realmente ayude a solucionar los problemas en ese ámbito. Ése es el camino para terminar con la enorme discriminación existente, que ya expresé en cifras lo que representa en el sector municipalizado.
-Crear un nuevo marco normativo laboral. En ese sentido, se debe modificar el Estatuto Docente, a fin de darle las flexibilidades que permitan la carrera funcionaria, el progreso personal, pero también la posibilidad de evaluaciones por desempeño.
-Modificar la jornada escolar completa, pero con criterio educativo, que incluya ideas, proyectos, para utilizar el tiempo provechosamente y no hacer más de lo mismo.
-Asegurar la cobertura en aquellos lugares donde la educación no llega.
-Más y mejor educación preescolar; más y mejor educación técnico-profesional, que no ha sido incorporada debidamente en el debate a pesar de representar al 40 por ciento de la educación media; más y mejor educación especial diferenciada.
-En cuanto a algunos aspectos de la Ley Orgánica Constitucional de Enseñanza, a la cual me referiré luego, se deben establecer mayores exigencias a los establecimientos educacionales y mejorar la supervisión para evitar las fallas y los abusos que algún sostenedor pueda cometer.
-Instaurar un Consejo Nacional de Educación autónomo y permanente. No nos basta ni nos satisface el Consejo Asesor creado o que desea crear la Presidenta, porque en este ámbito tiene que haber un organismo permanente -del nivel del Banco Central, es decir, con altas autoridades, representativo de todo el sector educativo: profesores, alumnos, gente del mundo social, por cierto expertos del mundo académico, en fin, los que necesitan estar ahí-, preocupado de supervisar la calidad de la educación, el derecho a ella y la libertad de enseñanza.
Termino, señor Presidente, haciendo unas reflexiones respecto de la LOCE.
Aquí se ha señalado, quizás con especial énfasis y reiteración, que los problemas se resuelven modificando dicho cuerpo legal. Al respecto, quiero manifestar que, si ella se reforma, puede que no se toque ni se mejore en absoluto la calidad de la enseñanza. Incluso, puede ocurrir al revés: que sin alterarla repunte la calidad de la enseñanza.
Por lo tanto, el problema no consiste en simplemente decir: "queremos modificar la LOCE". Debemos precisar lo que deseamos de la educación chilena, cuáles son los cambios que se desea introducir. Y una vez definidos, por supuesto que si hay que enmendar la LOCE, lo haremos; si hay que modificar la ley de subvenciones, lo haremos; si hay que modificar la jornada escolar completa, lo haremos. Pero, previamente, debemos tener claridad respecto de lo que queremos realizar.
Nosotros estamos formulando un planteamiento que apunta a potenciar la comunidad escolar autónoma como eje de nuestro desarrollo educativo. Y si hay que enmendar la LOCE para asegurar eso, van a contar con nuestros votos.
He dicho.
--(Aplausos y manifestaciones en tribunas).

El señor FREI, don Eduardo (Presidente).- ¡Silencio, por favor!
Tiene la palabra el Honorable señor Gómez.

El señor GÓMEZ.- Señor Presidente, aquí hemos escuchado que los males de la educación son la LOCE y otras circunstancias. También hemos oído a algunos Honorables colegas culpar a la Concertación por esas deficiencias.
Soy Senador de la Concertación. Fui elegido por la gente de la Segunda Región, a la cual represento en esta Alta Cámara. A mi juicio, los Gobiernos concertacionistas han hecho una labor en el ámbito de la educación durante estos 16 años que se debe reconocer. Se ha avanzado, pero también se han cometido errores y han surgido problemas. Y resulta que aquí se dice que las circunstancias y los problemas son exclusivamente de la Concertación, sin considerar, señor Presidente, que hemos estado amarrados a un sistema educativo que no instauró nuestra coalición, y que hemos querido cambiar, transformar.
No obstante lo anterior, hay algo que sí debemos valorar y decir claramente: lo realizado por los estudiantes secundarios al salir a la calle, tomarse los liceos y hacer ver los problemas actuales de la educación, nos tiene a nosotros y a todo el país discutiendo el tema. Ése es el gran cambio que tenemos que apoyar para modificar en forma radical el sistema educativo.
--(Aplausos en tribunas).

El señor GÓMEZ.- Aquí ya hemos escuchado plantear pequeñas modificaciones a la educación, como cambiar la LOCE, aumentar las subvenciones. Sin embargo, a lo que debemos apuntar es a una educación pública. Los problemas no se solucionarán si continuamos con la educación municipalizada. Los municipios entregan educación diferenciada a lo largo de Chile. Porque no es lo mismo estudiar en Tocopilla o en Taltal que en Las Condes, pues los recursos de que dispone esta última son distintos de los de aquellas municipalidades.
--(Aplausos en tribunas).

El señor GÓMEZ.- En ese sentido, señor Presidente, nosotros estamos claramente por el establecimiento de un sistema de educación pública.
¿Qué significa la educación pública para nosotros? No volver al pasado¿

La señora MATTHEI.- ¡Eso significa! ¡Que le den la plata a Taltal entonces¿!

El señor GÓMEZ.- ¡No es volver al pasado! Se trata de establecer ciertos criterios. El Ministerio de Educación, como entidad nacional, tiene que estipular las condiciones básicas que deben existir en todos los colegios de Chile para que, definitivamente, la educación sea de calidad en todas partes; fijar la obligación del Estado de responder frente a tales exigencias, y deben existir buenos gimnasios, profesores de excelencia, infraestructura y tecnología adecuadas. Y eso se hace a partir del diseño de una política nacional.
En cuanto a la malla curricular, ésta se tiene que cambiar. No es admisible que hoy día los estudiantes secundarios -como nos pasó a muchos de nosotros- egresen de los liceos sin tener ninguna experticia ni posibilidad de trabajo y sólo les quede ingresar a la educación universitaria o técnica. Debe existir una malla curricular distinta, que les dé experticia y calidad a los jóvenes que no pueden entrar a la universidad para que logren desempeñarse en el mundo laboral.
Eso será factible en la medida que se desarrolle una malla curricular en forma regional, no nacional. Tiene que haber un índice claro a nivel de país, pero también una discusión particular en las Regiones a objeto de dar a cada una de las instituciones de educación locales la capacidad y la oportunidad de incorporar lo que allí se necesita.
Por lo tanto, las pequeñas modificaciones planteadas acá, a juicio de los radicales, no son suficientes.
¡La educación debe ser pública y el Estado se tiene que comprometer a garantizarla!
--(Aplausos en tribunas).

El señor GÓMEZ.- En cuanto a la enseñanza universitaria, señor Presidente, hay que buscar una fórmula para que también sea pública, porque hoy día se paga exactamente lo mismo en una universidad privada que en una estatal. Por lo tanto, el ingreso a los establecimientos de educación superior públicos de ninguna manera es equitativo para los que carecen de recursos.
Nosotros estamos por una educación de calidad, equitativa y regionalizada. ¡Basta de pequeñas modificaciones! ¡El sistema municipalizado no sirve! Lo que necesitamos es una educación pública que finalmente consagre los derechos y garantías de cada estudiante en cualquier rincón del país, para que no se produzcan diferencias como la que señalé en cuanto a municipios con recursos y sin ellos.
Por último, señor Presidente, quiero decir al Senador señor Núñez que los radicales en todos sus Gobiernos nos preocupamos de la educación. Éste no es un tema de los conservadores.
--(Aplausos en las tribunas).

El señor GÓMEZ.- Es preocupación del Partido Radical.
Por ello, los radicales hoy día actuamos en defensa de la educación pública con toda nuestra fuerza. Y apoyaremos cualquier proyecto de ley -como los presentados por nuestros Senadores- para que finalmente la educación sea una obligación del Estado y no se financie a través del bolsillo de cada chileno.
--(Aplausos en tribunas).

El señor NÚÑEZ.- ¿Puedo hacer una aclaración al Senador señor Gómez?

El señor FREI, don Eduardo (Presidente).- Por haber sido aludido, tiene la palabra Su Señoría.

El señor NÚÑEZ.- Independientemente de los grandes logros de los Gobiernos radicales en la educción, la idea de ésta como responsabilidad del Estado no fue de ellos, sino de la Administración de Aníbal Pinto. Él planteó la necesidad de una educación democrática, laica y gratuita.
En consecuencia, la Derecha a veces apuntó bien en cuanto a cómo debemos entender la educación.

El señor FREI, don Eduardo (Presidente).- Tiene la palabra la Senadora señora Alvear.
El señor GÓMEZ.- ¡Usted leyó otros libros de historia, señor Senador!

La señora ALVEAR.- Señor Presidente, sin duda lo ocurrido durante estas últimas semanas en torno al sistema educativo nos debe llamar a reflexionar intensamente, no sólo sobre la educación, sino también acerca del país y de su destino.
La movilización de los estudiantes secundarios y los colegios tomados nos preocupan. Como se ha señalado en varias intervenciones, ellos fueron capaces de poner en la agenda principal el tema de la educación, el cual, a mi juicio, debe ser prioritario en las políticas públicas del país.
Asimismo, debo expresar con mucha franqueza que me preocupan las imágenes de un carabinero golpeado y de locales comerciales saqueados. Debemos evitar eso. Los estudiantes han llamado en todas sus expresiones -me consta personalmente, y así lo he comprobado- a permanecer en los establecimientos, a hacer procesos de reflexión y a continuar en el esfuerzo tendiente a lograr mayor calidad y equidad en la educación.
Después de haber puesto esta materia en el centro de la preocupación nacional, ahora es el tiempo de que la sociedad y sus representantes, especialmente los Parlamentarios, cumplan su rol de alcanzar consensos sólidos que movilicen las energías para la construcción de una voluntad mayoritaria a fin de seguir modernizando la calidad y la equidad de la educación chilena.
Ha llegado la hora del debate serio y sereno; de restablecer el funcionamiento normal de la vida educativa; de que la comunidad escolar ¿padres, madres y alumnos- siga construyendo futuro. Es por la vía del diálogo que avanzaremos en mejorar la calidad de enseñanza. Pero eso requiere restaurar la normalidad en nuestro sistema educacional.
Por ende, llamo a todos los actores educativos -alumnos, directivos, profesores, familias- para que juntos trabajemos en el objetivo de que los colegios y las escuelas regresen a su normalidad; para que se deponga el clima de confrontación y vuelvan a ser instituciones productoras de nuevos valores humanistas y democráticos y de mejor aprendizaje.
Chile y su futuro sólo pueden construirse por la vía del diálogo y los acuerdos. Una educación de calidad y equitativa, especialmente para los jóvenes de menores ingresos, necesita un nuevo clima.
Hemos avanzado. No es admisible la afirmación de que durante los Gobiernos de la Concertación nada se ha hecho en educación. Se han aumentado los sueldos de los profesores. Tal vez no tanto como hubiésemos querido. Pero ¡por Dios que se han mejorado! Se alcanzó una mayor cobertura en la educación y ése es un logro muy importante.
Por ello, hoy estamos en condiciones de abordar una segunda etapa que, a mi juicio, es fundamental para el desarrollo del país y que dice relación a la calidad y la equidad en la educación.
Señor Presidente, quiero recordar algo que se dijo durante la semana y que quizás no tuvo la resonancia que requería. Nuestros obispos, a través de la Conferencia Episcopal de Chile, expresaron: "Lo que está sucediendo manifiesta un profundo y sentido malestar, que hunde sus raíces en la escandalosa brecha social que afecta a nuestra convivencia.".
Ése es el tema de fondo.
Efectivamente, en Chile hay una escandalosa brecha social, y llegó la hora de asumirla como un desafío, a fin de superarla. ¡Agenda pro equidad para el país!
Es urgente iniciar un cambio en la educación. Una reforma pro calidad y equidad para que los muchos Césares, Germanes, Karinas y Marías que acuden a los cientos de colegios secundarios sientan que les estamos dando las mejores herramientas para el desarrollo futuro.
Los jóvenes necesitan un mejor porvenir, el cual se construye a través de un buen sistema educativo.
No podemos resignarnos a que el promedio del SIMCE en Providencia sea 50 puntos superior al de La Pintana. Los 35 mil pesos que se gastan por estudiante en el sector público distan demasiado de los más de 150 mil que invierten muchas familias en colegios del sector privado.
¡No podemos resignarnos a esas brechas educativas!
Por ello, debemos impulsar una nueva etapa: una reforma educacional que coloque en el centro del sistema la necesidad de contar con una formación de calidad para todos.
Chile necesita una agenda pro equidad que mejore no sólo la educación, sino también el sistema de pensiones, la calidad de nuestros barrios y de la educación, en especial la municipal.
Por eso, respaldaremos la reforma constitucional sobre garantía de una educación de calidad para el alumnado, ingresada ayer al Parlamento. Ello exige renovar políticas públicas. Se requiere perfeccionar la descentralización de nuestro sistema; se necesita estimular una mayor participación de las familias en las escuelas, liceos y colegios; se precisa modernizar el Ministerio de Educación; se debe incrementar la subvención para los alumnos de las familias más modestas.
Nuestro sistema educativo debe focalizar sus recursos hacia los grupos de escasos ingresos y hacia los sectores medios de la sociedad. En tal sentido, los anuncios formulados constituyen un reforzamiento de la necesidad de trabajar en esa dirección.
Sin embargo, no debemos sacar el pie del acelerador. Hay que reforzar la asistencia técnica a los colegios municipales; debemos mejorar el equipamiento y mobiliario de los establecimientos subvencionados de las comunas que más lo necesitan; tenemos que fortalecer los incentivos económicos a los profesores destacados.
No podemos aceptar que nuestros jóvenes carezcan de condiciones dignas para educarse y desarrollarse, como mostraron en estos días algunas imágenes televisivas que nos impactaron. No queremos un país segregado, con grupos sociales marginados y con jóvenes sin esperanza. Queremos un Chile mejor.
Por eso, necesitamos esta nueva reforma pro calidad de la educación.
Hoy podemos avanzar. Es factible afrontar la calidad y la equidad. Es tiempo de avanzar en una agenda social pro equidad. Nuestra nación lo exige. Es la respuesta que estos jóvenes merecen al haber puesto de manera prioritaria el tema de la educación.
Señor Presidente, creo que el Gobierno y el Parlamento pueden ponerse de acuerdo a fin de trabajar en la implementación de una agenda pro equidad que priorice -que priorice, señor Presidente- la calidad de la educación.
Éste no es un problema entre Gobierno y Oposición, ni entre estudiantes y Ministros, ni tampoco entre trabajadores y empresarios: es un problema país.
Si ayer logramos consensos de gran trascendencia para reconstruir nuestra democracia, recobrar nuestra convivencia y promover la paz, hoy, sin duda, la tarea consiste en derrotar la desigualdad y avanzar en la construcción de una nación más solidaria y con mayores oportunidades de desarrollo para todos.
Es la hora de hacerlo. Es evidente que el país ha avanzado, pero debemos hacer un esfuerzo adicional. Y, justamente gracias a los avances logrados, ahora tenemos la autoridad moral para decir que queremos el paso siguiente: que es el de la equidad hacia un Chile más solidario.
Considero posible ponernos de acuerdo en alcanzar un gran pacto político y social donde el compromiso sea de todas y de todos, en aras de un objetivo que, a nuestro juicio, resulta fundamental.
María Jesús, César, Karina y Germán nacieron en democracia. No sufrieron las profundas divisiones que marcan nuestro pasado y actúan unidos tras lo que consideran justo para sus compañeros. Me parece que el de ellos es un mensaje muy relevante que debemos recoger.
Aquí se ha expresado que no sólo han parado los establecimientos con mayores necesidades en el ámbito de la educación; también lo hicieron, solidarizando con ellos, los jóvenes de colegios donde la calidad es mejor.
¡Qué importante, señor Presidente, que en un país en el cual predominan el consumismo y el individualismo los jóvenes, además de instalar el tema, hayan sido capaces de mostrar organización y solidaridad!
Aparte la legitimidad de las aspiraciones de los jóvenes, si Chile quiere dar un paso adelante a fin de alcanzar el desarrollo, debe priorizar lo relativo a la educación. Si uno observa a países que dieron ese salto y lograron desarrollarse con equidad a partir de realidades parecidas a las del nuestro, se dará cuenta de que su apuesta fue "educación".
Por ende, la educación debe ser el tema prioritario en los niveles preescolar, básico, medio, universitario y técnico. Sólo así seremos capaces de dar el salto al desarrollo, como fueron capaces de hacerlo países como Irlanda, Corea del Sur y Nueva Zelandia. Hasta hace muy poco los grados de desarrollo de estas naciones eran similares a los actuales de Chile. Pero fueron capaces de poner la educación en el centro de las políticas públicas.
Señor Presidente, insto a todos a que, como país, hagamos el esfuerzo de trabajar en esa dirección. Chile nos llama a estar a la altura de las circunstancias. Nuestros compatriotas lo demandan. Somos nosotros los responsables de hacerlo realidad. Con decisión, con dedicación y con mucho tiempo, juntos podremos construir una forma de trabajo que nos permita avanzar definitivamente en la calidad y equidad de la educación.
Por último, agradezco a los jóvenes su esfuerzo y su dedicación en esta labor, que nosotros deberemos asumir a continuación como tarea país.
--(Aplausos en tribunas).

El señor FREI, don Eduardo (Presidente).- Tiene la palabra el Honorable señor Ávila.

El señor ÁVILA.- Señor Presidente, acabo de ser informado de que la Corte Suprema aprobó mi desafuero por la querella que interpuso en mi contra el Diputado Eugenio Tuma.
Al parecer, los tribunales se han ocupado del honor de todos, ¡menos del mío...!
Estoy siendo víctima de un verdadero encarnizamiento político-judicial. Pero así son las cosas.
De todos modos, se me priva del derecho legítimo a ejercer la representación ciudadana que con orgullo ostento en el Senado.
Deploro que en estas circunstancias haya surgido una situación como la que describo. Sin embargo, seguiré adelante. No me van a avasallar.
Señor Presidente, la LOCE, Ley Orgánica Constitucional de Enseñanza, en estricto rigor, ha sido una LOSA: ¡Ley Orgánica según Augusto¿!
--(Aplausos en tribunas).

El señor ÁVILA.- Fue dictada sólo horas antes de que Pinochet entregase los símbolos del poder político. Hasta en su nombre lleva el sello del autoritarismo.
Según el Diccionario de la Real Academia, "enseñar" es hacer que alguien aprenda algo, "Dar advertencia, ejemplo o escarmiento"; "educar", en cambio, significa "perfeccionar las facultades intelectuales y morales".
Inconscientemente, se ha concebido al sistema educacional chileno como una forma de mercado más. Por lo tanto, no debemos extrañarnos en absoluto de los resultados que estamos consiguiendo.
Según el artículo 3º de la LOCE, el Estado tiene "el deber de resguardar especialmente la libertad de enseñanza". ¡No hay una palabra sobre el derecho a obtener una educación de calidad!
Y el artículo 6º establece que "La enseñanza que se imparta en los establecimientos o instituciones educacionales no tiene otras limitaciones que las impuestas por la moral, las buenas costumbres, el orden público y la seguridad nacional". ¡Sólo les faltó poner "la estabilidad de la capa de ozono"...!
--(Aplausos en tribunas).

El señor ÁVILA.- La verdad es que la generación que nació con la LOCE pasará a la historia como la reivindicadora del derecho a la calidad de la educación chilena. Es la que se niega a ser instrumento del mercado.
Por eso, no cabe sino resaltar la enorme importancia que ha logrado el surgimiento de esta movilización. Los estudiantes secundarios han tenido la visión de no enredarse sólo en planteamientos de tipo coyuntural. Se pusieron firmemente de pie para precipitar a nivel del país una discusión de fondo que estaba pendiente. Nadie ignoraba que la LOCE significó para Chile tender un campo minado. Los sucesivos Ministros de Educación sabían dónde estaban los explosivos, pero olvidaron darle la señalética al actual.
De ahí que causó extrañeza en un principio la fuerza con que irrumpió esta manifestación. Pero no se dan cuenta de que la raíz es muy profunda e, incluso, va más allá del ámbito estrictamente educacional. Se han revelado y salido a las calles los hijos de nadie, los que sólo son un número en vez de un nombre, los que ya no son personas individuales, sino genéricamente mano de obra, y barata, más encima.
El problema social de Chile, sus desigualdades, sus tremendas diferencias sociales, son las que se están expresando en el ardor de estos jóvenes al formular sus planteamientos. El Senado de la República tiene el deber de acoger en toda su dimensión esta inquietud.
Por eso, pido a la Presidenta que en la Comisión anunciada o por anunciarse se recoja, en toda su fuerza y significado, el planteamiento que están haciendo los estudiantes secundarios. Y la discusión plural y democrática ha de llevarse a cabo en el Congreso Nacional. Pero la Jefa de Estado debe tener especial celo en enviar una propuesta que tenga el sello de su propia visión sobre este problema y no dejar disolverla en un aparente ecumenismo que, por cierto, la desnaturalizará por completo.
Chile se cansó de las medias tintas. Necesita un debate a fondo, en el que cada cual asuma sus dichos ante la ciudadanía y exprese sus puntos de vista auténticos y no disfrazados.
He dicho.
--(Aplausos en tribunas).

El señor FREI, don Eduardo (Presidente).- Tiene la palabra el Senador Navarro.

El señor NAVARRO.- Señor Presidente, como hemos dicho, bienvenidos los ciudadanos críticos. Así lo señaló la Presidenta de la República en su Mensaje del 21 de mayo, refiriéndose al tema de la educación: que quería ciudadanos críticos con reivindicaciones, con propuestas, con demandas. Y sin duda los ha tenido. Los ha tenido en las calles, en el resto del país, ¡y bienvenidos!
La pregunta que todos nos hacemos es por qué fue necesario que hubiese esta movilización si el diagnóstico y el parecer de esta Sala son unánimes: la educación chilena está en crisis, hay que cambiarla radical y profundamente. Entonces, si ello es compartido por todos, y no desde ahora, sino desde hace mucho tiempo, ¿por qué fue menester la movilización para intentar hacer las reformas?
Y digo "intentar", por cuanto no tengo la certeza de que al final de este debate legislativo, de país, se realicen cambios sustantivos.
La educación no es sólo fierro y cemento. Invertimos mil 440 millones de dólares en transformar muchos liceos y escuelas en establecimientos más dignos. Sin duda, aún persisten carencias: faltan gimnasios, baños. En tal sentido, claramente hay a lo menos una responsabilidad compartida.
La JEC tuvo una evaluación pública moderada, no obstante que directores, estudiantes y profesores, señalaban que era un fracaso, que había más de lo mismo y que, en definitiva, debía cambiarse el sistema. Sin embargo, los informes oficiales -y lo planteo francamente- de mi Gobierno indicaban que, de manera progresiva, la JEC iba a superar todas sus deficiencias. Pero ello no ocurrió.
Y dado de que la inversión de miles de millones de dólares -como ha señalado la Derecha- para intentar subsanar el problema de la calidad de la educación no lo resolvió, entonces, hay que ir en busca de las causas. Claramente, la construcción de nuevos liceos y escuelas no solucionó lo concerniente a la calidad. Mejoramos las condiciones; no obstante, en muchos casos, no lo hicimos.
Pero, ¿cuál es la causa?
A mi juicio, lo que ha surgido en el debate, particularmente a raíz de la movilización, no es sólo lo relativo al pasaje escolar, a la PSU o a la ración de alimentación. La clave -y lo han dicho los estudiantes en forma nítida y concreta- está en el fondo de lo que origina la desigualdad y la inequidad.
Los diarios El Mercurio y La Tercera han abierto la discusión. Se sostiene, legítimamente, que se halla en riesgo la libertad de enseñanza. Se señala que el modelo requiere cambios. Y yo pregunto a mis Honorables colegas de la Derecha ¿qué cambios queremos? Porque, conforme a lo que hemos escuchado en la Sala, todos estamos de acuerdo en que es preciso cambiar. La pregunta clave es qué tipo de cambio debemos hacer y con qué objetivo.
Sin embargo, yo no deseo cambios sólo en la educación, sino también en la sociedad chilena. No me gusta el tipo de sociedad que estamos construyendo, porque el hecho de tener liceos pobres con jóvenes pobres se debe a que sus padres son pobres; a que el sistema económico que hoy hemos implantado en el país, con responsabilidad al menos compartida, es claramente discriminatorio y excluyente, lo cual se refleja en la educación. Y la educación es el reflejo de la sociedad. Es decir, la educación que tenemos es el resultado del tipo de sociedad que estamos construyendo.
En ese sentido, el debate de fondo es si la Derecha, la Oposición, está dispuesta a alterar el concepto básico de libertad de enseñanza con relación al derecho a la educación. Que la primacía de uno sobre otro -que se ha ejercido con la LOCE- pueda ser modificada y sea regulada por ley.
Por lo tanto, cuando todos dicen en esta Sala que están de acuerdo en realizar cambios, el desafío es si la Oposición votará a favor o no de la reforma constitucional para establecer que la libertad de enseñanza se regule mediante ley, de manera que no sólo sea mercado, no sólo sea empresa, sino educación de calidad para todos y no únicamente para quienes puedan pagar. En ese sentido, tenemos abierto el debate y queremos emplazarla.
--(Aplausos en tribunas).

El señor NAVARRO.- Hemos dicho que la municipalización de la educación fracasó.
La enseñanza municipalizada no es obra de la Concertación, sino que fue implementada mediante el decreto con fuerza de ley Nº 1-3063, de 1980. Pero hemos sido incapaces de cambiarla. Todos los alcaldes señalan que tal sistema es un fracaso. Y la pregunta que surge es: si un número importante de ellos quiere devolver la educación al Ministerio o a quien fuera, ¿por qué no lo hacemos?
Yo los desafío a actuar en tal sentido. La Concertación tiene mayoría simple en el Senado, cuenta con 20 votos para terminar con el sistema de municipalización e ir a lo que he denominado "Corporaciones Regionales de Educación Pública". Es decir, transferir la educación desde los municipios a los gobiernos regionales, de manera que no persiga lucro, sino eficiencia y calidad, resguardada con los objetivos estratégicos del desarrollo regional y también del desarrollo país.
Eso requiere una ley. Y discutamos la LOCE. Cuando tuvimos la oportunidad de conversar con los estudiantes en los liceos fiscales, como el Enrique Molina, de la Octava Región ¿que yo represento-, con los Parlamentarios de Oposición, hemos dicho: "Definamos el cambio que queremos". Para ello necesitamos de las cuatro séptimas partes de los Senadores en ejercicio.
En consecuencia, no hay que llamar a engaño. No depende sólo de la Concertación cambiar la LOCE. No hay que engañar a los jóvenes y decirles que vamos a modificarla, porque para ello se requieren al menos dos votos de la Derecha. Y si no los hubiere, habrá negociación.
Y la verdad es que yo he dicho que la Concertación tiene que usar las mayorías. Porque costó mucho trabajo y tiempo terminar con los Senadores designados y vitalicios; había que doblar al menos en una circunscripción para contar con una mayoría en la Cámara Alta y así poner fin al chantaje per se de la negociación con la Derecha para aprobar los proyectos de ley.
--(Aplausos en tribunas).

El señor NAVARRO.- Porque cuando se estableció el financiamiento compartido¿
Sé que a los señores Senadores de las bancas del frente no les cae bien lo que estoy diciendo, y no me extraña.
Sin embargo, cuando los Honorables señores Allamand y Escalona eran estudiantes secundarios se tomaron más establecimientos que los estudiantes de ahora, y hacían movilizaciones a nivel nacional.

La señora MATTHEI.- ¿Pagó el crédito universitario, señor Senador?

El señor NAVARRO.- Desafío hoy a la Oposición a que no nos hagan tener esquizofrenia; o sea, decir una cosa y hacer otra. Basta de esquizofrenia en la política, porque los jóvenes no nos creen. La masividad y simpatía nacional que su movimiento han tenido se debe, entre otras razones -en mi opinión, la más importante-, a que los partidos políticos se han mantenido lejos. No ha habido intervención política. Por eso, la movilización estudiantil creció y creció, pues es un movimiento auténtico, espontáneo y particularmente coincidente con el interés país y con el programa de la Concertación.
Sin embargo, para que dicho programa se haga realidad, la Derecha debe comportarse de acuerdo con lo que dice. Yo desafío a que nos señalen qué quieren cambiar de la LOCE, porque nosotros deseamos cambiarla total y absolutamente. ¡Queremos reformar la LOCE!
--(Aplausos en tribunas).

El señor NAVARRO.- Para eso, necesitamos hacer un debate político. Y éste tiene que ser transparente, no puede llevarse a cabo entre cuatro paredes, ni en sesiones secretas. Debe ser de cara a la comunidad, a la sociedad, a los ciudadanos; en las Comisiones -ojalá televisado-, con participación masiva de los actores (profesores, codocentes, alcaldes, ciudadanos en general, universidades), de manera que podamos entrar al fondo del asunto.
Es dable decir, entonces ¿y es bueno que esto se sepa-, que el financiamiento compartido instituido en 1994 (fui Diputado en 1995) fue una negociación, un chantaje. En 1994, cuando el Gobierno del Presidente Aylwin quería proseguir con los dos puntos porcentuales del IVA a objeto de que la Administración del Presidente Frei dispusiera de cuatro mil millones de dólares para gasto social, ¿cuál fue la negociación en el Senado? Que hubiera continuidad en los dos puntos del IVA para financiar los programas sociales, pero a cambio había que entregar el financiamiento compartido. Y lo digo, porque el Ministro de Educación don Jorge Arrate, socialista, fue quien participó en ello. Por tanto, la responsabilidad es compartida.
Sin embargo, no me responsabilizo del silencio. No más negociación a espaldas de la ciudadanía sobre los temas de educación. Porque si decimos que coincidimos en que hay que efectuar cambios, ¡hagámoslo de cara a la gente!
--(Aplausos en tribunas).

El señor NAVARRO.- En ese ámbito, cuando queramos modificar el artículo 19 de la Constitución, en sus números 10º y 11º, a fin de establecer el recurso de protección, algunos dirán que éste no servirá para resguardar el derecho a la educación, como no ha servido para preservar el derecho a vivir en un medio ambiente libre de contaminación.
No obstante, hoy día esa libertad de enseñanza tan protegida, tan salvaguardada, que ha dado tantos buenos frutos respecto de los que pueden pagar su educación -porque hay muchos liceos y colegios que sí pueden pagarla; aquí, la inmensa mayoría de los Senadores de esta bancada estudiamos en liceos con números, liceos públicos, cuando la educación al menos daba esa posibilidad-, que se defiende de manera tan taxativa, ha provocado segregación y discriminación: liceos para ricos, liceos para pobres. Y cuando uno va a un liceo marginal, de una población, de la periferia de cualquier ciudad, encuentra jóvenes pobres, apoderados pobres, profesores pobres, directores pobres, entorno pobre.
Se ha segregado. Y la educación no sólo refleja la sociedad, sino también el alma y el espíritu.
Ello es un deber ético. Yo he dicho que ojalá podamos concordar en que el concepto de "Honorable" tanto en Diputados como en Senadores se remplace por el de "ciudadano". Porque la honorabilidad se gana con una conducta de vida, no con una elección ni con un título universitario, ni con una chequera ni una cuenta bancaria. La honorabilidad se gana con conductas de vida.
Y llamo a tener honorabilidad respecto de lo que decimos y lo que hacemos.
Por tanto, ¿vamos a cambiar la municipalización? Queremos saber lo que piensa la Derecha. ¿Vamos a rectificar la LOCE? Queremos conocer la opinión de la Derecha, porque deseamos cambios estructurales, profundos.
Los jóvenes hoy día se han movilizado. Ahora escuchan el debate. Han participado de esta gesta histórica, porque, sin duda -como todos hemos coincidido-, este hecho quedará escrito en la historia del país. Y se registrará como un éxito si el Gobierno ¿mi Gobierno- es capaz de decir "los jóvenes ganaron", si es capaz de reconocer que efectivamente los estudiantes han ganado esta pelea, que han salido airosos de ella. Y hay que facilitarles que la ganen.
Y ello se define en el Parlamento, no en La Moneda. Los proyectos de ley se votan acá, con las mayorías que tenemos hoy día, con sistema binominal incluido.
Por lo tanto, espero que en el debate de la LOCE la Derecha explicite sus posiciones y no tenga miedo a defenderlas.
El tipo de educación existente¿
Señor Presidente, sé que al Senador señor Espina le molesta lo que señalo, pero la verdad es que debiera causarme¿

La señor MATTHEI.- ¡Molesta la demagogia, no lo que dice¿!
--(Manifestaciones en tribunas).

El señor NAVARRO.- La verdad, señora Senadora, es que acostumbro a decir lo que pienso siempre. Y particularmente pienso¿

El señor FREI, don Eduardo (Presidente).- ¡Ruego a Sus Señorías evitar los diálogos y dirigirse a la Mesa!

El señor NAVARRO.- ¿que la demagogia la pone la Derecha cuando va a los liceos a decirles a los jóvenes que están con ellos, y luego votarán la LOCE en contra.
¡Ojalá me equivoque, Senadora Matthei!

La señora MATTHEI.- ¿Tiene bola de cristal?

El señor NAVARRO.- Por último, debo señalar que hay un compromiso dentro de las 36 medidas planteadas por el Gobierno de la Presidenta Bachelet. Porque en democracia estos temas no se resuelven solamente movilizándose en las calles, no se solucionan atentando contra los fundamentos del Estado, sino a través de la vía democrática y la constitución de instancias como el Parlamento.
Y cuando el Gobierno envíe la iniciativa -o le dé urgencia- sobre inscripción automática y voto voluntario y posibilitemos que 2 millones de jóvenes, que se han mantenido al margen de votar, se pronuncien en las elecciones, espero que lo hagan con plena conciencia respecto de las propuestas de quienes van a elegir.
Como se dijo: inscripción automática, voto voluntario y que los jóvenes decidan. Porque si hoy día no logramos cambiar la LOCE, si hoy día no ponemos fin a la municipalización, que cada cual asuma sus responsabilidades: mi Gobierno, pero también la Oposición y la Derecha, porque ésta tiene que ser coherente y terminar con la esquizofrenia de decir a los jóvenes que quiere cambiar la LOCE cuando, en definitiva, desea mantener incólume la libertad de enseñanza.
He dicho.
--(Aplausos en tribunas)

El señor FREI, don Eduardo (Presidente).- Tiene la palabra el Senador señor Chadwick.

El señor CHADWICK.- Señor Presidente, antes de referirme a los temas de fondo, debo señalar que la única esquizofrenia que puede existir es que, luego de 16 años de Gobierno y habiendo más que triplicado el presupuesto de educación, estemos escuchando en esta Sala -hemos oído a todo el país señalarlo- que los resultados en la calidad de la educación son deplorables. Eso realmente sí tiene que ser motivo de una profunda contradicción interna para los Senadores de Gobierno. Y más aún, puede verse aumentada esa esquizofrenia cuando hoy día se plantean con carácter de urgente cambios profundos, que se señalan casi históricos, con relación a la Constitución y a la LOCE.
Y escuchen bien todos los señores Senadores: en el programa presidencial de la señora Michelle Bachelet no hay una palabra con respecto a las reformas constitucionales, y no hay una palabra en cuanto a la modificación de la LOCE. ¡Ninguna! De las 36 medidas que iniciaban su Gobierno no hay ninguna que diga relación a la calidad de la educación. Y en el Mensaje Presidencial del 21 de mayo no hay ni una frase referente a enmiendas constitucionales y tampoco sobre cambio de la LOCE, sino tan sólo la repetición de "calidad, calidad y calidad".
Entonces, entiendo que deben estar nerviosos, confundidos. Y eso sí que puede ser motivo de esquizofrenia.
Ahora, deseo abordar dos temas de fondo.
La señora Presidenta -y esto me sirve como base- ha señalado que hoy día ingresará al Parlamento un proyecto de reforma constitucional, donde su aspecto sustantivo dice relación a garantizar la calidad de la educación.
Nosotros compartimos ese objetivo. En Chile hoy es necesario garantizar en la Constitución la calidad de la educación. Obviamente, no creemos que con ello se dé solución a todos los problemas. ¡Sería la máxima de las ingenuidades! Tampoco nos sumamos a esa grandilocuencia de que estamos frente a una reforma histórica, a pesar de que lo que puede ser histórico es que tengamos que establecer en el Texto Fundamental que los Gobiernos gobiernen bien. ¡Sí, quizás eso sea histórico!
Pero la importancia de fondo de estas reformas es que, al fijarse y exigirse constitucionalmente la garantía de la calidad de la educación, necesariamente requerirá que las políticas públicas de educación en nuestro país establezcan el cumplimiento de estándares objetivos en materia de calidad; estándares que deberán ser claros y preestablecidos; estándares que van a estar sujetos a una evaluación por resultados, y estándares que, además, tendrán que ser, en especial sus resultados, absolutamente transparentes e informados a toda la sociedad chilena, y en particular a los padres y apoderados.
Eso es lo que va a exigir la reforma constitucional. ¡Eso es lo que durante todos estos años ustedes, Gobierno de la Concertación, no han podido ni sabido hacer!

La señora MATTHEI.- ¡Ni querido!

El señor CHADWICK.- Ni querido hacer.
Entonces, es bueno -y quizás histórico- que lo que es básico hacer para gobernar bien, hoy sea exigido por la propia Constitución.
Y en el debate habido a raíz de este tema, ha surgido una cuestión más de fondo, que es realmente importante para ver las orientaciones que debe tener nuestro sistema educacional.
A mi juicio, se ha planteado una falsa controversia. Porque se ha puesto en conflicto, o se busca poner en conflicto, el derecho a la educación con el derecho a la libertad de enseñanza.
Me parece que es un falso conflicto y, al mismo tiempo, un error grave, porque ambos -escuchen bien, señores Senadores- son derechos fundamentales del ser humano. Son derechos humanos. Los dos emanan de la propia naturaleza humana.
El derecho a la educación, porque obviamente el hombre, para sobrevivir, para desarrollarse, para perfeccionarse, para potenciar sus capacidades, requiere del conocimiento. Y la naturaleza humana exige que el conocimiento sea traspasado a través de la enseñanza y la educación. Por lo tanto, el derecho a la educación es inherente a la naturaleza humana.
Y el derecho a la libertad de enseñanza emana, ni más ni menos, de la esencia libertaria del hombre. No puede ser un derecho más humano. Es una expresión de la libertad personal, que tiene dos aspectos: por una parte, el derecho básico y preferente que se reconoce a los padres para escoger el tipo de educación de sus hijos, y por otra, el resguardo de que no se va a imponer determinada condición de educación, en términos únicos y excluyentes, que pueda afectar en definitiva la base de toda libertad, cual es la libertad de conciencia.
En consecuencia, señores Senadores, ambos son derechos fundamentales del hombre; ambos deben ser respetados; ambos están indisolublemente vinculados; ambos tienen igual jerarquía e igual importancia, y ambos son complementarios para garantizar calidad de educación y mayor igualdad social.

El señor OMINAMI.- ¿Me permite una pequeña interrupción, Su Señoría?

El señor CHADWICK.- No. Cuando termine, encantado.
Por esa razón, señor Presidente, por tener los dos el carácter de derechos fundamentales del ser humano, se encuentran consagrados jurídicamente, ni más ni menos, en la Declaración Universal de Derechos Humanos, de las Naciones Unidas. En el numeral 1 de su Artículo 26 se señala: "Toda persona tiene derecho a la educación". Y en su numeral 3, Senador señor Ominami -esto puede ser importante-, se establece: "Los padres tendrán derecho preferente a escoger el tipo de educación que habrá de darse a sus hijos".

El señor OMINAMI.- ¡Declaración de Derechos Humanos que ustedes respetaron rigurosamente¿!

La señora MATTHEI.- ¡Ustedes, también¿!

El señor CHADWICK.- Hablemos de hoy y no de cuarenta años atrás.
Señor Presidente, cuando faltan los argumentos, empiezan las descalificaciones.

La señora MATTHEI.- ¡Bien!

El señor CHADWICK.- Yo pregunto si alguno de ustedes pretende derogar aquello, que se encuentra contenido en la Declaración Universal de Derechos Humanos; si alguno de ustedes pretende modificarlo; si alguno de ustedes está por que no exista en ese instrumento.
Y lo establecido en el Artículo 26 de la referida Declaración es recogido en los mismos términos por nuestra Constitución Política, en su artículo Nº 19.
Si hay una prueba de la importancia de ambos derechos, ella radica en que en los regímenes totalitarios, en los regímenes dictatoriales, en los regímenes autoritarios sí se busca garantizar el derecho a la educación. Pero, obviamente, se alejan al máximo de la libertad de enseñanza,¿
--(Manifestaciones en tribunas).

El señor FREI, don Eduardo (Presidente).- Silencio, por favor.

El señor CHADWICK.- ¿porque ambos, siendo fundamentales, son además derechos esenciales de un régimen democrático y de una sociedad libre.
Señor Presidente, plantearé al mismo tiempo una reflexión, dada la relevancia de la complementariedad de tales derechos.
Algunos sostienen que nuestro sistema educacional preferencia la libertad de enseñanza y no el derecho a la educación.
Quiero exponer a Sus Señorías la realidad de un sector, que espero todos conozcamos muy a fondo.
¿Qué ocurre en el quintil más pobre de la sociedad chilena? Allí no existe ninguna libertad de enseñanza. Y les doy una cifra: el 73,4 por ciento de los hijos pertenecientes a las familias de dicho quintil estudian en establecimientos municipales. Prácticamente, no tienen otra opción.

El señor MUÑOZ BARRA.- No los seleccionan.

El señor CHADWICK.- Y reciben la peor educación en Chile.
Resultado de la prueba SIMCE de matemáticas en el mencionado quintil: en 1998, 226 puntos; el año 2001, 220; y en el 2003, 216.
¡Los más pobres reciben una educación cada vez más mala!
Y respecto de la educación de dicho sector, permítanme otra reflexión.
Se trata de una educación completamente pública, municipalizada,¿

El señor MUÑOZ BARRA.- Pero en la que entran todos.

El señor CHADWICK.- ¿donde la subvención es fijada directamente por el Gobierno y entregada por el Ministerio de Educación, y en que todos los planes, todos los programas, todos los currículum, todas las evaluaciones provienen de dicha Secretaría de Estado.
Es decir, ¡la educación más pública que tenemos en Chile está para el segmento más pobre y es la de peor calidad!
Por eso, señor Presidente, creo que se debe poner énfasis en uno de los puntos señalados -obviamente, comparto lo que manifestaron el Honorable señor Larraín y otros señores Senadores- y que es fundamental atender en forma especial: el financiamiento del sistema educacional.
Actualmente, en la educación pública existe una subvención escolar de 30 mil pesos promedio por alumno, que equivale a una quinta o sexta parte de lo que se gasta en la educación particular y que, además, es única y no se halla focalizada.
¡Hoy nadie puede hacer milagros con 30 mil pesos mensuales no focalizados y entregar una educación de calidad mínima en el país!
¡Ahí radica el principal problema!
Entonces, señor Presidente, luego de 16 años de gobierno de la Concertación, el monto de la subvención escolar por alumno en la educación pública sigue equivaliendo a un quinto o un sexto de lo que se gasta en la particular; se mantiene la misma relación.
Hasta el día de hoy no existe una subvención diferenciada que permita focalizar los recursos en los niños pertenecientes a las familias de menores ingresos.
El 21 de mayo del año pasado, en su último Mensaje, el Presidente Lagos se comprometió a consagrar la subvención diferenciada. ¡Sigue en trámite en la Cámara de Diputados un elemento esencial para garantizar mejor calidad en la educación!
--(Manifestaciones en tribunas).

El señor CHADWICK.- Y esos elementos, que me parecen esenciales -aumentar la subvención escolar y establecer una diferenciación para que los recursos vayan a las familias que más los necesitan-, obviamente van a incidir de manera determinante en el mejoramiento de la calidad de la educación y, al mismo tiempo, en garantizar un mejor derecho a ella y en dar a los más pobres del país mayores posibilidades de acceder a la libertad de enseñanza.
Como expresé, señor Presidente, ambos son derechos del hombre, derechos fundamentales de la persona humana; ambos se encuentran indisolublemente vinculados y son complementarios para generar calidad de educación; y en la medida en que vayan acompañados de políticas públicas eficaces y focalizadas sí podremos decir que estaremos contribuyendo a resguardar el bien común, a terminar con las desigualdades sociales y a lograr el mejoramiento de la educación de los más desposeídos.
He dicho.
--(Manifestaciones en tribunas).

El señor FREI, don Eduardo (Presidente).- Silencio, por favor.
Tiene la palabra el Honorable señor Sabag.

El señor SABAG.- Señor Presidente, el Senador señor Ominami me solicita una interrupción, que concedo con su venia.

El señor FREI, don Eduardo (Presidente).- Tiene la palabra Su Señoría.

El señor OMINAMI.- Agradezco la gentileza del Honorable señor Sabag. Y seré muy breve.
Señor Presidente, me animé a pedir una interrupción al Senador señor Chadwick -¡agradezco su deferencia¿!- sólo para recordarle lo siguiente.
Su Señoría dijo algo que comparto: la libertad de enseñanza debe estar en un pie de igualdad con el derecho a la educación.
Pero le hago presente que Ley Orgánica Constitucional de Enseñanza,¿

El señor LETELIER.- No dice eso.

El señor OMINAMI.- ¿en su artículo 3º, señala justamente lo contrario. Y leo: "El Estado tiene, asimismo, el deber de resguardar especialmente la libertad de enseñanza.".
No se dice nada del deber especial del Estado de resguardar el derecho a la educación.
Se trata de una cuestión muy de fondo que deseaba aclararle.
--(Aplausos en tribunas).

El señor CHADWICK.- Su Señoría,¿

El señor OMINAMI.- No puedo abusar del tiempo del Honorable señor Sabag.

El señor CHADWICK.- ¿permítame decirle -para que no haya lugar a errores- que la Constitución garantiza el derecho a la educación. Y el Texto Fundamental está por sobre la LOCE. Usted ya debería saber eso, señor Senador.

El señor LETELIER.- Sin recurso de protección. ¡Y ustedes votaron en contra!
--(Manifestaciones en tribunas).

El señor FREI, don Eduardo (Presidente).- Silencio, por favor.
Recupera el uso de la palabra el Honorable señor Sabag.

El señor SABAG.- Señor Presidente, desde hace más de dos años los estudiantes vienen llamando la atención sobre este problema, y hoy día lo han puesto en el primer lugar de la preocupación de nuestro país.
Aquí se ha dicho que la distribución de la riqueza en Chile es muy mala: una de las peores del mundo. Y durante estos dieciséis años hemos tratado de luchar de la única manera en que podemos para que sea justa y equitativa: invirtiendo en educación.
Quiero que los jóvenes estudiantes sepan que el Gobierno y el Parlamento son las entidades que determinan año tras año el presupuesto de la nación.
Al respecto, cabe destacar que sólo el Ministerio del Trabajo se lleva más recursos que el de Educación. En aquella Cartera se contemplan el pago a un millón 800 mil jubilados, las asignaciones familiares, los SUF y muchos otros beneficios para la gente más pobre de nuestro país.
Después está el Ministerio de Educación, con 2 billones 433 mil millones de pesos. Y si separamos el Ministerio de Defensa Nacional, que recibe 973 mil millones, y el de Salud, con 949 mil millones, veremos que la asignación presupuestaria para los catorce restantes -incluidos el Ministerio del Interior (donde se consignan las platas para las Regiones), el de Justicia, el de Obras Públicas, el de Vivienda- suma 2 billones 432 mil millones.
Es decir, hemos desplegado un esfuerzo grande para la educación de nuestros jóvenes. Y hemos hecho muchas cosas, que no es del caso enumerar.
Por cierto, no todo nos ha salido bien. Y fundamentalmente, la calidad de la educación.
La calidad de la educación es un problema que nos atañe a todos. Y hemos enfrentado numerosas dificultades, sobre todo en los establecimientos municipalizados. Recordemos que los directores de los colegios eran inamovibles. Y existen otras inflexibilidades que impiden a los sostenedores municipales efectuar reformas y lograr que los niños aprendan más.
¡Ésas son las modificaciones que debemos enfrentar de aquí en adelante!
Señor Presidente, las municipalidades -ya se ha señalado aquí- reciben una subvención escolar por alumno de 30 mil pesos mensuales, lo que no alcanza para pagar el 75 por ciento de las planillas de los profesores. Los gastos son fijos, y los ingresos, variables. Por tanto, los municipios pobres -yo represento a muchos de ellos- tienen que destinar gran parte de su presupuesto ordinario a suplir los déficits de la parte educacional.
¡Estos jóvenes nos han dado una gran oportunidad para meternos fuertemente en el problema de la educación!
Por eso nuestra Presidenta de la República dijo que iba a hacer una profunda reforma a la educación preescolar. ¡Pero si está muy claro! ¡Los niños que no van a los jardines infantiles, que no asisten al prekínder ni al kínder, se quedan irremediablemente atrás! ¡Y de ahí parte la inequidad! ¡Nunca se podrán recuperar!
Debemos, pues, preocuparnos grandemente de eso.
Sé que mi tiempo ha concluido, señor Presidente. Pero permítame señalar que nosotros estamos por reformar la LOCE. Queremos modificar la jornada escolar completa. Deseamos revisar en profundidad el sistema municipalizado. Hay municipios muy pequeños que no tienen la capacidad ni los recursos indispensables para otorgar una buena educación.
Por último, quiero recordar aquí un viejo proverbio chino que dice: "Si miras y piensas a un año, cultiva flores. Si miras y piensas a diez años, planta árboles. Pero si miras a muchos años, educa a tu pueblo".
Eso tenemos que hacer: invertir más aún para educar a nuestro pueblo, porque eso significará equidad y seguridad para todos.
He dicho.
--(Aplausos en tribunas).

El señor FREI, don Eduardo (Presidente).- Tiene la palabra el señor Ministro de Educación.

El señor ZILIC (Ministro de Educación).- Señor Presidente, debo decir en primer término que, en las negociaciones, en las conversaciones, en el extenso diálogo que hemos tenido con los estudiantes secundarios, hemos sentido su pérdida de confianza en que los adultos podamos resolver los problemas de largo plazo.
Ésa es nuestra percepción.
Porque hemos ido dando respuesta a cada una de sus demandas de la agenda corta. Sin embargo, estamos parados hoy día en la agenda larga. En el tema valórico, señor Presidente. En cómo Chile reconoce cuáles son los problemas de futuro.
Ahí estamos. Y ésa es la discusión de esta mañana en el Parlamento: si debemos asegurar la libertad o los derechos para que todos podamos tener esa libertad.
Ése es el gran desafío de esta hora, señor Presidente: cómo enfrentamos el Chile de mañana; cómo nos situamos en la sociedad del conocimiento para dar el gran salto hacia adelante.
Algunos señores Senadores dijeron recién que la Concertación no había querido hacer las cosas y que, si había querido, las había hecho mal.
Yo creo que ha llegado el tiempo de construir, más que de estar quejándonos y atacándonos unos a otros; de escuchar más a los jóvenes y atender sus inquietudes; de edificar una sociedad más justa y más equitativa.
Uno de mis primeros impactos, señor Presidente, fue cuando leí los resultados del SIMCE y me di cuenta de que la escolaridad de los padres de los alumnos, por estratos sociales, era la misma. Porque en este país los iguales se casan con los iguales; los mismos deben seguir donde están, y no hay ninguna movilidad, pues no hemos sido capaces de crear una sociedad solidaria y justa.
Ése es el gran tema. Y por eso los jóvenes tienen razón en sus demandas. Y por eso hemos expresado nuestra disposición a trabajar con ellos para construir una educación de calidad. Y esto quiere decir una educación de calidad para los más pobres, pues quienes poseen mayores recursos cuentan con todas las posibilidades para educarse y surgir.
Debo recordar al Honorable Senado que la Concertación ha hecho un esfuerzo grande y que aquí todos somos responsables del estrato, de lo que hemos hecho o de lo que no hemos hecho.
No podemos seguir con esa cínica sabiduría de descalificar al otro. Yo no quiero hacerlo, señor Presidente. Y me habría gustado mostrar algunas gráficas para que se viera cómo hemos evolucionado en el tiempo.
Por ejemplo, en el año 1973 se entregaban en los colegios más de 700 mil almuerzos. En la década de los ochenta, éstos bajaron a menos de 300 mil. Y en 1990, cuando la Concertación llegó al Gobierno, había menos raciones para los jóvenes que en 1973.
Señor Presidente, existe una historia, y tenemos que hacernos cargo de ella. Cada cual debe asumir la suya. Yo me hago cargo de "ésta". Y lo he dicho con toda claridad. Hace dos meses que soy Ministro de Educación, y hoy no me pueden pasar las cuentas por todo. Sin embargo, asumo las cuentas de todo. ¡Las asumo!
Pero cuando vemos lo que se ha realizado, de dónde venimos y por dónde hemos pasado en educación básica, en educación media y en educación superior, debemos reflexionar profundamente. Hoy día tenemos más de 37.5 por ciento de cobertura en educación superior. En la educación media, hemos pasado de no más de 14 por ciento en la década de los sesenta a más de 94 por ciento ahora; por eso hay actualmente 5 millones de personas que no han terminado dicho ciclo. Pero ese problema no es de ustedes ni mío: es de todos los chilenos.
Señor Presidente, los resultados del Foro Económico Mundial señalan que, en macroeconomía, nuestro país es el primero en el orbe. Sin embargo, en educación superior ocupamos el lugar Nº 42. Obviamente, tenemos un problema.
Pero cuando analizamos lo relativo a la innovación -presenta una vinculación con la educación, por supuesto, pero también una más profunda con la empresa, con la forma como hemos construido la economía- vemos que nos encontramos en el lugar Nº 41.
¿Cómo queremos dar el salto hacia el futuro si en educación ocupamos la posición ya citada?
¡Ése es el gran desafío, señor Presidente!
Por ello, debemos realizar un esfuerzo entre todos. Y deseo formular un llamado, en esta Sala, a los Parlamentarios de la Concertación, como es natural, pero igualmente a los de Oposición, para concretar lo que les he dicho desde el primer día en que asumimos: tenemos el Ministerio abierto para discutir, con ellos y con quien quiera, acerca de cómo avanzamos para construir una educación con equidad y calidad.
Aquí se ha planteado el punto de si se trata de regulación o desregulación. Eso mismo lo vimos en el debate sobre la salud. Y es algo que hemos conocido todos estos años. ¿En ello radica la controversia?
La discusión de fondo no es ésa, señor Presidente. La gran mayoría de los países desarrollados han dado el salto hacia el futuro porque han puesto la educación como cuestión central: una educación de calidad y una educación del Estado de calidad. ¡Ése es el gran tema!
Cuando observamos el caso de Holanda, nos damos cuenta de que más de 70 por ciento de las escuelas son privadas. Pero el Estado mantiene un férreo marco regulatorio y un control de él en cada uno de los establecimientos. En Chile lo entenderíamos como un ataque a la libertad de educación.
¡Si ése no es el asunto¿! Se trata de determinar cómo el Estado puede disponer de elementos para regular. Y en su carácter de tal, si ustedes prefieren. Cuando hemos planteado lo relativo a la Superintendencia lo hemos hecho en ese sentido. Generemos un marco regulatorio, con carácter de Estado y no de Gobierno, que nos permita, primero, analizar en profundidad cuáles son los parámetros de la calidad.
La Unión Europea los tiene claramente establecidos: son 16.
¡Ésa es la discusión a la que hoy debemos abocarnos! ¡Ésa es la discusión que Chile quiere que efectuemos! ¿Cuáles son los parámetros? ¿Qué consideramos importante? La calidad. Eso determina pertenencia.
Definamos los estándares. El Ministerio de Educación está trabajando en los de dos de esos parámetros: lenguaje y matemática. Midamos esos estándares y cómo el joven va incrementando año a año lo que se denomina "valor agregado"; cómo va aprendiendo más. Y vinculemos los estímulos a ese delta del valor agregado.
¡A eso los hemos estado llamando¿! A eso estamos llamando a la comunidad nacional: a discutir tales aspectos.
Y a debatirlos está convidando hoy la Presidenta Michelle Bachelet, integrando a todos en el Consejo Asesor: a los estudiantes secundarios y universitarios, a los profesores, a los padres, a los docentes, a los codocentes.
En la construcción de la nueva educación debemos estar todos. La sociedad del futuro no la construyen unos contra otros, señor Presidente. Y por eso hemos estado conversando con los rectores de las universidades, con el Colegio de Profesores, con los jóvenes, con los distintos actores.
Estamos convencidos de que no es posible seguir en Chile con el nivel de discriminación y desigualdad que se registra. Ningún país ha llegado a ser desarrollado dejando a la mitad de su población sin correr la carrera del conocimiento. ¡Ninguno! Y la carrera del futuro -todos lo sabemos- no es hoy para competidores de trechos cortos; no es de cien metros planos: es un maratón en el que debemos participar todos. ¡Y ése es el gran tema!
Por lo tanto, solicito a los Parlamentarios de Oposición que nos centremos en ese punto. Porque podría recurrir a todas las cifras del mundo para hablar de lo que hemos hecho y no hemos hecho; de que hemos aumentado diez veces la infraestructura, si contrastamos un período de quince años con otro igual. O si quisiéramos comparar los textos escolares que hemos entregado; los alimentos que estamos proporcionando a los jóvenes, e incluso, la calidad de la educación y los contenidos. Pero ésa no es la cuestión, señor Presidente. No sacamos nada con seguir debatiendo en el Hemiciclo mientras los jóvenes están en la calle pidiendo que les demos más calidad.
Estoy aquí y soy Ministro de la Presidenta Bachelet para defender la educación pública. Porque la privada cuenta con otros defensores. Ello está claro. Pero hoy no podemos hacer la diferencia maniquea entre lo público y lo privado; entre lo bueno y lo malo, sino que se trata de determinar cómo construimos un sistema de calidad para todos los chilenos. ¡A eso los estamos invitando!
Tenemos los términos de referencia preparados ya para debatir acerca de la municipalización. Y hemos estado conversando con los alcaldes para hacerlo.
Les hemos expresado a los jóvenes que discutiremos lo relativo a la jornada escolar completa. Es cierto que hemos avanzado notablemente en infraestructura; pero son las escuelas las que elaboran los proyectos pedagógicos, no la Secretaría de Estado a mi cargo. Y cuando han sido analizados para un estudio pedido por ella, ha quedado demostrado que no se ciñen a lo que los mismos establecimientos plantearon. Ahí debe existir un control del Ministerio de Educación, que tal vez ha sido débil: lo reconozco. Y lo reforzaremos: lo prometo.
Y eso, ¿con quién lo haremos? Con los jóvenes -porque son ellos los que están sufriendo directamente esa realidad en sus planteles- y con los profesores.
Hemos entregado a los estudiantes un cronograma de cuándo partirá cada una de esas acciones. También les hemos señalado que estamos por discutir la Ley Orgánica Constitucional de Enseñanza. La única diferencia que se mantiene con ellos dice relación a ese punto, evidentemente. En tal sentido, dijimos que no podíamos asegurarles cuándo se realizará el debate. Y como éste se llevará a cabo en el Congreso, la Presidenta envió la reforma constitucional necesaria para que tenga lugar.
Esperamos que todos nos encontremos detrás de la construcción de una educación de calidad para los chilenos, sin excepciones, porque eso es lo que los jóvenes, los padres y Chile nos piden a todos y a todas.
Muchas gracias.

El señor FREI, don Eduardo (Presidente).- Se ha cumplido la hora de término de la sesión. Se necesita la unanimidad de la Sala para acordar su prórroga.

El señor NAVARRO.- Señor Presidente, los Comités Radical Social Demócrata, Demócrata Cristiano, Partido Por la Democracia y Socialista habíamos solicitado extender la discusión conforme a los tiempos y la distribución que se estimaran necesarios, dado que se han fijado posiciones y que el debate no le vendría mal a esta instancia.
--(Aplausos y manifestaciones en tribunas).

El señor FREI, don Eduardo (Presidente).- Se levanta la sesión.
--Se levantó a las 14:09.
Manuel Ocaña Vergara,
Jefe de la Redacción.